Después de ver en el anterior artículo las aficiones artísticas que
tenía la aristocracia militar, es decir, los señores feudales y los samurai
de alto rango, hoy comentaremos la enorme influencia que ejercieron las órdenes
budistas en el desarrollo del arte japonés.
Los templos zen
A partir del periodo Kamakura (1185-1333), los templos budistas fueron, por detrás de los señores feudales, el otro estamento con gran poder y riqueza. En concreto, los monasterios de la escuela zen se convirtieron en un foco cultural y artístico de primer orden, tanto en pintura y caligrafía como en la creación de jardines.
En la siguiente fotografía, que ya vimos en otro artículo de este blog, tenemos una pintura de tema paisajístico sobre puertas correderas encargada por un importante monasterio zen de Kioto. Esa obra posee muchos de los rasgos recurrentes en el arte japonés que iremos descubriendo a lo largo de este curso.
Más información sobre los rasgos del arte de Japón
En enero de 2020 publiqué en este blog el primer artículo de una serie dedicada a los rasgos y recurrencias en el arte japonés. Recomiendo a los interesados en el tema que, al menos, consulten esa entrada inicial.
Kanō Eitoku: Flores y pájaros de las cuatro
estaciones, ca. 1566, tinta y oro sobre papel, 176x142 cm y 176x74 cm cada hoja. Jukō-in, Daitoku-ji, Kioto. Foto: StudyBlue. |
La puertas correderas (fusuma) con las pinturas originales que vemos en la fotografía anterior, hoy día, se encuentran en el Museo Nacional de Kioto y en su lugar se han colocado unas impresionantes réplicas de super alta definición. Pues bien, lo que interesa remarcar aquí es que esas pinturas no las creó un monje, sino uno de los grandes herederos de la escuela Kanō. En esos años, los templos zen encargaban a los más afamados artistas muchas de las pinturas que adornaban las estancias del pabellón donde vivía el superior de la orden. En su momento, en los artículos 51, 52 y 53 de esta serie, es decir, dentro de unos ¡dos años!, volveré a hablar de esa escuela; antes ya lo hice en tres artículos que publiqué en 2015, este enlace lleva al primero de ellos.
El autor de la pintura paisajística que se
muestra en las dos ilustraciones siguientes sí fue un monje zen que vivía en uno de los cinco templos más importantes de esa escuela
budista, los denominados Cinco montañas o gozan, en japonés. Como vemos, la
obra tiene un fuerte formato vertical y en su parte superior se aprecia un
colofón caligrafiado, algo bastante frecuente en Japón. Literatura y pintura unidas por
un tema.
Más
información sobre el tokonoma
En mayo de 2013 publiqué en este blog un
artículo en el que explicaba qué es un tokonoma.
Los datos de la obra que vemos completa a la izquierda son estos: Autor: Tenshō Shūbun, monje zen del templo de Shōkoku-ji en Kioto. Título: Paisaje de montaña. Ejecución: tinta y color sobre papel, 108,0x32,7 cm. Fecha: 1445, aproximadamente. Localización: Museo Nacional de Nara. Foto: web del museo. Aquí mismo, a la derecha, inserto la imagen de la pintura sin la caligrafía.
La caligrafía era uno más de los ejercicios que formaban parte de la rutina diaria de los monjes. En realidad, ya en el periodo Heian, toda persona mínimamente cultivada la practicaba. Caligrafía y poesía eran especialidades que la nobleza de esos años consideraba que se debía dominar.
Musō Soseki: caligrafía, tinta sobre papel, 94,7x34,2 cm, s. XIV. Museo Nacional de Nara. Foto: web del museo. |
Uno de los ejercicios caligráficos más
practicados por los monjes zen era el trazar un círculo, en japonés ensō,
que se suponía simbolizaba el universo, el vacío. Esa forma se debe dibujar con
una sola pincelada, aunque a veces también se hace con dos. La circunferencia
puede ser cerrada o dejar que el inicio y el final apenas se toquen. En todos
los casos se considera que es una manera abstracta de reflejar el carácter de
quien lo ejecuta.
La ilustración inferior es un ensō de uno de los más reconocidos monjes zen, Bankei Eitaku (Yōtaku) (1622-1693), quien solía realizarlo con dos trazos.
Bankei Eitaku (Yōtaku): círculo zen (ensō),
tinta sobre papel, 13,6x26,4 cm. Foto: web Zen in the City. |
Otra de las actividades relacionadas con la caligrafía que practicaban los monjes zen eran los aforismos, siempre muy escuetos y con significado más o menos críptico. La ilustración siguiente es de uno realizado por el que quizás haya sido el más internacional de los monjes zen de la escuela sōto, Taishen Deshimaru (1914-1982), quien en 1967 se asentó definitivamente en París para dar a conocer el zen en Occidente.
Caligrafía de Taishen Deshimaru (1914-1982): Ji,
mu, gai (Vida sin límites), tinta sobre papel, medidas desconocidas. Foto: Dojo zen de Vitoria-Gasteiz. |
Los tres ideogramas, ji mu gai, de la
anterior caligrafía, según se explica en el blog del dōjō zen de
Vitoria-Gasteiz, se pueden traducir como “vida sin límites”. Aforismo que se interpreta
en el sentido de que la vida no se detiene en el propio ego, sino que fluye de
persona a persona. En eso se basa la enseñanza de maestro a discípulo: en un
flujo intangible que no precisa de las palabras.
Los
jardines zen
Una de las especialidades que evolucionó enormemente gracias al budismo zen fue el arte de la jardinería, en concreto la concepción de lo que se denominan jardines secos, kare sansui, en japonés. A lo largo de este curso, muy a menudo aparecerán ejemplos de jardines secos y ahora solo como botón de muestra voy a insertar una foto del que sin duda es el más célebre de todos, un paradigma inalcanzable que sigue maravillando a cualquier aficionado a las artes. Me refiero al jardín seco situado frente la fachada sur de la residencia del prior del templo de Ryōan-ji en Kioto, al que dediqué tres artículos en este blog en el año 2013. Este enlace lleva al primero de ellos.
Ese tipo de jardines se denominan secos porque nunca hay en ellos agua, ni arroyos ni estanques, aunque en no pocos casos
el líquido elemento se simboliza con una capa de gravilla rastrillada.
Hablaremos más extensamente de los jardines japoneses en su momento.
El jardín seco de Ryōan-ji, s. XV, Kioto. Foto: Javier Vives. |
Más
información sobre los jardines secos
En julio de 2013 publiqué en este blog un artículo en el que se explicaba el origen de los jardines secos.
Los monjes zen han utilizado los jardines secos como un medio más para la práctica de la meditación denominada zazen. Como este bonzo que vemos aquí frente a un célebre jardín seco que no tiene ni una sola planta, a excepción de un seto a modo de valla y un simbólico árbol situado en una esquina que se confunde con las copas de los que se levantan más allá. A ese jardín le dediqué un par de artículos hace años y volveré a hablar de él en la entrada 41 de este curso.
Monje ante el jardín sur de Daisen-in, s. XVI, Daitoku-ji, Kioto. Foto de fuente desconocida. |
Con esto finaliza este artículo. En el
siguiente entraremos en el largo periodo Edo (1603-1868), cuyos más de dos siglos de
paz sin guerras, permitieron la aparición de nuevas formas
artísticas. Eso lo veremos dentro de dos semanas.
Dada la extensión de este larguísimo Curso de arte japonés, para facilitar el acceso a los artículos dedicados a un tema concreto, doy aquí este enlace que permite acceder a su índice interactivo. En él aparecen todos los artículos del curso con su respectivo hipervínculo que llevará a cada uno de ellos a medida que se vayan publicando.
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