Después de que en el anterior artículo hablara del antiguo sistema de
calefacción utilizado en los ryokan, hoy concluyo la primera
parte de esta serie hablando de uno de sus elementos más característicos: los
baños de estilo japonés. Hasta tal punto es importante esa instalación que no
hay ryokan que se precie que no la incluya en su establecimiento.
El baño japonés
En Japón, la tradición del baño se remonta a tiempos inmemoriales. Ya
en el siglo VIII, los templos budistas solían construir edificios donde instalaban piletas con agua a alta temperatura en la que los monjes se sumergían después de limpiarse el cuerpo.
Más tarde, en el periodo Kamakura (1185-1333), ese tipo de servicio se abrió a
la población en general y, muy pronto, los grandes señores de la época
decidieron incluir en sus villas un pabellón con el mismo fin.
Ese fue el
germen de la popularización del baño público japonés, entendido como un acto
comunitario llevado a cabo en locales llamados sentō. Existen documentos que reseñan que a principios del siglo XIV el emperador Godaigo (1288-1339) ordenó construir un sentō en un templo de Kioto.
Torii Kiyonaga: Local de baños femenino, xilografía, 36x26
cm, c. 1780.
Foto: Wikimedia Commons.
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La foto siguiente es de un típico baño público como los que
hasta bien entrados los años setenta y ochenta del pasado siglo se
encontraban en todos los barrios de Japón. La pared con espejos separa la zona de
hombres de la de mujeres. Los grifos están situados en la zona
donde los clientes, sentados en un taburetes muy bajos, deben enjabonarse y aclararse antes de sumergirse en la gran pileta con agua caliente que
se ve a la izquierda, adosada a la pared con el mural paisajístico.
Reconstrucción de un local de baños públicos del periodo
Meiji en el
Museo de Arquitectura al Aire Libre Edo-Tokyo, Tokio. Foto. J. Vives.
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Japón cuenta con más de tres mil fuentes geotermales a alta
temperatura que abastecen de agua a innumerables establecimientos de baños, albergues y ryokan que se
levantan en sus alrededores. Hoy día, el visitar tales lugares es uno de los propósitos que mueve más
turistas en Japón.
Los baños públicos reciben diferentes nombres según
sean sus aguas. El vocablo general japonés es ofuro o simplemente furo.
Los locales que se abastecen de fuentes termales se denominan onsen, y los que calientan el agua artificialmente, sentō. Cuando el espacio donde se ubican se encuentra al aire libre reciben el nombre de rotenburo.
La ilustración siguiente es de uno de los más célebres establecimientos de baños públicos de Japón, en el que en su día se habilitó una zona para uso exclusivo de la familia imperial.
La entrada del onsen Dōgo en Matsuyama, 1894. Foto: Wikimedia Commons. |
Las miles de fuentes de aguas termales que existen por todo el país se
aprovechan en otros tantos baños públicos, muchos de ellos asociados a un ryokan. Ese servicio es uno de los elementos
que hacen más atractiva la estancia en uno de esos establecimientos.
Cada una de las fuentes geotermales que abastecen esas instalaciones tiene un agua con una composición y propiedades diferentes del resto. Es muy
apreciado el que sus piletas se sitúen al exterior como en la fotografía siguiente. Muchas veces incluso se encuentran en el propio cauce de donde brotan las aguas.
Rotenburo en Katsūra Onsen, prefectura de Wakayama.
Foto: Wikimedia Commons.
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El baño de un ryokan
Antiguamente, los ryokan no tenían baños privados en las habitaciones y solo disponían de uno comunitario de gran dimensión con
una zona para la limpieza y enjabonado del cuerpo y otra con una pileta de dimensión variable y agua termal donde sumergirse unos minutos.
Ese modelo sigue existiendo hoy día, aunque no pocos albergues
modernos o incluso antiguos pero reformados incluyen dentro de las habitaciones
un baño privado de estilo japonés, es decir, con una bañera grande con agua
termal que solo se usa para relajarse, no para enjabonarse, función esta que debe
hacerse antes de entrar en ella. Muchas de esas piletas, a veces
gigantescas, son de madera de ciprés japonés, muy apreciada por el discreto
aroma que desprende.
Ofuro privado en una habitación del Beniya Mukayū.
Foto de Shiratori
Yoshio en la web del arquitecto Takeyama Kiyoshi Sei.
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Obsérvese en la anterior fotografía que la pileta de madera, a pesar de encontrarse en el interior, parece estar en el exterior rodeada de vegetación. Ese efecto se consigue gracias a que las amplias cristaleras correderas de sus dos fachadas se abren totalmente para poder contemplar sin obstáculos el bosque vecino.
En general, los baños comunitarios suelen situarse en algún
lugar que permita tener una amplia vista a un jardín privado o
incluso a la naturaleza cercana, pero siempre manteniendo la privacidad. El
sumergirse en aguas termales rodeado de árboles y vegetación bajo un cielo
estrellado a la luz de la luna es uno de los placeres que proporciona un buen ryokan.
Baño exterior privado
en una habitación del ryokan Gora Kadan, Hakone.
Foto de la web del ryokan.
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Hay que
tener presente que en los baños públicos japoneses el cliente debe ir desnudo y
no puede introducirse en las piletas con traje de baño. El único adminículo que
se acepta en su interior es una pequeña toallita que suele suministrar el ryokan
y que se usa para enjabonar y frotar el cuerpo cuando se está en la zona de
duchas. Tampoco se permite introducir esa toallita en el agua de la pileta pues la contaminaría. Lo usual es dejarla en el borde del vaso o, como hacen
algunos japoneses, colocarla encima de la cabeza.
Actualmente,
casi todos los establecimientos públicos de baños, estén integrados en un ryokan
o no, tienen salas separadas para cada sexo. Sin embargo, algunos permiten que lo usen
simultáneamente los miembros de una misma familia o amigos previa reserva.
Tatuajes
Debo hacer un comentario que no me gustaría que se
malinterpretara. Hace no mucho tiempo, quizás poco más allá del año 2000, los
tatuajes no estaban de moda en Occidente como lo están hoy día. Pues bien, a pesar
de que el tatuaje japonés tiene una larga tradición y sobre todo un alto nivel de
diseño, debe tenerse en cuenta que desde hace siglos solo se tatuaban el cuerpo
los miembros de la yakuza, es decir, de la mafia japonesa, aunque esta
comparación con la palabra italiana no sea exacta.
Miembros de la yakuza durante el festival Sanja
matsuri en Senso-ji, Tokio.
Foto: Wikimedia Commons.
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Por eso, no es infrecuente encontrar en baños públicos japoneses
de gestión privada un letrero que advierte que no se permite la entrada a
personas con tatuajes. El motivo es que, ya desde muy antiguo, se consideraba que esas personas relacionadas con el submundo no era una clientela muy recomendable. Debido a ello, no es extraño ver en
la web de algún ryokan una nota sobre esa limitación. Esto
deberían tenerlo en cuenta quienes tengan grandes tatuajes en su cuerpo y
deseen ir a baños comunitarios, es decir, en los que se bañan varias personas simultáneamente
que no pertenecen a la misma familia.
Tradicionalmente, la mayoría de los tatuajes japoneses, muy elaborados
en colores, formas y simbologías, no son visibles cuando se viste ropa
convencional de calle, pues, aunque la persona tenga todo el cuerpo tatuado, no
suelen llegar más allá de medio antebrazo o pantorrilla. Las únicas ocasiones
en que esos tatuajes, magníficos, lo reconozco, se muestran hoy en público es en
algunos matsuri, aunque no sin polémica. Véase la foto anterior.
En cualquier caso, lo ideal es aplicar lo que dice el refrán
español: Donde fueres haz lo que vieres, o el inglés: When in Rome, do
as the Romans do. Es decir, intenta no hacer ostentación de tus tatuajes
y si es imposible ocultarlos, al menos que se aprecie que intentas evitarlo. Los japoneses
entenderán perfectamente que no deseas ofender sus costumbres y que las
respetas.
Creo que es la primera vez que doy consejos de este tipo en mi blog; intentaré que sea la última. En la próxima entrega hablaré
de lo que representa el jardín en un ryokan.
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