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martes, 2 de diciembre de 2014

Arquitectura moderna japonesa: Tange Kenzō, XXVI

La arquitectura moderna japonesa: Tange Kenzō, las últimas obras
La semana pasada hablé del nuevo ayuntamiento de Tokio proyectado por Tange Kenzō y hoy voy a concluir esta serie dedicada a la etapa final de su carrera comentando tres de sus últimas obras construidas en Tokio.

La Universidad de las Naciones Unidas, 1992
La sede de la Universidad de la Naciones Unidas en Tokio es un edificio de solo catorce plantas cuyas enormes vigas a 45º muestran una megaestructura apenas disimulada por un revestimiento de granito gris en dos tonos. En la fotografía siguiente se observa que esos elementos singulares solo se manifiestan en las fachadas laterales.

Tange Kenzō: Universidad de las Naciones Unidas, 1992, Tokio.
Foto: Wikimedia Commons.

De manera semejante a lo que dije sobre el aspecto del nuevo ayuntamiento de Tokio, inaugurado un año antes y que comenté la semana pasada, la simetría de este proyecto, con sus 65 metros de altura, se ha querido ver como una referencia a la arquitectura gótica europea, ejemplo de representatividad de una construcción en la sociedad del Viejo Continente según los partidarios de esa, en mi opinión, algo rebuscada interpretación. Semejante planteamiento aplicado a un edificio actual puede resultar incluso algo irritante, por cuanto tales analogías, aunque a priori no son rechazables, solo quedan plenamente justificadas si la similitud es evidente. 

Tange Kenzō: Universidad de las Naciones Unidas, 1992, Tokio. Foto: Wikimedia Commons.

La torre Shinjuku Park, 1994
Muy cerca de su ayuntamiento, Tange proyectó el que en la época fue el segundo edificio más alto de Tokio: la denominada Torre Shinjuku. Se trata de una estructura similar en algunos aspectos y que para reducir el efecto visual de “pantalla” el arquitecto volvió a subdividir mediante unos quiebros en su fachada, que de esa manera da la sensación de estar formada por tres torres de diferente altura. Como en el conjunto metropolitano, los ventanales son de tono azulado y los antepechos de granito.

Tange Kenzō: Edificio Shinjuku, 1994, Tokio. Foto: J. Vives. 

La torre Shinjuku Park es una muestra a gran escala de la mezcla de usos en un mismo edificio, un hecho muy frecuente en Japón. En sus 52 pisos se distribuyen locales comerciales, restaurantes, oficinas, salas multiuso y en sus últimas trece plantas un hotel de lujo, precisamente en el que se desarrolla la conocida película Lost in translation de Sofia Coppola.

Tange Kenzō: Edificio Shinjuku, 1994, Tokio. Foto en Massimo Bettinotti (edit): 
Kenzo Tange 1946-1996. Architettura e disegno urbano. Electa, 1997.

La torre Shinjuku Park resulta inconfundible por los remates inclinados de sus cubiertas a diferente nivel, bajo las cuales se sitúan unos impresionantes espacios como los de la siguiente fotografía.

Tange Kenzō: Edificio Shinjuku, 1994, Tokio. Foto en Massimo Bettinotti (edit): 
Kenzo Tange 1946-1996. Architettura e disegno urbano. Electa, 1997.

El edificio Fuji Sankei, 1996
El cuartel general de la empresa de televisión Fuji, situado en la isla artificial de Odaiba en la bahía de Tokio, es uno de los pocos proyectos en muchos años en el que Tange vuelve a aplicar de forma clara los principios metabolistas y de megaestructura.

Tange Kenzō: Edificio Fuji, 1996, Tokio. Foto: Wikimedia Commons.

El edificio es la sede de una cadena de televisión privada que se ha convertido en un destino turístico gracias a sus espectaculares escaleras mecánicas y sobre todo a su impresionante mirador esférico. El complejo se asienta en un basamento de siete plantas sobre el que vuela una superestructura de veinticinco pisos que deja amplios huecos para diferenciar dos zonas: la destinada a estudios y la dedicada a oficinas. Como elemento singular, una gigantesca esfera de titanio encajada entre los soportes parece suspendida en lo alto.

Tange Kenzō: Edificio Fuji, 1996, Tokio. Foto: Wikimedia Commons.

El aspecto del edificio Fuji Sankei recuerda un poco al centro Yamanashi de 1966, aunque sus acabados brillantes, frente a los rugosos del hormigón de este, crean un ambiente mucho más aséptico y futurista.

Los últimos proyectos de Tange construidos a partir de la década de los noventa, a pesar de algunos ejemplos notables, no me parecen equiparables a los de épocas anteriores de su carrera. Sus obras de esos años, aunque reconozco su excelencia técnica y constructiva, nos hacen añorar las de los cincuenta, sesenta y setenta del pasado siglo, en mi opinión más “ingenuas” pero más innovadoras y poéticas.

Posiblemente, en las décadas posteriores la labor del arquitecto en su enorme oficina ya no era la de antaño. La vicepresidencia de Kenzo Tange Associates la ocupó en 1988 su hijo Paul Noritaka Tange (1958), quien en 1996 ascendió a la presidencia. Difícil papel tienen los hijos de los grandes maestros de cualquier especialidad si deciden dedicarse a su misma profesión. Le deseo la mejor suerte y toda la inspiración del mundo.

Con esto doy por concluida la serie de artículos consagrada al arquitecto Tange Kenzō. Durante veintiseis entregas consecutivas a lo largo de cinco meses hemos podido comprobar la enorme calidad de su ingente producción. Por supuesto que han quedado muchas obras sin ni siquiera mencionar, algunas de ellas ya desaparecidas, otras que no pasaron de la fase de proyecto, muchas eran planes urbanísticos. Además, tampoco he hablado de ninguna de las construidas fuera de Japón en los cinco continentes, quizás lo haga en otra ocasión.

Para no aburrir a mis sufridos lectores, la semana próxima iniciaré otra serie, esta vez dedicada a la pintura clásica. Hasta entonces.

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