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martes, 22 de marzo de 2022

Japón y el mundo del té, XX

La ceremonia de té en Japón. La arquitectura, 4

Hace quince días hablé de la segunda de las casas de té clásicas que estoy analizando y hoy lo haré de otra también histórica, pero que se sitúa en un marco realmente singular. Veamos a qué me refiero.

 El Shōkin-tei de Katsura

Después de comentar, muy por encima, las características de las casas de té tradicionales construidas a partir de los planteamientos de los grandes maestros clásicos como Sen no Rikyū o Kobori Enshū, voy a presentar muy rápidamente otra situada dentro de un pabellón de la villa imperial de Katsura en Kioto que, a su vez, también podría considerarse una cabaña de té, aunque de otro tipo.

Hablé de la villa imperial de Katsura en una corta serie de cuatro artículos que publiqué en 2015: este es el primero de ellos. Cuando allí comenté el pabellón denominado Shōkin-tei inserté fotos mías, sin embargo, hoy voy a usar otras de Wikimedia Commons mucho mejores.

La sala de té que comento hoy, con solo una superficie de tres tatami y tres cuartos, se encuentra en el interior de ese pabellón llamado Shōkin-tei. En la foto siguiente vemos su fachada sur con una arboleda de fondo y su cubierta vegetal, uno de los acabados preferidos por los maestros por su sencillez, naturalidad y aspecto rústico.

El pabellón Shōkin-tei visto desde una orilla del estanque de la villa imperial de Katsura, 
Kioto, mediados del siglo XVII. Foto Wikimedia Commons.

La siguiente ilustración es de la planta del Shōkin-tei. Las dos salas de la zona inferior, orientadas a sur, se denominan, como es usual en Japón, primera y segunda estancia. La mayor, de once tatami, se comunica con la menor, de seis, a través de unos fusuma con un diseño de cuadrados ajedrezados blancos y verdosos que se han convertido en la seña de identidad del pabellón y que aparecen en un par de fotos que he insertado más adelante. Desde esta última sala se accede a la habitación de té, que he señalado con una elipse roja en el plano. Detrás de ella se encuentran los espacios destinados a los preparativos de la ceremonia.

Planta del pabellón Shōkin-tei de la villa imperial de Katsura, Kioto, mediados del siglo XVII. 
Foto Virginia Ponciroli (ed.): Katsura, la villa imperiale. Milán: Electa, 2004.

La foto siguiente es del interior de la sala de té y se ha realizado enfocando en el sentido que indica la flecha roja en el plano de planta. El rústico pilar nace en una de las esquinas del hueco para el hornillo. Tanto esa situación como el que sea un simple tronco retorcido y sin descortezar suelen ser detalles habituales en las casas de té. El techo es un rústico encañizado apoyado en cañas de bambú. Obsérvese el pequeño lucernario al lado de la parte alta del pilar.

Interior de la sala de té en el pabellón Shōkin-tei de la villa imperial de Katsura, 
Kioto, mediados del siglo XVII. 
Foto Virginia Ponciroli (ed.): Katsura, la villa imperiale. Milán: Electa, 2004.

Generalmente, en las casas de té, las ventanas se situaban en la parte alta de los paramentos. Lo que se pretendía con ello era que no hubiera vistas hacia el exterior que distrajeran a los asistentes, de esa forma los invitados podían concentrarse en los gestos del anfitrión y en los objetos que utilizaba. Como se ve en la foto, así es la habitación de té situada en el pabellón Shōkin-tei.

Katsura es sin duda el ejemplo más representativo de la influencia que tuvo la vía del té en la arquitectura. De eso hablaré en otro artículo, pero antes me voy a centrar en el pabellón Shōkin-tei y su entorno.

 El jardín que rodea al pabellón de té Shōkin-tei no es tan reducido como los que propugnaban los maestros como acceso a una cabaña de té, pues casi alcanza las siete hectáreas de superficie. Sin embargo, además de que su diseño debe mucho a los jardines de té, la aproximación y acceso al pabellón sí son un buen reflejo de las reglas que se establecieron para los pequeños jardines que rodeaban a las casas de té.

Enlosado de acceso al Shōkin-tei de la villa imperial de Katsura, Kioto, mediados del siglo XVII. Foto: J. Vives.

Como se constata en la siguiente fotografía del interior del Shōkin-tei, en él se hizo un amplio uso de las puertas correderas de papel, los shōji, cuya función más que cerrar el interior era abrirlo hacia su entorno, hacia el jardín, que en este caso era enorme, magnífico y con un gran estanque. Sin embargo, gracias a su enorme dimensión también aislaba del mundo exterior como hacían los reducidos jardines de té, es decir, se lograba el mismo efecto de manera muy diferente.

El interior del Shōkin-tei de la villa imperial de Katsura, Kioto, mediados del siglo XVII. Foto Wikimedia Commons.

Por otro lado, como se aprecia en la siguiente fotografía, en su galería aparecen dos elementos relacionados claramente con la preparación del té, un par de huecos para el hornillo y algún otro utensilio, quizás el imprescindible contenedor de agua. 

Galería y porche interior del Shōkin-tei de la villa imperial de Katsura, Kioto, mediados del siglo XVII. 
Foto Wikimedia Commons.

Nos imaginamos al augusto residente de la villa imperial sentado en esos tatami junto a la galería de madera y el hornillo, donde alguien está preparando un té para, esta vez, además de concentrarse en el propio ritual, comulgar con la naturaleza reflejada en el espléndido jardín de Katsura. ¿no es esa otra manera de entender el camino del té?

Voy a concluir este artículo con unas líneas de mi libro Arquitectura tradicional de Japón, publicado por Satori Ediciones, en las que intento resumir, tarea imposible, el “porte” de una casa de té.

 “Al contemplar por primera vez una casa de té, puede parecer en exceso rústica, incluso demasiado pequeña. Sin embargo, todos sus detalles, aunque sean casi imperceptibles, se han estudiado con la máxima atención. En su modestia, es consciente de su fragilidad frente a los elementos. Nunca ofrece la pretenciosa resistencia de las grandes estructuras arquitectónicas. Como la flor del cerezo, acepta estoicamente su impermanencia, la de todas las cosas de este mundo.”

En el próximo articulo concluiré este apartado sobre la influencia del mundo del té en la arquitectura japonesa. 

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