Páginas

martes, 12 de diciembre de 2017

El diseño moderno japonés a partir de 1945, IV

Pioneros del diseño industrial japonés, 4
El anterior artículo fue el último de los que dediqué a Watanabe Riki y hoy publico el primero de los dos que dedicaré a otro de los pioneros del diseño japonés, Kenmochi Isamu.

Kenmochi Isamu (1912-1971), primera parte
Kenmochi Isamu, natural de Tokio, se graduó en 1932 en la Universidad de Artes Industriales de Tokio. Ese mismo año empezó a trabajar en el diseño de sillas con Toyoguchi Kappei, de quien hablé hace unas semanas, y tuvo como maestro a Bruno Taut cuando este vivió en Japón entre 1933 y 1936.

Kenmochi Isamu. Foto: ymk-pro.co.jp
En 1950, Kenmochi inició su colaboración con el escultor Isamu Noguchi (1904-1988) y dos años más tarde fundó, junto con Watanabe Riki y Yanagi Sōri, de quien hablaré dentro de unas semanas, la Asociación de Diseñadores Industriales de Japón. En 1952, viajó a Estados Unidos donde conoció a Charles y Ray Eames. En 1955 abrió su propia empresa de diseño.

Kenmochi, como otros diseñadores, se planteó muy pronto el dilema de las sillas en Japón. Ya en 1942 sugirió que si bien en los hogares japoneses podía mantenerse la costumbre de sentarse sobre los tatami, en los espacios públicos como oficinas, escuelas y talleres se debía adoptar la silla inexcusablemente. Sin embargo, remarcó que los diseñadores nipones no debían resignarse a copiar la estructura y forma de las sillas occidentales, pues desde muy antiguo habían existido sillas diferentes en China, algo que ofrecía una oportunidad para reinterpretar ese tipo de mueble de acuerdo con la tradición y espíritu de los países del este asiático.

Silla china, s. XVI-XVIII.
Foto: Wikimedia commons.
En realidad solo hubo dos países en toda Asia que no emplearon sillas ni taburetes, Corea y Japón. Según Kenmochi, las sillas japonesas debían ser asiáticas por extensión. Hay que tener presente que en los años treinta del siglo XX, en Japón se forjó un concepto político que entendía que el País del Sol Naciente debía convertirse en el líder de las naciones asiáticas para liberarlas del yugo colonialista occidental. Ese pensamiento panaasiático impregnó también a intelectuales y artistas.

La silla de bambú, 1950
En 1950, Kenmochi se encontró con su tocayo el escultor americano de padre japonés Isamu Noguchi, quien ese año había vuelto a Japón después de haber vivido en el país hasta los trece años, antes de trasladarse en 1918 a Estados Unidos. Noguchi permaneció en Japón cuatro meses invitado por el Instituto de Artes Industriales (Sangyō kōgei shikenjo). En esa época, cinco años después del fin de la guerra mundial, existía un enorme interés en conocer lo que acontecía más allá de las fronteras japonesas, por lo que Noguchi era visto como el puente que podía unir de nuevo la cultura nipona con la occidental.

Isamu Noguchi (izquierda) y
Kenmochi Isamu (derecha) 
sentados en una de sus sillas en 1950. 
Foto: Michio Noguchi, Museo Noguchi.
Noguchi era escultor, pero siempre mostró un gran interés por el diseño. Dentro de unos meses le dedicaré un artículo de esta serie. Kenmochi describió a Noguchi como un artista de talento excepcional capaz de crear piezas que reinterpretaban el espíritu japonés sin copiarlo. Ese era su ideal.

Nota: Kenmochi era japonés, por lo que como hago siempre lo menciono escribiendo primero su apellido y luego su nombre. Sin embargo, su tocayo Noguchi era americano, por lo que lo mencionaré a la “occidental”: nombre y apellido. Así escribiré Isamu Noguchi y Kenmochi Isamu.

La colaboración entre escultor y diseñador solo duró dos semanas y de ella surgió una silla de bambú que se encuentra a medio camino entre un mueble y una escultura. Lamentablemente, nunca se comercializó ni se conservó el modelo original, por lo que su posterior fabricación para el museo de Noguchi se realizó a partir de fotografías. Parece ser que la estructura de acero que soporta la silla fue idea de Noguchi, mientras que el respaldo y el asiento de bambú los diseñó Kenmochi.

Isamu Noguchi y Kenmochi Isamu: silla de bambú, 1950.
Foto de fuente desconocida.

Noguchi y Kenmochi no solo aplicaron en su silla nuevas técnicas de tejer el bambú para objetos de gran tamaño, sino que su concepción respondía a la idea que por entonces todavía tenía Kenmochi de las sillas. Según él, en Occidente eran objetos que proporcionaban confort y placer, lo que inclinaba a las personas a la dejadez y la pereza. Al contrario, el asiento que diseñó pensando en los orientales proporcionaba solo un mínimo grado de comodidad, pues su sobriedad y sencillez estaban más cerca de lo ascético que de lo hedonista. Recordemos que, en 1950, las sillas eran todavía vistas por los japoneses como un elemento extraño, pues en sus viviendas seguían sentándose sobre los tatami.

De ese mismo año, 1950, es el sillón de mimbre de Franco Albini que se muestra en la siguiente fotografía. Su estructura de madera curvada y la malla de mimbre, con el detalle moderno del cojín de color rojo, son una reinterpretación de las artesanías tradicionales en una Italia también de posguerra.

Franco Albini: sillón de mimbre Margherita para Vittorio Bonacina, 
1950. Medidas: 87x83x106 cm de altura. Foto de fuente desconocida.

El taburete de haya, 1958.
Otra de las piezas más representativas de Kenmochi es el pequeño taburete diseñado en 1958 para Tendo. Kenmochi lo creó pensando en la escasez de espacio de las minúsculas viviendas japonesas de los años cincuenta del pasado siglo. Por ese motivo, decidió que no tuviera respaldo y que fuera apilable. Realizado con madera de haya torneada y un asiento de vinilo de color negro, fue un éxito de ventas.

Kenmochi Isamu: taburete para Tendo, 1958. 
Medidas aprox.: 33x33x45 cm de alto. Foto: 1stdibs.com

En el siguiente artículo hablaré de los sillones de Kenmochi que diseñó a partir de 1960. Eso será dentro de quince días.