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martes, 8 de abril de 2025

Curso de arte japonés, art. 22º. Entorno cultural, III

Después del anterior artículo en el que se comentaron algunos rasgos de la sociedad nipona muy diferentes de los de la occidental, hoy acabaremos este apartado dedicado al entorno japonés hablando de ciertos patrones de comportamiento que nos suelen chocar a los occidentales. Ya he comentado anteriormente que siempre creemos que son los japoneses quienes actúan de forma diferente o al revés que nosotros, cuando desde su punto de vista, somos nosotros los que hacemos muchas cosas al revés que ellos. ¿Quién marca o define el patrón de referencia de un determinado comportamiento? y ¿qué o quién le otorga la potestas o auctoritas para establecerlo? 

Costumbres y protocolos sociales

Voy a entrar en unos terrenos, los de la sociología y antropología, en los que reconozco mi ignorancia, por lo que pido disculpas a los expertos por mi osadía. Con los siguientes comentarios solo intento descubrir para los interesados en el tema, pero no especialistas, algunos rasgos del arte japonés que tienen, en mi opinión, mucho que ver son sus costumbres sociales. Veamos.

La ambigüedad

Los japoneses suelen tolerar muy bien la ambigüedad y su lengua acentúa aún más un cierto grado de indefinición o vaguedad que en algunos casos puede causar confusión a los extranjeros. La ambigüedad quizás sea uno de los factores que contribuyen a mantener la armonía en la sociedad nipona. La gente aprende a ser consciente de lo que piensa el interlocutor, algo que le permite tomar la iniciativa llegado el momento. Como ejemplos de ambigüedad en el lenguaje están las respuestas que nunca son ni sí ni no. Por ejemplo, chotto o demo, o incluso maa, maa son formas de cortés imprecisión, de privacidad que se usan con bastante frecuencia.

En el arte, especialmente en la pintura, esa ambigüedad se plasma mediante la sugerencia, el no mostrar todo. Las dos ilustraciones siguientes de la celebérrima pintura de Sesshū las he utilizado como ejemplo en numerosas ocasiones porque semejante obra maestra nunca deja de maravillarme. Por eso la inserto aquí una vez más como paradigma de la indefinición, de la sugerencia, del no mostrar todo, del dejar que sea la persona que la contemple quien recree la imagen, su imagen.

Datos de la obra de Sesshū que vemos en las dos ilustraciones que flanquean este texto: Sesshū Tōyō: Paisaje haboku, tinta sobre papel, dibujo (derecha): 38,4x32,7 cm; montada con caligrafía (izquierda): 148,6x32,7 cm, 1495. Museo Nacional de Tokio. Foto derecha: Wikimedia Commons. Foto izquierda: web del museo.

Esa indefinición no pocas veces genera un universo sin contrastes, sin sombras, que se manifiesta en los grabados situando las figuras sobre un fondo plano y liso en el que ni siquiera proyectan sus propias sombras; parecen flotar en un universo sin sombras, sin apenas contrastes. Es un mundo bidimensional, plano. 

Por cierto, en la siguiente ilustración, ¿puede el lector distinguir quién es la "mujer del samurai" a la que se refiere su título?

Torii Kiyonaga: Mujer de un samurai con tres sirvientes, de la serie
Un brocado de modales del este, xilografía, 38,7x26,4 cm,
ca. 1820. Metropolitan Museum de Nueva York. Foto: web del museo.

En la arquitectura tradicional japonesa, ese gusto por la planeidad se encuentra en la manera de particularizar cada paramento con unos pequeños filetes en sus encuentros: los rincones en las paredes se remarcan para diferenciar cada plano. La fotografía siguiente, de una de las estancias de la villa imperial de Katsura en Kioto, refleja muy bien esa idea o gusto.

Interior de la sala de los tres tatami del shoin medio de la villa imperial de Katsura, Kioto, s. XVII.
Foto: Ishimoto Yasuhirō en Izosaki Arata: Katsura Villa. The Ambiguity of its Space. Milán: Rizzoli, 1987.

Por todo lo visto, entenderemos que la sociedad japonesa es un entorno pausado donde se intentan evitar los roces en las relaciones personales. Es bien conocido aquel refrán nipón que más o menos dice: clavo que sobresale, ¡martillazo¡

Ese concepto de pausado o tranquilo puede asociarse con el de “horizontal”, un rasgo que a lo largo de esta serie veremos que se encuentra en muchas artes: en la pintura, en el teatro kabuki, en la arquitectura. Las siguientes ilustraciones son ejemplos de esa característica.

Los biombos aportan, especialmente cuando su composición se desarrolla en una pareja de mamparas, una marcada horizontalidad definida por una anchura que entre los dos fácilmente alcanza los siete metros, medida que respecto a una altura de escasos 1,80 m casi la cuadruplica.

Hagetsu Tōsatsu: Pájaros y flores en un paisaje,
tinta y color sobre papel, biombo izquierdo: 155,6x357,0 cm, 1575. 
National Gallery of Victoria, Melbourne. Foto: web del museo.

                                






Hagetsu Tōsatsu: Pájaros y flores en un paisaje,
tinta y color sobre papel, biombo derecho: 
155,6x357,0 cm, 1575. 
National Gallery of Victoria, Melbourne. Foto: web del museo.











Y eso también lo vemos en la foto siguiente de una obra clásica del repertorio de kabuki, estrenada en 1753. En ella se aprecia que, en la ya de por sí amplia boca escénica, aún se remarca más su horizontalidad utilizando las bambalinas con el motivo estacional, en este caso las flores de cerezo.

Escena final de la obra de kabuki titulada Kyōganoko musume Dōjōji. Foto de fuente desconocida.

El silencio

La comunicación entre personas puede dividirse en verbal y no verbal (facial, gestual, postural, etc.). Aunque la no verbal suele ser inconsciente o involuntaria, no deja de ser esencial en las relaciones humanas. En Japón, el silencio, o chinmoku, es una forma de no decir nada para significar algo. A veces se ha comentado que, entre otras causas, el budismo zen tuvo una gran influencia en cierta inclinación hacia el silencio de la sociedad nipona.

En Japón, el silencio no solo indica que no hay nada que decir, sino también que se está pensando o dudando, permitiendo así una forma más "lubrificada" de comunicación. Sirve como un filtro de ideas o sentimientos que podrían herir al interlocutor o estropear la atmósfera de la reunión. Pero también puede no solo provocar malentendidos entre los no japoneses, sino incluso emplearse como arma para mantener alejado a alguien. Este es uno de los aspectos que provoca más malentendidos en las relaciones interculturales Japón-Occidente.

Pues bien, la plasmación del silencio en las artes visuales es el vacío, un rasgo muy presente en la pintura, en la arquitectura, en los jardines, incluso en el teatro , en el cual la simplificación máxima se lleva al límite. Veamos ejemplos del uso del vacío en esas primeras tres artes, ya hablaremos del teatro en otra ocasión.

Datos de los dos biombos de la anterior ilustración: Yokoyama Taikan: Navegando por el Yangtsé, tinta sobre seda, dos biombos de seis paneles de 170,0x378,0 cm cada uno. Museo de Arte de Yokohama. Foto: web del museo.

La ausencia de muebles y de elementos decorativos en las paredes convierten a la arquitectura japonesa tradicional en el reino del vacío. 

Interior de Takayama-jin’ya, ca. 1916. Takayama, prefectura de Gifu. Foto: Javier Vives.

¿Hay mejor representación del vacío y el silencio que un jardín seco, y en este caso el célebre frente a la fachada sur de la residencia del prior de Daisen-in?

Jardín meridional de la residencia del prior de Daisen-in, Daitoku-ji, Kioto, principio s. XVII. Foto: Javier Vives.

Voy a dejar aquí este artículo porque todos estos conceptos irán saliendo en su momento cuando me ocupe de cada una de esas especialidades artísticas. Dentro de dos semanas hablaré ya en concreto de una de ellas: la cerámica.

Dada la extensión de este larguísimo Curso de arte japonés, para facilitar el acceso a los artículos dedicados a un tema concreto, doy aquí este enlace que permite acceder a su índice interactivo. En él aparecen todos los artículos del curso con su respectivo hipervínculo que lleva a cada uno de ellos a medida que se vayan publicando.