martes, 21 de noviembre de 2023

La danza butō, 30

Hijikata Tatsumi, 6

“El butō debe derramar sangre en nombre de la experiencia del mal.” Hijikata Tatsumi

En al anterior artículo comenté la actividad de Hijikata Tatsumi entre los años 1959 y 1966, y hoy lo haré de lo que se considera su segundo periodo, entre 1967 y 1968. 

Segundo periodo, 1967-1968.

En 1967, Hijikata se deja crecer el pelo y da la alternativa a dos discípulos, Ishii Mitsutaka (1939-2017) y Ashikawa Yōko (1947-), para los cuales crea varias coreografías que se presentan junto con solos del propio Hijikata en junio y agosto de 1968.

Hijikata Tatsumi en 1967.
Foto: Hosoe Eikō en su libro Sōseiki: wataki hi no geijutsukatachi.  Tokio: Kokusho Kankōkai, 2012.
 

En septiembre de ese mismo año dirige un recital de Takai Tomiko (19-?-2011) en el que también interviene con dos solos. Todas esas piezas que Hijikata bailó en los espectáculos ofrecidos por sus discípulos le sirvieron para crear su siguiente y magna obra: Nikutai no hanran, conocida internacionalmente como La rebelión de la carne o también La rebelión del cuerpo.

La rebelión de la carne (Nikutai no hanran), 1968

El 9 de octubre de 1968, Hijikata estrena en el auditorio del Nihon Seinenkan de Sendagaya, en Tokio, una obra que marca otro hito en la historia del butō: Su título completo es Hijikata Tatsumi y los japoneses: la rebelión de la carne (Hijikata Tatsumi to nihonjin: Nikutai no hanran)Al día siguiente se hace una segunda y última representación. Existe una grabación de parte de la obra, sin el sonido original, filmada en 8 mm por el pintor Nakamura Hiroshi (1932-)

Como ya he dicho, los precedentes de esa histórica pieza fueron las coreografías que Hijikata había creado, en agosto de 1967 y junio de 1968, para sendos recitales en los que actuaba como bailarín junto con su alumno Ishii Mitsukata y que se convirtieron en episodios de La rebelión de la carne

En el comienzo de la obra, Hijikata, vestido con un kimono blanco femenino llamado uchikake y colocado al revés, entra en la sala a través del patio de butacas subido en un palanquín con una gran mosquitera. El título de ese prólogo se ha traducido como “Desfile de un rey cretino” (Bakaō). La fotografía siguiente es de ese momento. A la izquierda de la imagen se ve a un cerdo dentro de una cuna que entra igual que Hijikata en otro palanquín menor. Varios hombres escoltan la procesión.

Entrada de Hijikata Tatsumi subido en un palanquín en el comienzo de La rebelión de la carne, 1968.
Foto: Saito Masakatsu, Archivo Hijikata Tatsumi, Centro de Arte de la Universidad de Keiō, Tokio.

Se asiste a la boda del rey cretino. Cuando Hijikata llega al escenario, lanza su vestido y queda completamente desnudo. En su pubis resplandece un enorme falo erecto.

La imagen más popular de esta obra es la del escuálido torso de Hijikata con los brazos en alto, las costillas marcadas y la cabeza girada para mirar a un lado mientras su larga cabellera oculta su rostro. Sobre el estómago rehundido destaca un pene metálico dorado que lleva atado a la pelvis. Cuando baja los brazos, comienza a mover sincopadamente las caderas adelante y atrás.

Hijikata Tatsumi en La rebelión de la carne, 1968.
Foto: Torii Ryōzen, Archivo Hijikata Tatsumi,
Centro de Arte de la Universidad de Keiō
, Tokio.

De esa escena se han hecho muchas interpretaciones. Unas la relacionan con los sátiros que aparecen en muchas pinturas europeas; otras, con el dios griego Dionisio. Sin embargo, también se ha considerado que la intención de Hijikata era simplemente escandalizar, desafiar a las costumbres sociales del Japón de su época. En cualquier caso, no hay duda de que estaba al corriente de las teorías sobre lo apolíneo y lo dionisíaco de Friedrich Nietzsche (1844-1900) y su Nacimiento de la tragedia, así como del pensamiento del por entonces muy popular filósofo Herbert Marcuse (1898-1979) y su Eros y civilización de 1955.

Después de recorrer la escena dando saltos, Hijikata se gira y la iluminación descubre detrás de él unos grandes paneles metálicos suspendidos que van girando y reflejando su imagen. Danza a su alrededor, cae al suelo, se levanta. Un foco descubre junto a una de las láminas metálicas un pollo colgado por sus patas. 

Hijikata Tatsumi en la escena de las láminas metálicas
y el pollo de La rebelión de la carne, 1968.
Foto: Nakatani Tadao, Archivo Hijikata Tatsumi,
Centro de Arte de la Universidad de Keiō
, Tokio.

El tema de la muerte de un ave era para Hijikata una obsesión recurrente desde muchos años atrás. En 1958 la plasmó en su Danza de haniwa; en 1959, en Kinjiki, y en 1960, en la película de Hosoe Eikō El ombligo y la bomba atómica. Hay que tener en cuenta que durante su vida en Akita vivió de cerca el periódico sacrificio de pollos para abastecer al restaurante de soba de su familia.

Hijikata Tatsumi colgado del cuello del pollo
de La rebelión de la carne, 1968.
Foto: Nakatani Tadao, Archivo Hijikata Tatsumi,
Centro de Arte de la Universidad de Keiō
, Tokio.

En la siguiente escena, Hijikata cambia de vestuario y reaparece con un largo vestido rojo de volantes, unos enormes guantes negros de caucho, zapatos de mujer y su largo pelo recogido en dos colas de caballo. Se coloca delante de una de las láminas de cobre creadas por Nakanishi Natsuyuki.

El vestido rojo y los guantes empleados por Hijikata
en La rebelión de la carne, 1968.
Foto: Archivo Hijikata Tatsumi,
Centro de Arte de la Universidad de Keiō
, Tokio.

Durante esa escena, Hijikata parodia de alguna manera el baile flamenco, un estilo que había estudiado en la escuela de Andō Mitsuko en 1952. En todo momento exhibe una sonrisa sarcástica. El amplio vestido femenino le permite en la última sección mostrar sus masculinas piernas. 

Hijikata Tatsumi en la escena del vestido rojo de La rebelión de la carne, 1968.
Foto: Hasegawa Roku, Archivo Hijikata Tatsumi, Centro de Arte de la Universidad de Keiō, Tokio.

Se suceden una serie de escenas en las que Hijikata cambia de vestido y maquillaje. La información de que se dispone de esta parte de la obra no es completa y resulta difícil deducir lo que realmente aconteció en su estreno. En una de las secciones aparece con la nariz pintada de blanco, como gustan hacer los niños cuando juegan. Los saltos que ejecuta también resultan infantiles.

Hijikata Tatsumi vestido de niña, o niño, con la nariz blanca
en La rebelión de la carne, 1968.
Foto: Nakatani Tadao, Archivo Hijikata Tatsumi,
Centro de Arte de la Universidad de Keiō
, Tokio.

La obra concluye con Hijikata casi completamente desnudo con un paño en su cintura. Su imagen y enjuto cuerpo recuerda las representaciones clásicas del Cristo crucificado. 

Hijikata Tatsumi en La rebelión de la carne, 1968.
Foto: Nakatani Tadao, Archivo Hijikata Tatsumi,
Centro de Arte de la Universidad de Keiō
, Tokio.

A continuación, su cuerpo es izado con unas cuerdas por encima de los espectadores, cada vez más alto. Un foco lo ilumina. Su larga melena cuelga de la cabeza inclinada hacia atrás. Al cabo de unos minutos, desciende poco a poco y unos ayudantes le quitan las ataduras. Llega al escenario. Monta de nuevo en el palanquín que ha estado en todo momento en el tablado. Recibe los aplausos del público y unos ramos de flores. Se cierra el telón. 

Hijikata Tatsumi en la escena final de La rebelión de la carne, 1968.
Foto: autor desconocido, Archivo Hijikata Tatsumi, Centro de Arte de la Universidad de Keiō, Tokio.

A lo largo de las diferentes escenas de la obra, Hijikata pasa de ser una figura demoníaca a otra satírica o infantil. Se mueve frenéticamente al ritmo de la música. Parece ser que durante la escena del vestido rojo un pianista en el escenario interpretaba una rapsodia húngara de Brahms, quizás la sexta. Su primera obra Kinjiki queda ya muy lejos. Han pasado diez años y sus movimientos son ya una nueva forma de danza.

Su terruño de Akita, la miseria de los lugareños, su hermana desaparecida, quizás vendida a un prostíbulo, todos sus hermanos fallecidos en la guerra, el clima extremo; todas esas vivencias del joven Hijikata sin duda quedaron grabadas en su memoria. Todos esos recuerdos, revividos durante las sesiones fotográficas con Hosoe Eikō en Akita entre 1965 y 1968, marcaron su personalísima obra.

Para concluir este artículo, inserto un videoclip de esta fascinante obra que se encuentra en el espléndido canal brasileño Núcleo Experimental de Butô de la plataforma de YouTube y que dura poco más de cinco minutos. Aunque en el canal de esa plataforma no se indica, el filme original de 8 mm es del pintor Nakamura Hiroshi (1932-) y su duración completa es de veinte minutos. La música de fondo que se escucha en el clip (la Sinfonía nº 9 de Dvořák, del Nuevo Mundo) no es la original del estreno.

La imagen del vídeo es mejor que la de muchas grabaciones de otras piezas de Hijikata y permite ver las diferentes escenas de su actuación. Comienza con la entrada de Hijikata en el palanquín con la enorme mosquitera y sigue con su danza con el uchikake blanco, la escena del pene dorado, el baile con el enorme vestido rojo, sus saltos con los calcetines amarillos, su “crucifixión” suspendido en el aire y su saludo final al público que le lanza ramos de flores. Creo que es imprescindible ver este clip de una obra histórica.


En el siguiente artículo continuaremos viendo la obra de Hijikata. Será dentro de dos semanas.