En la anterior entrada vimos muy por encima las
artes que practicaban los monjes budistas, en concreto los de la escuela zen,
y hoy daremos un salto importante para comentar el cambio social que supuso el
periodo Edo (1603-1868) y las nuevas formas artísticas que aparecieron durante
esa época de expansión económica y social.
Las clases urbanas
A principio del siglo XVII, Japón entró en un largo periodo de paz que duraría más de dos siglos y medio. El no haber guerras entre clanes y señores feudales propició que las grandes ciudades se convirtieran en centros muy dinámicos y activos donde apareció una nueva clase urbana que poco a poco se iba enriqueciendo al tiempo que iba desplazando a a los antiguos samurai, desposeídos de sus armas, privilegios de casta y solvencia económica. Solo los samurai más inquietos y cultivados supieron adaptarse a la nueva situación convirtiéndose en funcionarios, burócratas o empresarios.
La flamante clase urbana tenía necesidad de
entretenerse, de divertirse y eso lo encontró principalmente en dos géneros
teatrales que nacieron a principios del siglo XVII: el teatro de marionetas
llamado bunraku y el kabuki. Otra especialidad artística
característica de esa época fueron los grabados policromos, los mundialmente
conocidos ukiyo-e.
La ilustración siguiente es de un biombo que
ilustra la batalla de Sekigahara, de la que salió vencedor Tokugawa Ieyasu,
cuya familia ostentará el cargo de shōgun durante todo el periodo Edo, desde 1603 hasta 1868.
Anónimo: La batalla de Sekigahara, biombo de
seis paneles, tinta y color sobre papel, medidas desconocidas, final periodo Edo, s. XIX. Museo de Historia Municipal de Gifu. Foto: Wikimedia Commons. |