martes, 9 de agosto de 2016

Constantes en la arquitectura japonesa, tradición y modernidad, VIII

Las constantes japonesas en arquitectos actuales, I
Como dije en el anterior artículo, voy a concluir esta serie hablando de obras de arquitectos japoneses actuales en las que intentaré descubrir la presencia de algunas de las constantes que he comentado a lo largo de estos meses. Hoy comenzaré por Andō Tadao y los integrantes de SANAA, Sejima Kazujo y Nishizawa Ryūe, y dejaré para dentro de quince días el comentar sendas obras de Itō Toyo y Kuma Kengo.

Andō Tadao (1941- )
Andō Tadao, galardonado con el Premio Pritzker en 1995, es uno de los arquitectos más reconocidos internacionalmente. Sus proyectos reflejan siempre su personalísimo estilo y permiten descubrir algunos de los conceptos que he reseñado en esta serie. Para mi análisis he seleccionado su Iglesia en el Agua de 1988, un impecable edificio de hormigón visto, marca de la casa, que se vuelca de forma humilde, pero majestuosa, a un estanque de donde surge inesperadamente una enorme cruz metálica.

Andō Tadao: la Iglesia en el Agua, 1988. Hokkaidō. Foto: Andō Tadao, en archdaily.com.

Subdivisión
El concepto de subdivisión está muy presente en todas las obras de Andō debido a su hábil manejo de la geometría. En este caso, la Iglesia en el Agua queda configurada a partir de un módulo, la cruz, que va apareciendo en varias situaciones con personalidad diferente.

El volumen acristalado que remata el edificio es un cubo perfecto donde las formas cruciformes se repiten insistente y simétricamente cuatro veces. Es decir, en esa zona se manifiesta una de las constantes que comenté en anteriores entradas de esta serie: el de la subdivisión o, si se prefiere, el del desarrollo a partir de un módulo generador.

Andō Tadao: la Iglesia en el Agua, 1988. Hokkaidō. Foto: Andō Tadao, en archdaily.com.

En la ilustración anterior, se observa, sobresaliendo por encima del muro ciego de hormigón que abraza a la iglesia y a su estanque, un volumen de vidrio y cuatro robustas cruces de hormigón cuyos brazos casi se tocan. Ese elemento en su conjunto tiene mucho que ver con el concepto de subdivisión o kata que comenté en los últimos párrafos de otro artículo. En este caso, el símbolo cristiano se utiliza como patrón que se repite, primero, en la carpintería de las paredes de cristal, luego en las cruces de hormigón y finalmente en el suelo de esa zona, un lucernario que de noche puede iluminarse, como se observa en la ilustración siguiente.

Andō Tadao: la Iglesia en el Agua, 1988. Hokkaidō. Foto: waterchapel.jp.

La fotografía anterior forma parte del portafolio de la empresa que organiza las bodas en la Iglesia en el Agua, sin duda un entorno arquitectónico subyugante. En ella se aprecia perfectamente esa especie de célula cruciforme que nace y crece en la parte alta del edificio, creando un ambiente envolvente y altamente simbólico por el que deben pasar los novios antes de descender hasta la capilla. Ahí descubrirán la última cruz, esta vez surgiendo del agua.

Andō Tadao: la Iglesia en el Agua, 1988. Hokkaidō. Foto: wikiarquitectura.com.

Indefinición
Una vez en el pequeño oratorio, tras bajar por una angosta escalera en penumbra, un enorme ventanal nos deslumbra. El reducido interior se engrandece de forma magistral a través de su abertura. No existe altar. Ante nosotros, un gran estanque parece ser la prolongación del pavimento de la capilla. Es solo una lámina de agua de donde emerge una gran cruz. Como fondo, los árboles y las montañas lejanas. Apenas se aprecia dónde acaba la iglesia y dónde comienza el jardín, la indefinición de ese linde es total.

Andō Tadao: la Iglesia en el Agua, 1988. Hokkaidō. Foto: Andō Tadao, 
en Furuyama Masao: AndoColonia: Taschen, 2006.

En esta obra de Andō, hemos visto la existencia de los dos conceptos de subdivisión e indefinición, pero también una manera de hacer que busca siempre emplear solo lo imprescindible y eliminar todo lo innecesario. Eso sí, el arquitecto japonés, a diferencia de otros, nunca hace ostentación de su sincero minimalismo.

Kazuko Sejima (1956- ) y Ryūe Nishizawa (1966- )
El Museo de Arte Contemporáneo del siglo XXI de Kanazawa es una obra del año 2004 que hizo famosos internacionalmente a Sejima y Nishizawa, quienes en 2010 recibieron el Premio Pritzker de Arquitectura.

Indefinición
En el museo de Kanazawa, encontramos un edificio donde los límites entre el interior y el exterior se difuminan totalmente. Su techo plano parece flotar en el aire. Solo lo separa del terreno una continua y uniforme lámina circular de vidrio. Incluso la entrada resulta difícil de encontrar; un efecto buscado por los propios arquitectos para obligar al visitante a rodear la fachada, totalmente transparente, y permitirle contemplar, desde el exterior, lo que acontece en el interior del museo.

Sejima Kazuyo y Nishizawa Ryue: el Museo de Arte Contemporáneo del Siglo XXI, 
2004. Kanazawa. Foto de fuente desconocida.

Pero la indefinición no solo es espacial, sino incluso funcional. La mezcla de usos en el edificio es notable. Existen zonas de reuniones, exhibiciones y talleres que pueden ser de acceso libre o de pago y utilizarse privada o públicamente. Sejima y Nishizawa nunca las definieron de forma inequívoca, sino que, como a menudo ocurre en una vivienda tradicional japonesa, un espacio de circulación puede convertirse más tarde en uno de exposición y viceversa.

En la ilustración siguiente de la planta del museo se aprecia esa libertad o indefinición y nos sirve para hablar de otra de las constantes comentadas en esta serie: la subdivisión.

Sejima Kazuyo y Nishizawa Ryue: Museo de Arte Contemporáneo del Siglo XXI
2004. Kanazawa. Dibujo: SANAA, en Philip Jodidio: Architecture in Japan. Taschen, 2006.

Subdivisión
Desde el principio de su proyecto, los arquitectos decidieron estudiar de forma independiente diversos tipos de células o módulos, cada uno de ellos adaptado a un tipo de exposición. Como se aprecia en la ilustración anterior, diseñaron cubículos con diferentes formas, proporciones, alturas (que varían desde los cuatro a los doce metros) y sistemas de iluminación. Todos esos espacios cerrados sobresalen por encima de la cubierta plana del museo, como se ve en la fotografía siguiente. De esa manera, cada una de esas unidades interiores manifiesta exteriormente su individualidad y autonomía como entidad propia. El museo de Kanazawa es un buen ejemplo del concepto de subdivisión y crecimiento a partir de elementos o patrones, en este caso diferentes.

Sejima Kazuyo y Nishizawa Ryue: Museo de Arte Contemporáneo del Siglo XXI, 2004. Kanazawa
Foto del Museo de Kanazawaen Philip Jodidio: Architecture in Japan. Taschen, 2006.

El concepto de kata queda perfectamente plasmado en la metodología del proyecto de Sejima y Nishizawa. Primero se estudiaron los componentes, las salas de exposición y los anexos. Luego se insertaron, uno a uno y separadamente, dentro del gran volumen vacío encajado entre el techo circular y el suelo. De esa manera, los espacios residuales que fluían bordeando cada uno de esos cubículos definieron las zonas de circulación. El resultado fue uno de los museos más sugerentes construidos en Japón en lo que llevamos de milenio.

Dentro de quince días concluiré esta serie hablando de Itō Toyo y Kuma Kengo. Hasta entonces.

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