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martes, 11 de febrero de 2020

Rasgos y recurrencias en el arte japonés, II

La asimetría en las artes japonesas
Hace quince días publiqué el primer artículo de esta serie que voy a dedicar a los rasgos recurrentes en el arte japonés. Allí comenté las diferencias que existen entre la concepción espacial de la pintura oriental y la occidental, y hoy ya puedo adelantar que, a lo largo de varios meses, hablaré de los siguientes conceptos: asimetría, sugerencia, planeidad, fragmentación, perspectiva y vacío. 

Este artículo lo dedico al primero de ellos, la asimetría, un rasgo que veremos se encuentra a menudo en muchas de las artes japonesas.

En Japón, la asimetría se inculca a los niños desde su más tierna infancia. En los primeros años de escuela, se les enseña que el trazo vertical de un kanji no debe cortar a uno horizontal justo en su punto medio. Si así se hiciera, resultaría un ideograma sin vida.

En contrapartida, en nuestro entorno cultural, la simetría se ha visto como una manera de conseguir estabilidad visual y claridad formal. En la la arquitectura y jardinería europeas clásicas casi siempre se ha utilizado la simetría como germen de su composición; es más, una disposición asimétrica general, no en sus pequeños elementos, era rechazable. 

La antinomia simetría-asimetría
Como ejemplo de esto, he seleccionado un palacio italiano y una villa imperial japonesa, ambos del siglo XVII. Viendo las fotos de sus fachadas es evidente que parten de planteamientos opuestos, la simetría en el caso italiano y su rechazo en el japonés. Parecen ser dos formas antagónicas de afrontar el proyecto arquitectónico. Son como las caras opuestas de una moneda o como dijo Levi-Strauss refiriéndose a Japón: la otra cara de la luna.

Fachada del Palacio Barberini, 1633, Roma. Foto: Wikimedia Commons.

La composición de la fachada del palacio Barberini que vemos en la anterior fotografía, como en otros muchos casos de la época, se rige por un eje vertical de simetría. Sin embargo, como se aprecia en la siguiente ilustración, en la residencia imperial de Katsura, no se utilizó en su composición ningún esquema simétrico. Mas adelante, en el siguiente artículo, comentaré cómo esta antinomia resulta aún más evidente cuando se comparan los planos de planta de ambos edificios.

Fachada del edificio residencial de la Villa Imperial de Katsura, 1615-1663, Kioto. Foto: J. Vives.

La asimetría en la pintura japonesa
En pintura, los creadores nipones se apoyaron desde muy pronto en la asimetría, la cual, combinada con los encuadres parciales y la ocultación selectiva del paisaje, les ofrecía grandes posibilidades expresivas. 

No obstante, cuando en los biombos se representaban árboles situándolos casi fuera de sus paneles, era necesario fijar ciertas relaciones más sutiles que la simple simetría si se deseaba conseguir el equilibrio compositivo. Frecuentemente, la solución adoptada era que alguna de las pocas ramas enteramente visibles se extendiese horizontalmente atravesando el vacío como señalando un espacio situado más allá.

La fotografía siguiente es de una pintura sobre una puerta corredera de cuatro hojas. En ella vemos que los elementos de mayor tamaño, en este caso el árbol, las montañas y la grulla, se desplazan a un lado del soporte, dejando una buena parte de la superficie sin apenas nada, otra característica que comentaré en su momento.

Obsérvese que se aprecian perfectamente los círculos negros de los tiradores de las hojas, pero que se han borrado de la foto los finos marcos lacados de cada una de ellas. 

Kanō Eitoku: Flores y pájaros de las cuatro estaciones, tinta sobre papel,
176x142 cm cada hoja, c. 1566. Puertas correderas, fusuma, de la residencia del abad
del templo Juk
ō-in, Daitoku-ji, Kioto. Foto: Wikimedia Commons.

Veamos cómo ese método compositivo que desplaza el foco temático descentrándolo, llegando incluso a que parte de él quede fuera de cuadro, se siguió utilizando en la pintura japonesa a lo largo de toda su historia. Las ilustraciones siguientes de dos biombos de los siglos XVI y XX, pero de técnica y formato clásicos, lo confirman.

Sesson Shūkei: Paisaje de las cuatro esatciones, tinta y color sobre papel, dos biombos de seis paneles y 157x337 cm cada uno, c. 1560. Chicago Art Institute. Foto: Wikimedia Commons.













En la pareja de biombos del siglo XVI de la ilustración anterior, ese desplazamiento del paisaje a los extremos de cada mampara deja la zona central del conjunto casi vacía. 

En los biombos del siglo XX de la siguiente ilustración, el descentramiento y ocultación del árbol es evidente en ambas mamparas. En el de la izquierda, solo aparecen unas ramas floridas que parecen señalar al sol rojizo. En el de la derecha, no se muestra gran parte de su tronco ni su arranque del terreno. 

Shimomura Kanzan: Monje mendicante
color y oro sobre seda, biombo izquierdo, 137x407 cm,1915. 
Museo Nacional de Tokio. Foto: Wikimedia Commons.






Shimomura Kanzan: Monje mendicante
color y oro sobre seda, biombo derecho, 137x407 cm,1915. 
Museo Nacional de Tokio. Foto: Wikimedia Commons.



























Su composición general marca una direccionalidad evidente, la del camino que está recorriendo el peregrino. En este caso la asimetría del conjunto que forman los dos biombos no impide que la composición esté perfectamente equilibrada gracias a ese impactante sol.

Pero ese descentramiento que hemos visto en esas pinturas, del que podríamos encontrar  muchos más ejemplos y que refleja el gusto por buscar el equilibrio sin recurrir a la simetría, quizás se da de manera más evidente en la jardinería, sobre todo si se compara con lo que se hacía en Europa en esa misma época.

Llegado a este punto, prefiero no hacer demasiado largo este artículo y dejar para dentro de quince días el continuar hablando de la asimetría en las artes japonesas.

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