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martes, 30 de mayo de 2017

Teatro moderno japonés a partir de 1960. El angura, VI

Después de que en el anterior artículo hablase del comienzo de la carrera de Suzuki Tadashi y de cómo creó sus compañías de teatro, hoy voy a comentar algunos aspectos concretos de un par de sus montajes.

Las obras de Suzuki Tadashi, I
Dije hace quince días que una vez hubo creado en 1966 su compañía, el Waseda Shōgekijō, gran parte de los montajes de Suzuki eran de autoría propia, de Betsuyaku Minoru o de otros escritores japoneses. Uno de estos últimos fue el de la obra La máscara de la doncella de Kara Jūrō, de la que hablaré dentro de un mes en los artículos que consagraré a este autor. Como adelanto del comentario que haré de esa pieza, inserto la siguiente fotografía de una escena de amor en la que aparecen Kasugano, la otokoyaku (es decir, una actriz, en este caso Shiraishi Kayoko, que interpreta un papel de hombre), y Midorigaoka, encarnado por Yoshiyuki Kazuko.

Escena de la obra de Kara Jūrō La máscara de la doncella, dirigida por en 1969. 
Foto en Ian Carruthers y Takahashi Yasunari: The Theatre of Suzuki Tadashi
Cambridge University Press, 2004.

Sobre las pasiones dramáticas
Pero de todos los montajes de esos años de Suzuki Tadashi, debe destacarse la constantemente revisada y recreada Gekiteki naru mono o megutte, que más o menos literalmente significaría “En busca de lo dramático”, pero que se ha traducido al inglés como Sobre las pasiones dramáticas (On the Dramatic Passions). La obra se considera un hito del teatro japonés de posguerra. Su primer montaje se hizo en 1969 en Tokio; el segundo, un año más tarde con el título de Sobre las pasiones dramáticas II, y el tercero, en 1973 en Ámsterdam y Tokio con el título de Sobre las pasiones dramáticas II, nueva versión.

Shiraishi Kayoko en el papel de Seigen la loca de Sobre las pasiones dramáticas II, 
Waseda Shōgekijō, Tokio, 1973. Foto en Ian Carruthers y Takahashi Yasunari: 
The Theatre of Suzuki TadashiCambridge University Press, 2004.

Esta pieza de Suzuki se centra en el personaje de una mujer perturbada que compensa el enclaustramiento a que le somete su familia con sus fantasías en las que encarna a figuras del teatro kabuki. La interpretación que hizo del papel protagonista Shiraishi Kayoko (1941-), que también aparece en la primera fotografía de La máscara de la doncella, impresionó a la crítica y al público de la época. Cuando la actriz en su delirio encarnaba a Ōkuni, la fundadora del kabuki a principios del siglo XVII, tanto su arte como la maestría de Suzuki como director demostraban la validez de los enfoques poéticos situados más allá del simple realismo. Algo muy semejante a lo que sucede en el y en el kabuki.

La segunda versión de Sobre las pasiones dramáticas II, significó el primer gran éxito de Suzuki y el inicio del reconocimiento de su obra en el extranjero. Después del estreno de su montaje inicial en Tokio, se representó con idéntico resultado en Osaka y Kioto, tras lo cual, en 1972, recibió una invitación de Jean-Louis Barrault para representarla en el Festival del Teatro de las Naciones en París. Allí solo se ofrecieron dos escenas de la obra, pero el triunfo fue tal que el Festival de Nancy, dirigido por Jack Lang, le propuso ofrecer la obra completa al año siguiente. En esa época Suzuki todavía era director de la compañía del Waseda Shōgekijō y no había creado el SCOT. La ilustración siguiente es de la puesta en escena de esa obra en París.

Shiraishi Kayoko en el papel de Seigen y Tanze Hideo en el de Sota en Sobre las pasiones dramáticas II, Teatro Rècamier, París, 1972. Foto en Ian Carruthers y Takahashi Yasunari: The Theatre of Suzuki Tadashi. Cambridge University Press, 2004

La crítica de Nancy fue unánime. Además de los elogios a la producción y especialmente a la labor de la protagonista Shiraishi Kayoko, el diario Le Monde calificó a Suzuki de “Grotowski japonés”. Ese mismo año, el director polaco viajó a Japón para asistir a los ensayos de la troupe de Suzuki e invitarle al Festival del Teatro de las Naciones de Varsovia de 1975 y a su propio taller en la ciudad de Wrocław. El japonés ya era reconocido como uno de los gurús del teatro moderno mundial.

Ese momento marcó el inicio de la etapa de madurez de Suzuki Tadashi. Había logrado cristalizar su filosofía teatral gracias a su método. Él mismo reconocía que durante los ensayos no cesaba de introducir cambios. Sus actores eran capaces de “escribir la obra sobre el escenario”. En ese momento, Suzuki fue consciente de que debía independizarse de los textos originales. Ciertamente, estos indicaban el sentido y sentimiento de cada pieza, pero la situación sobre un escenario era muy diferente. Por eso creía que, al igual que los textos de kabuki se centraban sobre la labor del actor, sus producciones “no tenían valor en su forma escrita.”

Los interesados pueden leer el argumento detallado, escena a escena, de Sobre las pasiones dramáticas II según la versión del Waseda Shōgekijō, en el libro de Ian Carruthers y Takahashi Yasunari: The Theatre of Suzuki Tadashi. Cambridge University Press, 2004, págs. 100-115.

Las troyanas
En 1974, Suzuki adaptó y dirigió Las troyanas, basada en Las Bacantes de Eurípides y producida por el Iwanami Hall de Tokio. Ese montaje se vio en el Teatro Español de Madrid en 1987 y de él dijo la crítica de El País: “Tadashi Suzuki extrae de la obra original el argumento básico: la lucha entre Penteo, el escéptico Rey de Tebas, y Dionisio, el peligroso y sensual dios de Oriente, añadiendo espectaculares efectos visuales, toques superrealistas y los conocidos actores preparados personalmente por Suzuki con sorprendentes resultados.”

A raíz del estreno de la pieza en Japón, el crítico Senda Akihiko comentó un aspecto de la dirección de actores especialmente interesante. En su artículo remarcaba que tanto los tres protagonistas como el coro pasaban la mayor parte de la obra en cuclillas, una postura que en Japón, y también en gran parte de Asia, estaba muy extendida entre la población, pero que en esa época comenzaba a ser menos frecuente entre las clases medias por considerarse poco adecuada adoptarla en lugares públicos.

En los años setenta todavía era fácil encontrar en las estaciones de tren a hombres con traje y corbata esperando en cuclillas, una posición que les permitía descansar a falta de un asiento convencional. Hace ya décadas que resulta difícil ver a un salaryman en esa postura, aunque algunos jóvenes la adoptan cuando quedan ensimismados en sus móviles, al igual que no pocos trabajadores manuales si realizan un alto en su quehacer.

Versión de Suzuki de Las troyanas de Eurípides, Iwanami Hall, Tokio, 1974. 
Foto en Senda Akihiko: The Voyage of Contemporary Japanese Theatre
University of Hawai’i Press, 1997.

Pues bien, a partir de esa visión que confronta la postura en cuclillas con la de sentado en una silla o banco, el crítico explicaba el sentido de la reinterpretación a la japonesa de las tragedias griegas que hacía Suzuki. Aducía que este las analizaba a través del filtro de la sensibilidad nipona y de los característicos movimientos del cuerpo derivados del teatro y del kabuki. Con ello, el director lograba crear una forma de interpretar el drama occidental totalmente diferente de cómo se había hecho hasta entonces en Japón.

Como tengo preparados un par de apartados dedicados a una de las últimas obras de Suzuki y a su método, en los que he insertado unos vídeos, he decidido no incluirlos en este artículo para no hacerlo demasiado largo. Así pues, dentro de quince días nos volveremos a encontrar con la obra del maestro japonés.

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