La cerámica del siglo XIII al XVI
En el anterior artículo vimos de forma muy esquemática la evolución de las últimas fases de la cerámica
antigua de Japón. Hoy seguiremos avanzando en ese recorrido para entrar en lo que podemos denominar la Edad Media nipona, un periodo que
abarca de 1185 hasta 1603, aproximadamente; es decir, desde el periodo Kamakura, pasando por el Muromachi, hasta el Momoyama inclusive.
En el siglo XIII, la cerámica sue ya no disfrutaba del
mecenazgo de la corte, por lo cual sus artesanos se dedicaron a crear los útiles que necesitaba el pueblo llano. A lo largo del Medioevo, la cerámica japonesa
siguió evolucionando hasta obtener un producto genuinamente nipón: el gres.
A principios de la era Kamakura existían en
Japón unos treinta centros alfareros que fabricaban tinajas, contenedores y demás
utensilios indispensables para la vida agrícola. Muchos de ellos se hallaban en
Sanage y los vecinos Tokoname y Atsumi, de cuyos talleres no solo salían las
piezas que se enviaban a todo el país, sino también sus métodos de producción,
los cuales poco a poco se iban conociendo más allá de su región. A pesar de que el
fin de la sofisticada sociedad heian provocó la desaparición de la
cerámica sue, el tipo de horno utilizado para su cocción continuó
empleándose durante siglos.
El siguiente cambio realmente innovador tuvo
lugar, una vez transcurrida más de la mitad del periodo Kamakura, cuando se
crearon en la localidad de Seto utensilios esmaltados a alta temperatura.
Mientras tanto, otras poblaciones, entre las que se encontraban Bizen, Echizen,
Shigaraki, Tanba y Tokoname, se especializaron en la fabricación de vasijas de
gres, es decir, piezas no coloreadas. Esos centros, productores de ambos tipos
de cerámica, eran los llamados «seis hornos antiguos de Japón»: Bizen, Echizen,
Shigaraki, Tanba, Tokoname y Seto.
Cerámica seto
La superficie de la cerámica de Seto era una
especie de película vítrea de un tono que variaba desde el ocre oscuro al
amarillento. Las primeras piezas a las que se aplicó ese acabado se denominaron
genéricamente «seto antiguo». Una de sus características, los discretos motivos decorativos creados por presión o incisión reflejaban la
influencia de los numerosos artesanos coreanos llegados al archipiélago nipón.
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Vasija seto, alto: 35,3 cm, boca 12,5 cm, s. XIV. Museo Nacional de Tokio. Foto: web del museo. |
La fabricación de la cerámica seto se dividió en tres periodos. El primero comenzó a finales del siglo XII y su producción se destinaba exclusivamente a la nobleza, señores feudales y templos. El segundo fue ya de madurez y se inició en las postrimerías de la siguiente centuria. En el último periodo, que se corresponde con el final del siglo XIV ya en la era Muromachi, tuvo lugar un cambio significativo en los centros alfareros.
Con el tiempo, la elaboración de piezas seto destinadas a un uso ceremonial o representativo se fue abandonando poco a poco para crear otras tipologías como pequeñas bandejas, tazones y jarras, empleadas en funciones más cotidianas. Debido a ello, comenzaron a desaparecer las decoraciones y diseños añadidos y empezó a valorarse el aspecto natural del acabado. A partir de ese momento se produjo la gran expansión de la cerámica de Seto.
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Vasija seto, alto: 31,4 cm, boca 7,2 cm, periodo
Kamakura. Museo Nacional de Tokio. Foto: web del museo. |
A diferencia de Seto, el resto de los centros alfareros mantenían la tradición de la fabricación de recipientes cocidos a alta temperatura, cuyo vitrificado natural lo provocaba su contacto con las cenizas. Como ya se ha dicho más arriba, las localidades dedicadas a ese tipo de cerámica eran Tokoname, Tanba, Shigaraki, Echizen y Bizen, las cuales, junto con Seto, especializada en objetos esmaltados, formaban los denominados "seis hornos antiguos".
Cerámica
tokoname
A principios del siglo XII, los hornos ya alcanzaban temperaturas de cocción cercanas a los 1300 °C, hecho que permitió la fabricación de recipientes de gres sin barnizar. En la siguiente centuria, Tokoname se convirtió en el mayor centro cerámico de todo Japón. Su actividad se centraba casi exclusivamente en la elaboración de objetos de uso cotidiano como contenedores para líquidos o cereales, vasijas para la fermentación de alimentos e incluso urnas para sutras budistas.
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Vasija tokoname, alto: 33,1 cm, boca 22,7 cm, s. XII.
Museo Nacional de Tokio. Foto: web del museo. |
La sentida apreciación del carácter espontáneo y carente de afectación que mostraba la cerámica de Tokoname era uno de los rasgos de la nueva cultura del periodo Kamakura, muy distinta de la elaborada y exquisita que había imperado durante la aristocrática era Heian.
Los otros centros alfareros de Echizen,
Shigaraki y Tanba se desarrollaron a la sombra de Tokoname ayudados por sus
respectivos tipos de arcilla local. Sin embargo, en las postrimerías del siglo XV la actividad de Tokoname comenzó a
declinar para ceder el paso a los hornos de Bizen.
Cerámica
tanba
Los primeros hornos de Tanba se construyeron a mediados de la era Kamakura continuando la tradición de Tokoname. En ellos se fabricaba todo tipo de artículos de uso cotidiano y en concreto enormes vasijas. Sus piezas, aunque similares a las de Bizen que veremos enseguida, eran algo más refinadas, de formas más suaves y con una superficie más tersa.
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Vasija tanba, alto: 44,8 cm, boca 12,9 cm, periodo Momoyama,
s. XVI. Museo Nacional de Tokio. Foto: web del museo. |
Cerámica shigaraki
A partir de mediados de la era Kamakura, hacia 1275, los hornos de la región de Shigaraki comenzaron a producir grandes vasijas de gres parecidas a las de Tokoname. En la superficie de las piezas que salían de sus hornos aparecían unos pequeños gránulos blancos que destacaban sobre su cuerpo ocre-amarronado. Ese efecto era muy apreciado por los japoneses y, además, el aspecto rústico de los recipientes y su escasa decoración, basada en simples incisiones lineales, hicieron que los floreros y contenedores de Shigaraki fueran muy valorados en el siguiente periodo por los maestros de la ceremonia de té.
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Vasija shigaraki, alto: 42,9 cm, boca 15,2 cm, periodo Muromachi, s. XV. Museo Nacional de Tokio. Foto: web del museo. |
Cerámica echizen
La producción de los hornos de Echizen se
centraba en vasijas de gran tamaño. Su arcilla les proporcionaba un cálido color
marrón y su cocción provocaba su rugoso vitrificado. La ausencia de decoración
añadida completaba su característico aspecto.
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Vasija echizen, alto: 34,3 cm, boca 14,5 cm, periodo
Kamakura, 1306. Museo Nacional de Kioto. Foto: web Cultural Heritage Online. |
Cerámica bizen
Las resistentes e impermeables vasijas de Bizen
carecían de cualquier tipo de pretensión desde el punto de vista formal. Los
alfareros de la región nunca aplicaron barniz o decoración añadida a sus
piezas. Su valor estético provenía de la arcilla de la zona, inicialmente poco
adecuada para la cocción por ser muy propensa a deformarse, una característica
que impedía su esmaltado.
Dos de los aspectos más atrayentes de la
cerámica bizen eran sus diversos tonos de color y su irregular textura
consecuencia de la proyección ocasional de cenizas sobre el cuerpo de las
vasijas.
La variada textura, el tono cálido, la irregularidad y los imprevistos efectos del vitrificado otorgan a los recipientes bizen un aspecto sencillo y los convierten en objetos muy adecuados para ambientes otoñales. Su apariencia rústica y carencia de decoraciones superpuestas son algunos de los rasgos que han propiciado su fama entre los maestros de té.
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Vasija bizen, alto: 39,8 cm, boca 17,0 cm. Periodo Muromachi,
s. XV. Museo Nacional de Kyūshū. Foto: web Cultural Heritage Online. |
Más
información sobre la ceremonia de té.
En el mes de junio de 2021 publiqué en este
blog el primero de los más de treinta artículos dedicados a la ceremonia de té.
En ellos se habla tanto de la cerámica creada para usarla durante se ejecución como de
su influencia en las artes japonesas. Este enlace lleva a esa entrada.
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Con esto finaliza este artículo. En el siguiente veremos las innovaciones que se produjeron a partir de principios el siglo XVII, en el periodo Edo.