martes, 17 de noviembre de 2015

Pintura moderna japonesa: la pintura yōga del periodo Meiji, V

La pintura japonesa de estilo occidental en el periodo Meiji, Aoki Shigeru 
Como dije hace catorce días, hoy concluiré el capítulo dedicado a los precursores de la pintura moderna japonesa de estilo occidental que trabajaron durante los años meiji, y lo haré hablando de Aoki Shigeru

Aoki Shigeru (1882-1911)
Aoki Shigeru pertenece a la última generación de artistas del periodo Meiji. Debido a su corta vida, su legado es reducido, pero de gran interés gracias a su personal estilo, mezcla de espíritu romántico europeo y temas mitológicos nipones.

Aoki es el autor de una de las obras de estilo occidental más importantes del primer cuarto del siglo XX en Japón. Me refiero a La fortuna del mar, un magnífico óleo creado cuando todavía era estudiante y que se muestra en la siguiente ilustración. Su tema lo extrajo del texto histórico más antiguo de Japón, el Kojiki

Aoki Shigeru: La fortuna del mar, 1904-06, óleo sobre tela, 178x67 cm. Museo Ishibashi, Kurume. Foto: Wikimedia Commons.

El formato apaisado de esa obra se aprovechó para mostrar una larga procesión de marineros, cansados pero satisfechos, acarreando su pesca. Hay que hacer notar que el desnudo explícito no existió en la pintura japonesa tradicional, por lo que esta composición resultó muy chocante en su época.

El primer pintor japonés que expuso en su país un desnudo fue Kuroda Seiki, de quien hablé en el anterior artículo. Eso ocurrió en 1894 cuando presentó un óleo, del que solo nos ha llegado una fotografía, titulado Baño matinal. En él representaba, un poco a la manera de Renoir, una joven desnuda, de pie y de espaldas, acicalándose el cabello frente a un gran espejo.

Aoki Shigeru: Paraíso bajo el mar
1907, óleo sobre tela, 181x70 cm. 
Museo Ishibashi, Kurume. 
Foto: Wikimedia Commons.
Pero volviendo a Aoki, desde muy joven estuvo interesado en el movimiento romántico europeo, del que intentó extraer elementos que pudieran encajar en el mundo mitológico japonés. 

Precisamente, la obra reproducida a la derecha se basa en la leyenda de dos hermanos, uno cazador y otro pescador, que deciden intercambiar su oficio. Cuando el primero de ellos pierde los útiles de pesca, decide bucear hasta el fondo del mar para recuperarlos. Allí se encuentra con una princesa y sus sirvientes. Ese es el momento que plasmó Aoki en su cuadro.

Con esto concluyo el primer apartado de esta serie dedicada a la pintura japonesa de estilo occidental durante el periodo Meiji. Mucho se ha quedado en el tintero, pero creo que con esta pequeña muestra ya se puede tener una primera idea del enorme esfuerzo que realizaron y las dificultades con que se toparon los primeros artistas japoneses que descubrieron el arte europeo, unos de primera mano y otros solo a través de publicaciones.

Es muy posible que nosotros, desde Europa, con nuestro eurocentrismo casi patológico, pensemos que poco podían hacer o aportar esos abnegados artistas frente a los enormes avances de los impresionistas y postimpresionistas. 

Pero resulta que los europeos tenían tras de sí siglos de historia y tradición, contra los que se revelaban, pero que sin los cuales no hubieran podido llevar a cabo su drástica renovación. Precisamente, una revolución basada en una técnica pictórica que era totalmente ajena a los artistas japoneses, quienes en esos años se dedicaron a estudiarla y practicarla quemando etapas centenarias.

Como ya saben mis lectores, no me gusta filosofar demasiado, por eso voy a dejar aquí este tema. Dentro de dos semanas proseguiré este recorrido cronológico por la pintura japonesa de estilo occidental durante las primeras décadas del siglo XX. Entraremos en otro periodo histórico, los alegres e innovadores años taishō.

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