El vacío en el arte japonés, II. La pintura
En el anterior artículo creo que me fui por las ramas cuando hablé del vacío en el teatro japonés, en concreto en los escenarios
de nō. Así pues, hoy me centraré algo más y lo haré de su presencia en la
pintura.
El vacío en la
pintura japonesa
Nunca
ha existido en Japón el horror vacui que contagió a los artistas
europeos anteriores al siglo XX,
incapaces de dejar un centímetro de papel, lienzo o fresco sin que recibiera
la impronta de su pincelada.
Los pintores japoneses
nunca han sentido la necesidad de llenar la parte del soporte de sus obras que
dejaba libre el tema principal, fuese este un personaje, una planta, un árbol o incluso un paisaje. En sus obras, las figuras parecen flotar en el
aire, en el vacío, como vemos en la siguiente ilustración.
Fūgai
Eikun: Hotei cruzando un arroyo,
tinta sobre papel, 67x31 cm, primera
mitad del siglo XVII.
Los Angeles County Museum of Art.
Foto: Wikimedia
Commons.
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Comparemos la anterior obra de Fūgai con la siguiente ilustración de un óleo coetáneo de Caravaggio. El
artista italiano rodea al personaje de innumerables objetos,
hasta tal punto que no sabemos si el verdadero protagonista es el flautista o las
viandas y utensilios que forman en sí una muy completa naturaleza muerta. Apenas se deja vacío el oscuro fondo tras
el personaje, una manera de reforzar la luminosidad de su camisa.
Caravaggio:
El flautista, óleo sobre tela, c. 1615. Museo Ashmolean, Oxford. Foto: Wikimedia Commons.
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En la obra
japonesa no hay duda de que la vista del observador se dirigirá a la figura del
legendario monje, el verdadero protagonista. Sin embargo, en la italiana puede
hacerlo a una vasija, al violín o a cualquiera de las frutas. El título y el
personaje parecen una excusa para pintar cada uno de los objetos que le rodean, una manera de exhibir la destreza del autor, el artista.
Hay que tener presente que ese concepto, el de artista, no existió como tal en Japón hasta finales del siglo XIX. Quizás por eso, los pintores japoneses mostraban siempre una especial modestia en sus obras, nada de exhibicionismos técnicos, aunque su maestría era indiscutible. Respecto a esa idea, por una vez, voy a autocitarme transcribiendo un fragmento de un libro mío.
Hay que tener presente que ese concepto, el de artista, no existió como tal en Japón hasta finales del siglo XIX. Quizás por eso, los pintores japoneses mostraban siempre una especial modestia en sus obras, nada de exhibicionismos técnicos, aunque su maestría era indiscutible. Respecto a esa idea, por una vez, voy a autocitarme transcribiendo un fragmento de un libro mío.
Cita de
mi libro El teatro japonés y las artes plásticas
“El famoso Paisaje haboku de Sesshū puede tomarse como paradigma de esa forma
de entender lo que el artista quiere representar, o mejor dicho, sugerir. Esa
obra de finales del siglo XV es un verdadero manifiesto de cierto tipo de
pintura japonesa donde el elevado nivel de abstracción coexiste con espacios
vacíos.”
Sesshū Tōyō: Paisaje haboku,
1495,
tinta sobre papel, 58x33 cm.
Museo Nacional de Tokio. Foto: Wikimedia
Commons.
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La ilustración anterior es de una de las pinturas más
reproducidas cuando se habla de arte japonés. Una obra maestra que posee muchos
de los rasgos más genuinamente nipones del clasicismo en Japón. Dejando de lado
su aspecto casi abstracto, del que ya hablé en otro artículo de este blog que consagré a su autor, hoy solo me interesa remarcar que gran parte del papel ha
quedado sin “pintar” para representar el espacio oculto por la niebla, el vacío.
La siguiente ilustración es de otra obra del mismo estilo cuasi-abstracto del gran maestro japonés, Sesshū.
Sesshū Tōyō: Paisaje haboku,
tinta sobre papel,
71x27 cm, segunda mitad del siglo XV.
Museo de Arte de Cleveland.
Foto: Wikimedia Commons.
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Esas amplias zonas dejadas sin pintar es un rasgo muy
frecuente en la pintura japonesa de todos los tiempos. Ya hemos visto ejemplos
de eso cuando en esta misma serie he hablado de otras de sus características recurrentes.
En la pareja de biombos que vemos en las siguientes ilustraciones, el artista diferencia distintos planos mediante nebulosas que no son más que espacios
vacíos. Esa es su forma de generar la sensación de profundidad sin
emplear la perspectiva geométrica o aérea.
Sōami: Paisaje, tinta sobre papel, biombo izquierdo, 371x173 cm, principios del siglo XVI.
Museo Metropolitano de Nueva York. Foto en Christine Shimizu: L'art japonais. Flammarion, 2001.
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Sōami: Paisaje, tinta sobre papel, biombo derecho, 371x173 cm, principios del siglo XVI.
Museo Metropolitano de Nueva York. Foto en Christine Shimizu: L'art japonais. Flammarion, 2001.
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Comparemos
las anteriores obras japonesas con una italiana de la misma época. Giorgione
pinta hasta la última hoja del paisaje, utiliza la perspectiva geométrica y difumina los colores y detalles a medida que se alejan. Es una manera, distinta de la nipona, de sugerir la profundidad. Estamos ante dos concepciones diferentes, la italiana y la japonesa, pero no
solo pictóricas, sino también culturales. Son las dos caras de una misma
moneda, las del arte de la pintura.
Giorgione: La tempestad, óleo sobre tela,
82x73 cm, c. 1508.
Galería de la Academia, Florencia. Foto: Wikimedia Commons.
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Con esto
finalizo este artículo sobre el vacío
en la pintura japonesa. En el siguiente comentaré el vacío en la
arquitectura.
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