Hace dos semanas cerramos el apartado dedicado a las dos religiones de Japón y su relación con las artes. Hoy empezaremos a comentar lo que he denominado entorno cultural, una especie de cajón de sastre que abarca desde el sistema de escritura, hasta las costumbres sociales.
Empecemos por el sistema de escritura japonés, algo que tiene una influencia notable en la manera de “leer” el entorno que nos rodea y, por supuesto, en las artes visuales como la pintura.
La escritura
En Japón, como en China, Taiwán, Hong Kong y hasta hace poco Corea y Vietnam, no se usa el alfabeto romano, sino unos ideogramas que hoy se prefiere
llamar sinogramas debido a su origen chino y que en japonés se denominan kanji.
Pues bien, eso ha tenido y tiene una influencia notable en la manera de ver y
contemplar el mundo por los japoneses y en consecuencia en su manera de “leer”
una pintura o un jardín. Hay tres aspectos a considerar:
1.
El que se refiere al sentido en que se escribe
tradicionalmente en japonés.
2.
El que se refiere a la concepción mental que
generan los sinogramas.
3.
El que refiere a la construcción sintáctica de
los elementos de una frase.
Lectura
En Japón, tradicionalmente, se escribe y se lee
de derecha a izquierda. Eso hace que a un occidental le parezca que los libros
y revistas japoneses se leen “al revés”, dado que empiezan por la última
página, pues lo que para él es la contraportada, para un japonés es la portada.
Siglos y siglos de desplazar la mirada de
derecha a izquierda cuando un japonés lee un texto han hecho que al mirar un
paisaje o una pintura comience a contemplarlo por el lado derecho,
mientras que un occidental lo hace por la izquierda.
La reproducción siguiente ilustra perfectamente
lo dicho. La imagen de la derecha es parte de la portada del texto, que se ha
escrito en un rollo de casi tres metros de largo, y los sinogramas se leen por columnas de arriba abajo y de derecha a izquierda.
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Taira Tadamori: Sutra Amida, rollo con
letras doradas sobre papel azul, 25,2 cm de alto y 2,61 m de largo, detalle de la portada y el inicio, 1149. Museo Gotō de Tokio. Foto: web del museo. |
Ideogramas
Los sistemas de escritura en Europa y Japón son
diferentes: fonético el europeo e ideográfico el japonés. La escritura
ideográfica condiciona la forma de aprendizaje y modela la concepción mental
del entorno que crea el individuo. Cuando un japonés lee «árbol» está viendo un
árbol y cuando lee «pájaro» ve una imagen que le recuerda a un pájaro.
Ese aspecto es uno de los que han configurado la
cultura visual japonesa. Cuando un niño europeo lee pájaro no ve más unas
letras que por separado no significan nada. Lo que hace al leerlas es
juntarlas, las "sintetiza" para obtener un concepto. Un japonés, al contrario,
ve en el ideograma un verdadero pájaro y no necesita realizar esa síntesis,
simplemente «analiza» una imagen.
De esa diferencia y de nuestro etnocentrismo
occidental nacen muchos de los
malentendidos que tenemos ante un japonés cuando este actúa por «corazonadas»
sorprendiendo al cartesiano occidental.
Seguramente de ahí proviene el
dominio japonés del análisis de lo visual. La lógica cartesiana en Japón no ha
sido nunca dominante, a pesar de que a veces nos parece que son muy
«racionales» y los comparamos con los alemanes.
La ilustración siguiente de un fragmento caligrafiado del Genji monogatari emaki demuestra ese valor visual tan valorado en Japón desde muy antiguo. En ella se aprecia que el trazo y la soltura de la caligrafía van de la mano de un fondo, el del papel, primorosamente decorado con suaves veladuras de color o salpicaduras doradas.
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Una lámina caligrafiada del Genji
monogatari emaki, principios del siglo XII, tinta y color sobre papel decorado, 21,8x47,5 cm. Museo de Arte Gotō de Tokio. Foto: Wikimedia Commons. |
Más información sobre el Genji monogatari
En mayo de 2013 publiqué un artículo dedicado
a esta obra maestra de la pintura del periodo Heian. Este enlace lleva a esa entrada; a partir de ella se podrá acceder a las siguientes.
Sintaxis
Un rasgo que tienen en común el idioma alemán y
el japonés es una sintaxis en la que, casi siempre, el verbo se coloca al final de la frase.
Este detalle tiene una influencia no menor en muchos aspectos de las relaciones
humanas. Me explicaré. Cuando unos alemanes o japoneses dialogan, no suelen
interrumpirse porque para saber el sentido de una frase deben esperar a que
finalice con el verbo que aclare que la persona de la que se
habla, por ejemplo, sale o entra en un edificio.
Sin embargo, los españoles, franceses o italianos, entre otros, dado
que el verbo de esa oración ya ha aparecido justo detrás el sujeto, saben
perfectamente que esa persona está saliendo o entrando, por lo cual ya pueden
interrumpir la frase pues lo importante lo detalla el verbo.
En japonés, como en alemán, la acción verbal es el último componente del enunciado y el que carga con todo su significado. En español y otras muchas lenguas europeas, toda la frase se basa en lo que hace el sujeto, cuya acción aparece al comienzo.
En este sentido, resulta interesante constatar cómo los traductores simultáneos del alemán o japonés al español, francés o lenguas de sintaxis similares deben esperar a que el que habla acabe su frase y pronuncie el verbo para empezar a traducirla a un idioma destino cuya sintaxis exige situar el verbo mucho antes.
Así pues, hemos visto que estos aspectos del sistema de escritura y sintaxis del idioma ya condicionan en algún
grado ciertos comportamientos sociales y maneras de ver el entorno que finalmente
conforman una cultura, tanto la japonesa como la nuestra, aunque no nos demos
cuenta.
Más información sobre caligrafías
En la página web del Museo Gotō de Tokio pueden verse numerosas caligrafías antiguas, algunas calificadas de Tesoro Nacional. En este enlace se comentan las del Genji monogatari emaki, y en este otro, las de varios sutras budistas.
Comparación del lenguaje europeo con el japonés
Hay algunos aspectos del lenguaje nipón y de la forma en que se utiliza que si los comparamos con el occidental resultan muy clarificadores. Veámoslos.
En Europa, la expresión de quien habla suele ser
densa, con ella se remarca el sentido de las frases. En cambio, en Japón se puede
decir que es vacía. El rostro apenas da pistas sobre lo que se dice.
En Europa, además de la
entonación se utilizan gestos, algo muy característico del pueblo italiano. En
Japón predomina la indiferenciación gestual e incluso de entonación.
Por lo que respecta al lenguaje propiamente
dicho, los países occidentales suelen tener idiomas concretos pero limitados, mientras
que el de Japón es inconcreto pero rico.
Por ejemplo, en las lenguas occidentales suele haber casi siempre una única forma de “yo”, mientras que en el japonés existen numerosas formas del pronombre de la primera persona: watashi, boku, jibun, watakushi, temae, kochitora, uchi, wate, atai, etc.
Datos de la caligrafía que aparece en la ilustración de la izquierda: Muso Soseki: caligrafía, tinta sobre papel, 94,7x34,2 cm, s. XIV. Museo Nacional de Nara. Foto: web del museo.
Indefinición
lingüística
La indefinición lingüística tan propia del
idioma japonés, pues en él no existe en plural como tal y los verbos solo
tienen una forma personal, se refleja en las relaciones sociales. No es extraña
la situación en la que una pregunta quede sin contestar, lo que no presupone el
negarse a responderla. Apenas se usan el no o el sí tajantes. Lo que se hace es
permitir a los interlocutores mantener un cierto grado de privacidad en lo que
opinan.
En Japón se considera que resulta tan descortés
hablar abiertamente sobre un tema que su interlocutor desconoce, como
innecesario el hablar demasiado si quien escucha es un entendido. Expresarse
uno mismo de forma excesivamente erudita implica la asunción de que la otra
persona no sabe nada, algo que se considera inconveniente.
Resumiendo, en las relaciones personales, las
cosas no se definen demasiado claramente, sobre todo si no es imprescindible.
La sociedad se mueve en un medio «suave y muy lubrificado» que cambia según
interese, como las estancias de una casa tradicional japonesa: simplemente
moviendo suavemente unas ligeras puertas correderas.
Inserto una foto de un edificio tradicional
japonés con sus puertas correderas que, como ocurre en el idioma nipón,
permiten una gran flexibilidad de uso y al mismo tiempo una enorme
indefinición, pues cualquier estancia puede ser un dormitorio, un estudio, un
comedor o un salón; basta con abrir o cerrar algunas correderas.
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Interior de la residencia del prior del templo de Kennin-ji, Kioto. Foto: Javier Vives. |
Y algo parecido, sucede con el tradicional sistema de representación pictórica, el tema principal no suele mostrarse totalmente, queda oculto por una omnipresente niebla, a veces dorada, y con frecuencia aparece cortado por el propio encuadre de manera que nunca se muestra en su totalidad. Ambas cosas se dan en la ilustración siguiente.
Más información sobre la indefinición o sugerencia
En marzo de 2020 publiqué en este blog el primero de una serie de artículos en el que hablaba de la sugerencia, pariente cercana de la
indefinición, en el arte. Este es su enlace.
Así pues, vemos que el lenguaje, su sintaxis, su escritura, incluso la gestualidad que lo acompaña influyen en la sociedad de una forma que no nos damos cuenta hasta que topamos con un entorno muy diferente del nuestro, en este caso el japonés.
Voy a finalizar aquí este artículo, para que en el próximo nos extendamos un poco más en el entorno social, en las costumbres.