martes, 29 de noviembre de 2016

Teatro moderno japonés, de 1920 a 1945. El shingeki, V

El teatro japonés moderno, el “nuevo teatro” o shingeki. El Tsukiji-za y el Bungaku-za, I
En el anterior artículo nos quedamos en 1928 con la muerte de Osanai y el cese de las actividades del Pequeño Teatro de Tsukiji. Ese mismo año, los integrantes de esa compañía se dividieron en otras de acuerdo con su ideología. De todas ellas, la más activa fue la dirigida por Hijikata Yoshi, la Shin Tsukiji Gekidan o Compañía Teatral del Nuevo Tsukiji, que para simplificar denominaré Compañía del Nuevo Tsukiji. No debe confundirse el nombre de esa troupe con otros muy similares, como el Shōgekijō Tsukiji-za o Pequeño Teatro Tsukiji, que comenté en este artículo, o con el Tsukiji-za, del que hablaré enseguida.

martes, 15 de noviembre de 2016

Teatro moderno japonés, de 1920 a 1945. El shingeki, IV

El teatro japonés moderno, el “nuevo teatro” o shingeki. El Tsukiji Shōgekijō, II
Tras la presentación que hice en el anterior artículo del Pequeño Teatro de Tsukiji y sus promotores, Osanai Kaoru y Hijikata Yoshi, hoy hablaré de las piezas que montaron a partir de la inauguración de su flamante sede en Tokio.

El repertorio del Pequeño Teatro de Tsukiji o Tsukiji Shōgekijō
Las visiones que Osanai y Hijikata tenían del teatro eran diferentes pero complementarias. El primero buscaba los aspectos psicológicos y naturalistas de las obras, el segundo prefería centrarse en sus rasgos expresionistas y políticos. Muestra de esos dos enfoques fue la sesión con la que se inauguró su flamante sala, el 14 de junio de 1924, y en la que se ofrecieron tres piezas en un acto dirigidas por ambos.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Teatro moderno japonés, de 1920 a 1945. El shingeki, III

El teatro japonés moderno, el “nuevo teatro” o shingeki. El Tsukiji Shōgekijō, I 
En el artículo anterior comenté el declive del shingeki a finales de la segunda década del siglo XX. El siguiente paso en la modernización de la escena japonesa se produjo tras la debacle que supuso, en 1923, el terrible terremoto de Tokio. Con el seísmo, desaparecieron tres cuartas partes de los edificios, se perdieron ciento cincuenta mil vidas y casi todos los teatros de la capital quedaron reducidos a escombros. Sin embargo, la ciudad renació de sus cenizas y en diez años logró situarse a la altura de las metrópolis occidentales.