La porcelana en la cerámica japonesa
En los artículos de la semana pasada y anteriores comenté algunos de los planteamientos estéticos de la cerámica tradicional japonesa y cuán alejados estaban de la búsqueda de la simetría y el rechazo de lo imperfecto que regían en la alfarería europea. Pues bien, hoy vamos a adentrarnos en el mundo de la porcelana japonesa para comprobar que también ocurría algo semejante, o al menos parcialmente.
En los artículos de la semana pasada y anteriores comenté algunos de los planteamientos estéticos de la cerámica tradicional japonesa y cuán alejados estaban de la búsqueda de la simetría y el rechazo de lo imperfecto que regían en la alfarería europea. Pues bien, hoy vamos a adentrarnos en el mundo de la porcelana japonesa para comprobar que también ocurría algo semejante, o al menos parcialmente.
Cuando los holandeses empezaron a comerciar con Japón, los
centros de producción de porcelana se dedicaron, una vez más, a copiar
los modelos chinos que por esos años tenían gran éxito en el mercado del Viejo
Continente. Eso ya lo expliqué semanas atrás, pero se debe insistir en que desde el archipiélago nipón nunca, antes de 1860 aproximadamente, se exportaron a
Occidente piezas como las que hemos visto en anteriores artículos, esas que
encantaban a los maestros de té, letrados, señores feudales o samurai cultivados.