En el anterior artículo hablamos de la influencia del sistema de
escritura en la cultura y sociedad niponas en comparación con los países europeos, y hoy comentaremos algunos aspectos de la
sociedad japonesa que suelen llamar la atención de los occidentales que
aterrizan por primera vez en Japón.
Japón visto por los occidentales
Entramos ahora en un tema que inicialmente sorprendió y luego fascinó a los primeros europeos que llegaron al archipiélago nipón en el siglo XVI: las enormes diferencias entre las costumbres japonesas y las de aquellos extranjeros. Incluso muchas de esas costumbres también eran, como siguen siendo, distintas de los países asiáticos más cercanos y con los que Japón ha tenido contactos durante siglos, me refiero a Corea y China. Este tema de las singularidades japonesas lo han tratado profusamente historiadores, sociólogos, antropólogos e incluso neurólogos como Tsunoda Tadanobu: The Japanese brain. Tokio: Taishukan, 1985, libro que puede leerse, previo registro, en Internet Archive este enlace.
El primero que describió ese hecho fue un
jesuita portugués, Luís Fróis (1532-1597), a mediados del siglo XVI, hace ya más de cuatrocientos
años. La ilustración siguiente es de la portada de la traducción española de su
libro, aún hoy un texto de consulta.
En el cuadro siguiente tenemos algunas de esas diferencias que constató Fróis y que siguen existiendo. En las tres primeras filas de la tabla aparecen hábitos o costumbres que todavía hoy son diferentes entre la mayoría de los países occidentales y Japón, es decir, cosas que los japoneses hacen al revés que nosotros, o quizás debiéramos decir que nosotros hacemos al revés que ellos. No aparece ahí un cuarto gesto, rutina o como queramos llamarlo, que a mí me resulta especialmente curiosa: la forma de enhebrar aguja e hilo. En Japón se enhebra la aguja llevando esta hacia el hilo, no el hilo hacia la aguja como hacemos nosotros de forma instintiva y sin pensarlo, aunque nunca lo hayamos hecho.
Y no voy a entrar en un tema que suscita polémica entre los científicos, como es que el cerebro de los japoneses responde de diferente manera que el de los occidentales frente a los estímulos externos.
Europa |
Japón |
Se cuenta
extendiendo los dedos |
Se cuenta
escondiendo los dedos |
Se anda y conduce por la derecha |
Se anda y conduce por la izquierda |
Se sierra “tirando” |
Se sierra “empujando” |
Diferencias según Luís Fróis (1585) |
|
Se corta el melón a lo largo |
Se corta el melón a lo ancho |
Los árboles se hacen crecer rectos |
Los árboles se hacen crecer torcidos |
Al remar, los remos salen del agua |
Al remar, los remos no salen del agua |
En los autos (teatro) se representa |
En los autos se canta y danza |
Las espadas tienen dos filos |
Las espadas tienen un solo filo |
Las campanas se repican con su badajo |
Las campanas se golpean con troncos |
Los rosarios se desgranan hacia delante |
Los rosarios se desgranan hacia atrás |
Entre los muchos autores de la segunda mitad
del siglo XX que han comentado o interpretado las diferencias entre costumbres
o hábitos nipones y occidentales, solo voy a mencionar a dos, ambos franceses: Roland Barthes y Claude Lévi-Strauss, quien viajó cinco veces a
Japón entre 1977 y 1988, a diferencia de Barthes que solo lo hizo una vez. El texto de Barthes, fue una referencia en su momento, lo escribió después de visitar el país en 1966, cuando dijo aquello de que “yo
soy allí un lector, no un visitante”.
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Portada de la primera edición del libro de Roland Barthes: L’empire des signes. Ginebra: Skira, 1970. |
Fruto de ese su “desconocimiento” del tema, fue
un espléndido librito cuyo título ya da algunas pistas y cuya portada vemos en la siguiente
ilustración.
![]() |
Portada del libro de Claude Lévi-Strauss: L’autre face de la lune. Écrits sur le Japón. París: Seuil, 2011. |
No he mencionado otro texto que marcó un hito en su época, justo después de la Segunda Guerra Mundial, y que escribió la antropóloga estadounidense Ruth Benedict (1887-1948): El crisantemo y la espada: patrones de la cultura japonesa, publicado en 1946 y del que existe traducción española. Benedict nunca estuvo en Japón.
Veamos un par de aspectos singulares de la sociedad japonesa.
Sociedad
flexible
La flexibilidad social en Japón se
manifiesta en la capacidad para definir entornos donde ciertas normas de
comportamiento, que en situaciones cotidianas son rígidas por necesidades de protocolo, pueden sustituirse por otras diferentes de las que imperan en esos otros ambientes. Para ello basta con cambiar de espacio, de ambiente.
Por ejemplo, un jefe rígido y distante con sus
empleados durante las horas de oficina puede resultar enormemente relajado y receptivo
con ellos en el bar a la salida del trabajo. Lo que ha sucedido es que ha cambiado el entorno y en él ahora sí puede realizarse una función que se considera no adecuada para llevarla a cabo en el
ambiente anterior.
Como ocurre en la arquitectura, se han
desplazado las “correderas” para transformar un espacio formal, la oficina, en
uno social, el bar.
Todos estos rasgos de comportamiento se ven reflejados en algún momento en el arte japonés, quizás no de forma muy evidente, pero sí insistente, como una suave lluvia que poco a poco sin darnos cuenta empapa el vestido.
Llegado a este punto, quizás ya nos quede claro que la sociedad de un
pueblo conforma su arte. En consecuencia, si miramos
desde el otro punto de vista, el arte nos puede descubrir muchos aspectos de una
sociedad. Por ese motivo el arte clásico japonés ha sido tan distinto
del europeo, porque ambas sociedades han sido siempre muy diferentes.
Sociedad
tolerante
El sincretismo religioso que vimos en los
primeros artículos de este curso refleja la tolerancia del pueblo japonés, su capacidad de superar situaciones en apariencia irreconciliables para, interpretándolas cada
una desde la otra, alcanzar un escenario nuevo, sin crear apenas conflictos.
La coexistencia del sintoísmo y budismo tuvo un gran efecto en la forma
de pensar del pueblo nipón. Los japoneses no solo fueron capaces de aceptar
culturas de otros países sin prejuicios, sino que desarrollaron el hábito de
adaptar solo los elementos más útiles para ellos.
Eso dio origen a la relativización de los valores éticos, todo lo
contrario de las argumentaciones de cristianos y musulmanes, siempre apoyadas
en valores éticos absolutos. Eso ha permitido que los japoneses a lo largo de
su historia hayan sido capaces de adaptar y cambiar sus apreciaciones de
ciertos valores con rapidez y sin demasiados problemas, lo que ha producido una
sociedad muy eficiente, incluso desde el punto de vista de la productividad.
Veamos el siguiente cuadro en el que se dan algunos rasgos de la sociedad japonesa relacionados con ese aspecto.
Sociedad tolerante |
Dos religiones |
Ante dos situaciones irreconciliables se elige la
más adecuada. |
Adaptación de elementos
foráneos |
||
Asunción de contradicciones |
||
Sociedad flexible |
Indefinición lingüística |
Inexistencia del sí o del no contundente y
exclusivo |
Relativización de valores
absolutos |
||
Cortés imprecisión |
En Japón, hubo épocas en las no solo se consideraba que algunas divinidades sintoístas eran encarnaciones temporales de dioses budistas (gongen), sino que existían oficiantes ordenados en ambas religiones.
Es posible que otra de las causas del rechazo y posterior
expulsión del cristianismo por la sociedad japonesa del siglo XVII fuese,
además de las disputas de poder, la irrenunciable exigencia de exclusividad
religiosa que exigían los misioneros, algo que no se entendía en Japón.
Como anécdota, todavía hoy puede verse una cruz
cristiana en la cumbrera de la cubierta de un templo budista en el centro de la ciudad
de Nara, y eso a pesar de la tajante expulsión de todos los misioneros
católicos en el siglo XVII.
De nuevo lo dejo aquí, aunque alguno puede
decirme que esa tolerancia no se dio a partir de finales del siglo XIX y
principios del XX, o incluso en las décadas de los treinta y cuarenta de la
pasada centuria. Pero eso es materia para los historiadores.
En el siguiente artículo, dentro de dos semanas, seguiremos hablando de las peculiaridades, según nuestro punto de vista, del entorno japonés.