miércoles, 15 de julio de 2020

Rasgos y recurrencias en el arte de Japón, XIII

El vacío en el arte japonés, II. La pintura
En el anterior artículo creo que me fui por las ramas  cuando hablé del vacío en el teatro japonés, en concreto en los escenarios de . Así pues, hoy me centraré algo más y lo haré de su presencia en la pintura.

El vacío en la pintura japonesa
Nunca ha existido en Japón el horror vacui que contagió a los artistas europeos anteriores al siglo XX, incapaces de dejar un centímetro de papel, lienzo o fresco sin que recibiera la impronta de su pincelada.

Los pintores japoneses nunca han sentido la necesidad de llenar la parte del soporte de sus obras que dejaba libre el tema principal, fuese este un personaje, una planta, un árbol o incluso un paisaje. En sus obras, las figuras parecen flotar en el aire, en el vacío, como vemos en la siguiente ilustración.

Fūgai Eikun: Hotei cruzando un arroyo
tinta sobre papel, 67x31 cm, primera mitad del siglo XVII. 
Los Angeles County Museum of Art. 
Foto: Wikimedia Commons.

Comparemos la anterior obra de Fūgai con la siguiente ilustración de un óleo coetáneo de Caravaggio. El artista italiano rodea al personaje de innumerables objetos, hasta tal punto que no sabemos si el verdadero protagonista es el flautista o las viandas y utensilios que forman en sí una muy completa naturaleza muerta. Apenas se deja vacío el oscuro fondo tras el personaje, una manera de reforzar la luminosidad de su camisa.

Caravaggio: El flautista, óleo sobre tela, c. 1615. Museo Ashmolean, Oxford. Foto: Wikimedia Commons.

En la obra japonesa no hay duda de que la vista del observador se dirigirá a la figura del legendario monje, el verdadero protagonista. Sin embargo, en la italiana puede hacerlo a una vasija, al violín o a cualquiera de las frutas. El título y el personaje parecen una excusa para pintar cada uno de los objetos que le rodean, una manera de exhibir la destreza del autor, el artista.

Hay que tener presente que ese concepto, el de artista, no existió como tal en Japón hasta finales del siglo XIX. Quizás por eso, los pintores japoneses mostraban siempre una especial modestia en sus obras, nada de exhibicionismos técnicos, aunque su maestría era indiscutible. Respecto a esa idea, por una vez, voy a autocitarme transcribiendo un fragmento de un libro mío.

“El famoso Paisaje haboku de Sesshū puede tomarse como paradigma de esa forma de entender lo que el artista quiere representar, o mejor dicho, sugerir. Esa obra de finales del siglo XV es un verdadero manifiesto de cierto tipo de pintura japonesa donde el elevado nivel de abstracción coexiste con espacios vacíos.”

Sesshū Tōyō: Paisaje haboku, 1495, 
tinta sobre papel, 58x33 cm. 
Museo Nacional de Tokio. Foto: Wikimedia Commons.

La ilustración anterior es de una de las pinturas más reproducidas cuando se habla de arte japonés. Una obra maestra que posee muchos de los rasgos más genuinamente nipones del clasicismo en Japón. Dejando de lado su aspecto casi abstracto, del que ya hablé en otro artículo de este blog que consagré a su autor, hoy solo me interesa remarcar que gran parte del papel ha quedado sin “pintar” para representar el espacio oculto por la niebla, el vacío.

La siguiente ilustración es de otra obra del mismo estilo cuasi-abstracto del gran maestro japonés, Sesshū.

Sesshū Tōyō: Paisaje haboku
tinta sobre papel, 
71x27 cm, segunda mitad del siglo XV. 
Museo de Arte de Cleveland. 
Foto: Wikimedia Commons.

Esas amplias zonas dejadas sin pintar es un rasgo muy frecuente en la pintura japonesa de todos los tiempos. Ya hemos visto ejemplos de eso cuando en esta misma serie he hablado de otras de sus características recurrentes.

En la pareja de biombos que vemos en las siguientes ilustraciones, el artista diferencia distintos planos mediante nebulosas que no son más que espacios vacíos. Esa es su forma  de generar la sensación de profundidad sin emplear la perspectiva geométrica o aérea.

Sōami: Paisaje, tinta sobre papel, biombo izquierdo, 371x173 cm,  principios del siglo XVI. 
Museo Metropolitano de Nueva York. Foto en Christine Shimizu: L'art japonais. Flammarion, 2001.











Sōami: Paisaje, tinta sobre papel, biombo derecho, 371x173 cm, principios del siglo XVI. 
Museo Metropolitano de Nueva York. Foto en Christine Shimizu: L'art japonais. Flammarion, 2001.

















Comparemos las anteriores obras japonesas con una italiana de la misma época. Giorgione pinta hasta la última hoja del paisaje, utiliza la perspectiva geométrica y difumina los colores y detalles a medida que se alejan. Es una manera, distinta de la nipona, de sugerir la profundidad. Estamos ante dos concepciones diferentes, la italiana y la japonesa, pero no solo pictóricas, sino también culturales. Son las dos caras de una misma moneda, las del arte de la pintura.

Giorgione: La tempestad, óleo sobre tela, 82x73 cm, c. 1508. 
Galería de la Academia, Florencia. Foto: Wikimedia Commons.

Con esto finalizo este artículo sobre  el vacío en la pintura japonesa. En el siguiente comentaré el vacío en la arquitectura.

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