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martes, 22 de septiembre de 2020

Arquitectura del albergue tradicional japonés, el ryokan, II

En el anterior artículo solo di una primera idea de lo que es un ryokan. En realidad, no fue más que el pistoletazo de salida de una serie de veinte capítulos que iré publicando cada dos semanas y en los que intentaré explicar algunas de las particularidades arquitectónicas de un ryokan. Adelanto que me dejaré muchas cosas en el tintero, sobre todo las que se alejen del limitado ámbito de mis conocimientos.

Por ese motivo, no hablaré del funcionamiento de un ryokan tradicional, a menudo gestionado por generaciones de una misma familia. Tampoco lo haré de su gastronomía ni de la manera de presentar sus menús a los clientes. Y finalmente, solo abordaré de pasada el tema de los baños termales, un campo que también tiene su historia y particularidades.

Así pues, dicho esto, empezaré este artículo con una pregunta sobre una idea que surgirá bastantes veces en esta serie:

¿Qué es el espíritu japonés?
Últimamente, me estoy dando cuenta que en mis escritos recurro frecuentemente a la expresión “espíritu japonés” sin dar mayores explicaciones. No pretendo en absoluto que Japón sea el único país que tenga "espíritu", faltaría más. Creo que instintivamente entendemos que cada pueblo tiene el suyo propio. Existe un espíritu español, inglés, ruso o, si se prefiere, hispano, anglosajón, eslavo. Y por supuesto muchos más en cada uno de los cinco continentes; pero aquí estamos hablando de Japón.

Centrándonos en lo que es un ryokan, además de los rasgos arquitectónicos japoneses que iré comentando a lo largo de esta serie, hay que tener en cuenta otros aspectos no menos importantes. Por ejemplo, si el trato al cliente se rige por cánones japoneses, si se proporciona cena y desayuno de estilo japonés y, para acabar, si tiene un servicio de baño también de estilo japonés, un elemento este muy importante.

En el anterior párrafo he repetido voluntariamente cuatro veces el calificativo japonés. Es decir, un ryokan debe mostrar un “porte nipón” por los cuatro costados. Pero, como podemos adivinar fácilmente, el quid de la cuestión se encuentra en definir el resbaladizo concepto de aroma, espíritu o porte nipón.

Veamos un ejemplo. La imagen siguiente muestra una habitación de un ryokan cuyos acabados no tienen cien años de antigüedad, ni mucho menos, pero que en mi opinión es inequívocamente japonesa, es decir, tiene espíritu, atmósfera, ambiente, como queramos llamarlo, japonés. 

Habitación del ryokan Asaba en Izu, prefectura de Shizuoka. Foto de la web del ryokan.

Para concretar un poco más, voy a intentar encontrar qué elementos de esa habitación pertenecen al vocabulario de la arquitectura antigua de Japón y si se han utilizado “literalmente” o no. Veamos si hay más de tres.

El primero sería el tokonoma que aparece a la izquierda de la habitación. Para los que no sepan qué es un tokonoma, baste decir que es un espacio definido por  un pilar lateral, al que suele adosarse una pared, con el suelo un poco más levantado que el de la habitación donde se encuentra y que se utiliza para exponer alguna pintura, objeto artístico o arreglo floral. En la foto anterior es donde vemos la pintura colgada y una pequeña vasija con unas plantas. En algunos casos, empleo la expresión "hornacina ornamental" en vez de la palabra japonesa. 

Si nos fijamos, el diseño del tokonoma de la habitación de la foto anterior es innovador pues, además de ser más ancho de lo usual, el pilar que lo separa de la zona con el pequeño armario bajo está literalmente “cortado” para convertirlo en una idea, una sugerencia. Sin embargo, a pesar de esas libertades de diseño, enseguida se reconoce que se trata de uno de los componentes ineludibles en una habitación de estilo japonés desde hace ya más de cinco siglos, cuando nació el llamado estilo shoin de arquitectura residencial, del que hablé más extensamente en este artículo.

En la foto siguiente vemos un tokonoma  más "clásico" en una residencia privada que se ha engalanado con una pintura y un humilde arreglo floral como mandan los cánones. En este caso, su pilar remata la pared lateral que lo separa de la zona del armario, mientras que en su lado derecho hay una ventana.

Hornacina ornamental (tokonoma) con una pintura colgada (kakemono) y
un arreglo floral (ikebana) en la casa Ōhashi, Kurashiki, prefectura de Okayama. Foto J. Vives.

Pero volvamos a la fotografía de la habitación del ryokan. El segundo elemento que pertenece al vocabulario tradicional es la galería perimetral que vemos a la derecha de la estancia y que está separada del interior con unas puertas correderas del tipo shōji. Si nos fijamos, en ellas se aprecia que la parte central puede deslizarse hacia arriba para enmarcar la vista del jardín cuando se está sentado en el tatami, un detalle que demuestra la meticulosidad de la persona que estuvo a cargo del diseño del establecimiento.

El tercer elemento es una de las contantes en la arquitectura japonesa de todos los tiempos: su particular tendencia a expandirse hacia el exterior gracias a unas aberturas amplísimas. En este caso, la habitación se abre por dos de sus fachadas a un jardín próximo. En una de esas vistas se descubre entre la maleza un farol de piedra, otro elemento genuinamente nipón presente en casi todos los jardines.

La foto siguiente es de la habitación de otro ryokan con esa misma idea de apertura al jardín gracias a sus enormes correderas en dos fachadas.

El jardín del ryokan Atami Sekitei, prefectura de Shizuoka. Foto de la web del ryokan.

Pero además de esos tres elementos, hornacina, galería y apertura al exterior, y por supuesto de los tatami, se aprecian otros detalles que no son estrictamente arquitectónicos, sino más bien muestras de un correcto uso que contribuyen a generar su característica atmósfera, esa que llamo japonesa. Veamos.

En la primera foto de este artículo, la del ryokan Asaba, en el tokonoma se ha colgado una pintura, cuyo formato se denomina kakemono y del que hablé en otro artículo de este blog. Apoyado en el suelo, hay un sencillísimo ikebana en una pequeña vasija de porcelana sobre una base negra lacada. La lámpara de techo proporciona de noche la luz mínima necesaria, no más. El resultado es un ambiente inconfundiblemente japonés y clásico.

Supongo que ya nos hemos dado cuenta que esos dos elementos ornamentales que sintonizan con la época del año, pintura y arreglo floral, también están en la fotografía dla casa Ōhashi. No es casualidad, sino la forma más ortodoxa de crear la atmósfera adecuada. 

Con esos tres elementos concretos más los tatami y, para rematar el tema, el mencionado buen uso del tokonoma, que debe servir para mostrar un par o tres, no más, elementos, ya queda definido el ambiente de esa habitación. En el ryokan Asaba se ha hecho una interpretación moderna de elementos clásicos con cientos de años de antigüedad para mantener lo principal, el “espíritu” tradicional. 

En el establecimiento solo quedaría un elemento también importante: la instalación de un baño con aguas termales como el de la foto siguiente. De los baños en los ryokan hablaré más adelante en otras entregas de esta serie.

Baño termal exterior, rotenburo, del ryokan Beppu Shōwaen en la prefectura de Ōita. 
Foto de la web del ryokan.

Por todo ello, si se me permite el “arquicentrismo” (perdón por el palabro), podríamos decir que uno de los aspectos más importantes en un ryokan es su arquitectura, pues el marco físico se convierte quizás (siempre tengo dudas) en el responsable máximo de generar el resto de los rasgos de un espacio que permiten calificarlo de japonés.

Un establecimiento hotelero de estilo arquitectónico internacional, y menos si tiene “toques” tailandeses, chinos, árabes, hispanos, griegos, suizos o cualesquiera otros, aunque el trato al cliente sea excepcional, aunque posea baños termales y aunque ofrezca una excelente gastronomía, difícilmente podrá calificarse de ryokan.

Con esto doy por finalizado este artículo, en el siguiente seguiremos haciéndonos preguntas, por ejemplo: ¿puede un establecimiento moderno ser un ryokan?

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