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martes, 11 de agosto de 2015

Pintura japonesa: el grabado japonés ukiyo-e, VI

La pintura en el periodo Edo, la madurez del grabado ukiyo-e, I
Después del artículo anterior consagrado a Suzuki Harunobu y el ukiyo-e polícromo, hoy hablaré de otro artista coetáneo que también supo extraer muchas de las posibilidades de esa nueva técnica.

Katsukawa Shunshō
Katsukawa Shunshō (1726-1792) ocupó durante dos décadas un puesto indiscutible como ilustrador del mundo del kabuki y en concreto de sus actores más famosos. Sus grabados consiguieron impregnar a sus personajes de un exuberante realismo (entendido este calificativo de manera distinta a cómo se interpreta en Occidente) y de una presencia que incluso parecía situarles fuera del soporte del papel.

En la reproducción siguiente se aprecia una de las características de la obra de Shunshō, su intención explícita de dejar bien claro quién era el actor retratado y qué papel representaba en una determinada obra, algo que la escuela de Torii no había tenido en cuenta. Esa decisión convirtió a sus láminas en el objeto del deseo de los aficionados al kabuki, una forma teatral que por esas fechas ya había generado a su alrededor un importante mercado de objetos relacionados con su mundo y demandados por un público ansioso de recibir cualquier tipo de novedad de sus actores favoritos.

Katsukawa Shunshō: Ichikawa Danjurō V 
en Shibaraku1781, xilografía, 32x15 cm.
Foto: Wikimedia Commons.
En la ilustración de la izquierda vemos que Shunshō retrata al protagonista de una de las más espectaculares obras del repertorio de kabuki: la titulada Shibaraku. La gigantesca vestimenta que envuelve al célebre Danjurō V no es en absoluto una licencia del pintor, sino la exacta reproducción del vestuario que utiliza el personaje que encarna ese actor en escena. El logotipo formado por tres franjas cuadrangulares no es más que el emblema de la familia Ichikawa, una estirpe que ha llegado hasta nuestros días con Ichikawa Danjurō XII (1946-2013), y que en esta obra de kabuki aparece estampado a una escala enorme en el impresionante kimono del protagonista.

Tanto ese emblema como el color del kimono y del hakama, con sus larguísimas perneras que el el actor arrastra por el escenario cuando se desplaza, como la gigantesca insignia estampada en unas no menos inverosímiles mangas, dejaban claro para el aficionado que se estaba retratando a un Ichikawa representando Shibaraku. Para acabar de situar la función, en el fondo de la estampa aparece el logotipo del teatro donde se llevaba a cabo la función, el Nakamura-za de Tokio.

A los interesados en el teatro, les recuerdo que en este blog pueden encontrar una serie de diez artículos dedicada el kabuki, donde se incluyen varios vídeos de una representación en la que actúa precisamente el último descendiente de esa estirpe de actores, Ichikawa Danjurō XII. El enlace a su primera entrada es este.

En la siguiente xilografía, Shunshō retrata de nuevo a Danjurō V. Esta vez, su personaje está comenzando a desenvainar la espada que oculta bajo su negra vestimenta, sobre la cual aparece el ideograma kin, es decir, oro, en referencia al nombre del héroe, Kintoki o de forma completa, Sakata no Kintoki. Shunshō ejecutó varias estampas de este mismo personaje con ligeras variantes en su postura y los colores del vestuario.

Katsukawa Shunshō: Ichikawa Danjurō V e
n el papel de Kintoki1777, xilografía, 32x15 cm. 
Foto: Wikimedia Commons.

Kintoki es uno de los cuatro guerreros que en esa escena de la obra se preparan para atacar al monstruo araña. Estamos hablando de Tsuchigumo, otra de las más espectaculares y conocidas piezas de kabuki. Precisamente, esos cuatro soldados son una referencia a la iconografía budista y en concreto a los reyes celestes que comenté en la serie dedicada a la escultura japonesa.

En el grabado de la siguiente ilustración, una vez más, la vestimenta se convierte en un elemento importante de la composición. Una mujer, claramente una cortesana según se deduce por el número de agujas en su tocado, está acabando de peinarse. Para colocarse la última, ha apartado su kimono negro del hombro y desplazado su brazo para sacarlo por debajo del segundo kimono, una maniobra frecuente en hombres cuando han de realizar según qué tareas, pero mucho menos en mujeres, excepto si se encuentran en privado.

Katsukawa Shunshō: Mujer de pie, 1780-1790,
xilografía, 55x26 cm. 

Foto: Wikimedia Commons.
Los diferentes kimono demuestran que la joven se está vistiendo para un acto formal. Dirige su mirada al suelo, donde seguramente se encuentra un espejo en el que contempla los últimos detalles de su vestimenta y peinado. El discreto diseño de su atuendo exterior negro realza el tono gris del segundo kimono con un estampado de flores de cerezo. Entre las diferentes capas no puede faltar una de color rojo que remata el cuello y vemos aparecer en la zona baja. El obi escarlata complementa un conjunto muy sobrio en el que el toque encarnado indica la belleza de mujer, quizás ya no muy joven.

Con la obra de Harunobu que vimos la semana pasada y la de Shunshō de hoy, hemos podido comprobar la importancia que comenzaban a tener los grabados de mujeres hermosas, un tema que llevarán a su máximo nivel dos artistas de los que hablaré los dos martes próximos.

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