El vacío en el arte japonés, III La arquitectura
En el anterior artículo hablé del vacío en la pintura japonesa y hoy toca hacerlo de su presencia en la arquitectura.
El vacío en la
arquitectura japonesa
La arquitectura de Japón es quizás el arte donde la presencia
del vacío es más evidente, casi palpable. Las primeras palabras que surgen de
la boca de un occidental desprevenido cuando entra por primera vez en una
estancia de un edificio tradicional japonés son: «está vacío».
No solo no ve
mesas ni sillas ni muebles, sino que, si los paneles correderos exteriores se han abierto para disfrutar del jardín o simplemente para refrescar el
interior, descubre con asombro que el espacio se ha desvanecido, no hay paredes
que lo cierren o definan, ni siquiera hay ventanas. Únicamente cuando aparezcan
un cojín, una mesita y una taza de té podrá interpretar el vacío como una
morada, como su espacio.
El pabellón Kikugetsu-tei del jardín Ritsurin-kōen, siglo XVIII,
Takamatsu. Foto: J. Vives.
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La foto anterior es de un edificio construido en la orilla del lago de un célebre parque. Como es habitual en Japón, ante semejante
entorno, las estancias de cualquier construcción se abren lo máximo posible para
disfrutar de sus vistas. Eso es lo que ocurre en este caso. Con esa apertura
hacia el exterior, junto con la comunicación entre las salas contiguas, el espacio fluye como un todo, un todo que no es nada, que es puro vacío que
envuelve a las personas.
Para aclarar un poco más este concepto, voy a insertar un párrafo de las páginas 54, 55 y 56 de mi libro El teatro japonés y las artes plásticas que publicó en el año 2010 Satori Ediciones. Ese título un poco ecléctico no es más que el reflejo de su contenido, pues en sus páginas se habla tanto de teatro como de la pintura, arquitectura y jardines japoneses. Si clicas en el título de color azul verás su índice.
“El
vacío en la arquitectura nipona se manifiesta expandiéndose de manera
intangible por todas las estancias de los edificios. El interior tradicional es como un lienzo
virgen, no hay muebles que lo ocupen hasta que alguien requiera alguna mesita o
cojín para comer o sentarse. Una vez finalizada esa función se retiran y de
nuevo el espacio reina en la habitación. La vivienda japonesa es como un escenario
abierto, como el del nō, en el que incluso, si se desea, se introduce
visualmente el jardín para participar en la definición de su ambiente o
atmósfera."
"En semejante marco, de una desnudez casi total, los movimientos de las personas pueden ser tan precisos como se requiera, transformándose en verdaderos ritos gestuales, tal y como ocurre en la ceremonia de té, uno de los paradigmas nipones por excelencia. […] Gracias a su neutralidad, que hemos comparado con un lienzo virgen, es posible que cualquier significado o simbología pueda ofrecerse de la manera más sutil posible sin que nada compita con su mensaje."
"En semejante marco, de una desnudez casi total, los movimientos de las personas pueden ser tan precisos como se requiera, transformándose en verdaderos ritos gestuales, tal y como ocurre en la ceremonia de té, uno de los paradigmas nipones por excelencia. […] Gracias a su neutralidad, que hemos comparado con un lienzo virgen, es posible que cualquier significado o simbología pueda ofrecerse de la manera más sutil posible sin que nada compita con su mensaje."
Interior
de un edificio en el templo de Kennin-ji, Kioto. Foto: J. Vives.
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La anterior fotografía de un
edificio construido ya en el siglo XX, aunque siguiendo los modelos tradicionales,
muestra ese fluir del espacio entre salas contiguas.
Con esto
finaliza este corto artículo sobre el vacío en la arquitectura japonesa. Dentro de unas semanas hablaré del vacío en el jardín japonés, será la penúltima entrada de esta serie..
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