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martes, 22 de febrero de 2022

Japón y el mundo del té, XVIII

La ceremonia de té en Japón. La arquitectura, 2

Hace quince días empecé a hablar de algunos de los rasgos de las casas de té propuestas por los primeros maestros y hoy dedicaré este artículo a presentar una de ellas construida hace más de cuatrocientos de años y que todavía se conserva.

Debo decir que respecto a esto de que “se conserva” hay mucho que matizar. Es bien sabido que la arquitectura japonesa se ha construido tradicionalmente con una estructura de madera a base de pilares y vigas y una casi ausencia de paredes de ladrillo, piedra o argamasa. En vez de muros, casi todas las fachadas se cerraban con ligerísimos paneles correderos, unos con papel en vez de vidrio y otros de madera a modo de contraventanas para proteger a los anteriores del viento y la lluvia. 

Curiosamente, en la mayoría de las casas de té sí había paredes, en su caso hechas con una especie de arcilla reforzada con un encañizado. Incluso esas zona opacas podían ocupar más superficie que las ventanas. Pero eso lo veremos enseguida.

A pesar de esto último, el sistema constructivo japonés permitió que muchas casas de té pudieran trasladarse desde su emplazamiento original a otro. Incluso en ciertos casos, como las que se encuentran en el recinto de la escuela Urasenke, se tenía documentación y planos de las originales, por lo que, a pesar de haberse destruido a causa de tifones o incendios, se han podido reconstruir fehacientemente en su actual sede de Kioto.

Atribuida a Kobori Enshū: casa de té Hassoseki en Nanzen-ji, Kioto, 1628. 
Foto en Shuichi Kato: Japan, Spirit and Form. Tokio: Tuttle, 1994.

martes, 8 de febrero de 2022

Japón y el mundo del té, XVII

La ceremonia de té en Japón. La arquitectura, 1

Con en el anterior artículo cerré la primera parte de esta serie dedicada al mundo del té, al chadō. A partir de ahora iré desgranado poco a poco las relaciones, influencias y puntos comunes entre el camino del té y artes como la arquitectura, la jardinería o la cerámica.

La vía del té japonesa podría definirse como un sistema, es decir, un grupo de actividades o especialidades interrelacionadas que emiten flujos de información en todas direcciones y sentidos entre ellas. Son elementos de un conjunto que se necesitan unos a otros. Pido disculpas por esta definición un poco alambicada.

Me explicaré. Sus maestros fundadores (ver el primero de los artículos que les consagré) crearon un protocolo muy meticuloso para que el lugar donde se celebraba el encuentro alrededor de un bol de té cumpliera unos requisitos muy concretos. De algunos de ellos ya he hablado en esta serie; por ejemplo, en la sexta entrada comenté los seis principios de Sen no Rikyū.