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viernes, 20 de septiembre de 2019

Libro "Arquitectura tradicional de Japón"

Inminente publicación de Arquitectura tradicional de Japón

Satori Ediciones ha tenido la gentileza de publicar mi último trabajo sobre arquitectura japonesa y hace un par de días anunció en sus redes sociales la inminente aparición en las librerías de sus dos volúmenes. El primero abarca desde los orígenes hasta 1868, y el segundo, desde esa fecha hasta el año 2015.

Por mi parte, también anuncié en mi Twitter y Facebook la próxima aparición del primer volumen de esa historia de la arquitectura japonesa, del que inserto aquí su cubierta. 

Como he visto que esos anuncios en las redes sociales han provocado mucha expectación, no me he resistido a ofrecer en esta entrada la primera página de su introducción. Es solo un minúsculo aperitivo. 

En cuanto se encuentre en las librerías publicaré en este blog tres artículos con sus datos, su índice completo y un extracto de mayor extensión que el de hoy.

Mientras tanto, podéis leer estas líneas al tiempo que saboreáis una cervecita o un aperitivo japonés.

Introducción

La arquitectura japonesa
Los arquitectos japoneses actuales han alcanzado un enorme prestigio internacional. En el ámbito de su profesión se encuentran en la cumbre de la excelencia. Muy pocos países pueden hoy, en la segunda década del siglo XXI, mostrar un plantel de creadores, tanto jóvenes como veteranos, de nivel semejante. Sirva de referencia el historial del Premio Pritzker, el más valorado de todo el planeta. Desde su primera edición de 1969 se han concedido cuarenta galardones, seis de ellos otorgados a arquitectos japoneses. Tange Kenzō lo recibió en 1987. A partir de ese momento, le sucedieron Maki Fumihiko en 1993, Andō Tadao en 1995, Sejima Kazuyo y Nishizawa Ryūe en 2010, Itō Toyo’o en 2013 y Ban Shigeru en 2014. Es decir, el 15 % de las medallas Pritzker han ido a parar a Japón y en los últimos ocho años, desde 2010 hasta 2017, se ha distinguido con ellas a tres japoneses. Una muestra clara de la pujanza y calidad de los arquitectos del País del Sol Naciente.

Pero esa explosión creativa no se ha producido por accidente. Entre 1960 y 1990, Japón desarrolló una actividad inmobiliaria enorme, al tiempo que su fortaleza económica e industrial lo situó a la altura de los Estados Unidos de América. Durante ese periodo, las primeras generaciones de arquitectos japoneses de posguerra realizaron una serie de proyectos, parte de ellos basados en una contagiosa euforia y confianza en la tecnología de la época, que asombraron a sus colegas occidentales. De entre todos, destacaron Sakakura, Maekawa, Tange, Kikutake o Kurokawa. No obstante, muy pronto apareció un ramillete de jóvenes que, distanciándose de sus maestros, demostraron que existían otras vías. Se llamaban Shinohara, Maki, Isozaki, Hara, Takeyama, Taniguchi o Andō.

En los albores del nuevo milenio, una verdadera ola de arquitectos volvía a sorprender al mundo con propuestas totalmente diferentes de las de sus más cercanos predecesores. Las desmitificadoras obras de Isozaki, las serenas viviendas de Andō o los elegantes juegos formales de Maki parecían de otro planeta frente a los orgánicos inmuebles de Itō, las inmateriales fachadas de Kuma o los inaprensibles espacios de Sejima y Nishizawa. Hoy día se están construyendo en Japón muchos de los edificios más ligeros, etéreos y flexibles del planeta, propiedades que tienen mucho que ver con ciertos rasgos de la mejor arquitectura japonesa clásica, la erigida entre los siglos XI y XIX.

A los occidentales nos sigue gustando buscar y encontrar en todo lo que se hace en Japón, ya sea una creación artística o una manifestación popular, señales de una tradición para nosotros enigmática pero muy atrayente. Una actitud que no pocas veces provoca inesperadas sorpresas e interpretaciones equivocadas.

A menudo, los arquitectos japoneses muestran extrañeza cuando alguien, que vive a miles de kilómetros, les comenta que descubre en su obra, a pesar de su rotunda modernidad, rasgos clásicos o tradicionales nipones. Que si esta solución recuerda la de tal o cual edificio de hace cinco siglos. Que si la planta de este proyecto sigue el esquema de una célebre villa. Que si un determinado espacio produce la misma sensación que la que se experimenta en un conocido templo. Incluso que si la concepción de su trabajo responde a la filosofía de un determinado pensador japonés. ¿Estaremos viendo espejismos? Espero que el lector pueda encontrar la respuesta a esa pregunta en las páginas de este libro.

La continuación, dentro de unas semanas...

Ya han pasado esas semanas y ahora ya tienes más información sobre el libro.