La ceremonia de té en Japón. Los utensilios, 2
El anterior artículo lo empezamos viendo varios ejemplos de
los dos tipos de recipientes donde se guarda el té en polvo y lo finalizamos
hablando de la cucharilla de bambú con la que se pone la cantidad adecuada en
el bol. Pues bien, el artículo de hoy lo dedicaremos íntegramente a hablar del cuenco
de té.
De todos los objetos utilizados en el chanoyu, el cuenco
de té, siempre de cerámica, es el que posee mayores posibilidades estéticas. Su
nombre japonés es chawan y la variedad de formas, texturas, colores,
esmaltes e incluso pesos que puede tener es ilimitada. Eso permite que, a
partir de la estación del año, el primer concepto a tener en cuenta, el
anfitrión elija el tipo de bol de acuerdo con la atmósfera que desea crear.
En la época Momoyama, la ciudad
de Kioto, situada entre Mino al este y Karatsu al oeste, se convirtió en un
nuevo centro de la producción alfarera del país. Debido a su capitalidad e
importante patrimonio artístico de todo tipo, Kioto disfrutaba de un ambiente
muy diferente del resto de poblaciones. En concreto, dos personajes de esa
ciudad, un alfarero de origen coreano, Raku Chōjirō, y un monje zen, Sen
no Rikyū, lograron que gran parte del mundo de la cerámica girara en torno a la
ceremonia de té. El artesano Chōjirō encontró en el artista Rikyū un idóneo
colaborador que supo extraer de sus manos, gracias a su manera de hacer
personal e inconfundible, algunos de los más excelsos tazones de la historia
japonesa. Afortunadamente, y como ocurre muchas veces en Japón, las enseñanzas
de ambos se han ido transmitiendo generación tras generación hasta hoy día, merced a los descendientes del primero
en el arte de la cerámica y del segundo en el de la ceremonia de té.
Raku
Chōjirō: bol de té Shunkan, s. XVI, 8,1x10,7 cm. Mitsui Bunko, Tokio. Foto en Raku.
A dinasty of Japanese Ceramists. Kioto: Museo Raku, 1999. |
Y este es el segundo párrafo que extraigo del libro:
A finales del siglo XVI, los utensilios chinos habían perdido parte de su antiguo predicamento entre los distinguidos aficionados al rito del té. En esos años, las piezas fabricadas en Japón disfrutaban ya de una excelente reputación y entre las más reconocidas se encontraban las creadas por el mencionado Raku Chōjirō, un artesano de Kioto que se convirtió en una referencia ineludible en la cerámica japonesa. Fue Sen no Rikyū quien convenció a Chōjirō para que abandonara la profesión de fabricante de tejas, heredada de su padre coreano, y se consagrara al modelado de tazones de té. Se estima que el primero lo fabricó entre 1577 y 1580. Según la tradición, el apellido Raku fue concedido a Chōjirō por Hideyoshi en reconocimiento de su trabajo. Esa palabra apareció por primera vez en la base de un bol creado por Chōjirō por encargo del propio Hideyoshi, quien le había regalado un sello con el ideograma de su nuevo apellido. A partir del siglo XVII, las piezas salidas del taller de los Raku recibieron el nombre de rakuyaki por su inconfundible aspecto.
Raku
Dōnyū III: bol de té Nue, s. XVII,
9 cm. Mitsui Bunko, Tokio. Foto en Raku. A dinasty of Japanese Ceramists. Kioto: Museo Raku, 1999. |
Raku IX Ryōnyū:
bol raku negro, Shōrei, c.
1810-1838, 10 cm de alto y 11,11 cm de diámetro. Los Ángeles County Art Museum. Foto: Wikimedia Commons. |
Los cuencos de té más célebres suelen tener un nombre que alude a su forma o diseño. El de la fotografía siguiente se debe a su aspecto parecido a un zapato. Si nos fijamos en ese bol, y en los dos anteriores, comprobaremos que su aspecto muy irregular no tiene nada que ver con la simetría de la cerámica italiana o europea de la época.
Bol de
té Waraya de estilo oribe negro llamado kutsuwa, principio s.
XVII, 7,8 cm. Hornos de Mino. Museo de Arte Gotō de Tokio. Foto en Christine Shimizu: Le grès japonais. París: Massin, 2001. |
Por otro lado, el “toque decorativo” en Japón se daba con las manchas y regueros del barniz, siempre aleatorios e imprevisibles, mientras que en Italia se preferían los arabescos, imágenes de paisajes u otros temas cuidadosamente creados por el artista. Compárese los boles japoneses anteriores con las vasijas italianas de mayólica de la siguiente fotografía.
El cuenco de la siguiente ilustración es del tipo shino,
término que se aplica a las cerámicas de la región de Mino, prefectura de Gifu,
que se distinguen por sus espesos barnices blancos y textura irregular.
Bol de té de estilo shino, obra de Tōzō Higuchi (1901-1976).
Colección particular. Foto: Wikimedia Commons. |
Hay que tener presente que las ondulaciones de las paredes
de los boles de té se adaptan muy bien a los dedos de las manos, un detalle que
hoy no es extraño verlo en ciertos tazones o jarritas occidentales
pretendidamente muy modernos y que justifican tal irregularidad por ser muy “ergonómicos”.
Pues bien, eso ya lo tenían en cuenta los japoneses en sus cuencos de té hace
más de cuatrocientos años.