El panteón budista en la escultura japonesa
Como anuncié en
el artículo de la semana pasada, hoy hablaré de la iconografía budista. El budismo posee un enorme número de divinidades, pero
yo voy a comentar solo unas pocas, las que más a menudo se encuentran en los
templos japoneses. Hay que tener en cuenta que las formas de representarlas en los
países asiáticos pueden ser diferentes y, como consecuencia, lo que explico aquí no
necesariamente es de aplicación a otros pueblos que no sea el nipón.
Antes de
proseguir, debo insistir en que cuando nos adentramos en el panteón budista,
sea japonés o no, tenemos que aceptar que casi con toda seguridad nos perderemos,
y no solo entre la ingente cantidad de deidades, de atributos, de nombres o de
posiciones de manos de cada una de ellas, sino también entre el sinfín de
interpretaciones de sus poderes divinos, de sus relaciones entre sí, de su
procedencia geográfica o incluso de su correspondencia con divinidades de otras
creencias como, en el caso de Japón, el sintoísmo.
Así pues, el
sufrido lector que tenga la santa paciencia de leer todo lo que sigue a
continuación debe, primero, tomárselo con ciertas reservas y jamás como
“palabra de dios” y, segundo, no obsesionarse demasiado con algunas contradicciones entre las características o conceptos que iré mencionando.
Porque, no solo mis conocimientos sobre el tema son muy limitados, sino que incluso
no pocos estudiosos de esa religión reconocen que, en muchos casos, existen lagunas
interpretativas consecuencia de la evolución del budismo a lo largo de los
siglos y a lo ancho de un gigantesco continente.
Como ejemplo
de ello basta saber que divinidades inicialmente indias se “reconvirtieron” al
budismo en China y de ahí pasaron a Japón, a veces a través de Corea y
generalmente adaptando otra vez al nuevo país no solo sus nombres, verdadero
galimatías de sánscrito, chino y japonés, sino a veces también sus atributos y
facultades.
Como
consecuencia de esa expansión por los países asiáticos, los rasgos, poses y
vestimentas de sus deidades pueden ser diferentes en cada uno de ellos. Además,
la forma de representar a las divinidades budistas en Japón también fue
variando, dependiendo incluso de la interpretación que hacía de ellas cada una
de las órdenes religiosas establecidas en el país.
Por todo lo
dicho y por otros muchos motivos, la escultura japonesa puede resultar un poco difícil
de entender, aunque no demasiado. Para reducir algo esa opacidad y para ayudar a disfrutarla escribo este artículo.
Así pues, insisto:
tómese todo lo que sigue como una mínima ayuda para no confundir un demonio con
un ángel, y poco más. Lo que realmente me interesa remarcar de la estatuaria
budista japonesa es, llana y simplemente, su belleza.
Rasgos singulares
En la imagen
de una divinidad budista siempre aparecen ciertos elementos que ayudan a descubrir
su categoría o personalidad de acuerdo con las creencias de esa religión. Veamos
algunos de ellos.
En primer
lugar se debería mencionar su aspecto físico: los lóbulos de las orejas, la protuberancia
en la cabeza, la membrana intersticial entre los dedos, el tipo de peinado o la
ausencia de pelo, los múltiples brazos o cabezas, el tercer ojo, etcétera; todo
tiene un significado, generalmente relacionado con el escalafón divino de la
deidad.
Cabeza de Buda de Yamadadera, 685. Bronce, 97 cm. Kōfuku-ji, Nara. Foto en Nara, trésors boudhiques du Japon ancien. Le temple du Kōfuku-ji. Galeries Nationales du Grand Palais, 1996. |
La vestimenta
también suministra información de su rango, aunque en este caso puede resultar
aún más difícil de interpretar por la sutileza de las variaciones. El cómo se
lleva, si oculta o no los pies, el hombro u otra parte del cuerpo; todo tiene
su importancia dado que puede indicar un estado determinado de su esencia
divina.
Luego
deberíamos comprobar si el dios en cuestión acarrea algún objeto como una soga,
lanza, relicario, frasco, tridente, libro, cayado, campana, etcétera; todos
ellos símbolos de su actividad.
En las
deidades de mayor rango la posición de las manos, denominada mudra, es muy
importante, dado que indica no solo cómo se presenta ante nosotros, sino también
si nos está enviando algún tipo de mensaje. Por ejemplo, son muy conocidos los ademanes
que sugieren “no temas” o “escucha mi prédica” o “acércate y dime”. Existe una
enorme cantidad de posiciones de manos.
También se
debe considerar la postura general y dónde se apoya la divinidad en cuestión.
Puede estar sentada sobre un loto o una piedra, puede pisar un monstruo o montar sobre un elefante, entre otras posibilidades. Además, las formas de colocar los pies al
sentarse son muy variadas y, como las posiciones de las manos, indican la
naturaleza y labor de cada deidad. Las combinaciones de todos esos elementos
son elevadísimas y consecuencia de las diferentes interpretaciones surgidas a lo largo de los siglos.
Divinidades budistas
Voy a ofrecer
una sencilla clasificación de las deidades budistas japonesas. Para simplificar, las voy a agrupar en tres grandes categorías, aunque los especialistas suelen subdividir la tercera en dos más. Veamos pues las más importantes,
empezando por las situadas en el nivel superior.
Buda es
cualquier ser que haya alcanzado la iluminación. Su nombre japonés es nyorai y los principales son los siguientes:
·
Shaka: es el
Buda histórico, Siddharta Gautama, el fundador del budismo. Se escribe con mayúscula, Buda, mientras que para
el resto de nyorai se hace con
minúscula.
·
Dainichi nyorai: es la más alta divinidad del budismo, el gran buda
de la luz y la verdad, transfiguración divina de Gautama y personificación de
lo absoluto.
Además del
Buda histórico, considerado como el Maestro, existe un par de grandes
trasposiciones divinas de Gautama que encarnan dos de sus actitudes personales:
la de sanador y la de consolador, representadas por Yakushi y Amida respectivamente.
·
Yakushi nyorai: es el buda que cura enfermedades físicas y
espirituales y una de las divinidades más veneradas en Japón.
·
Amida nyorai: es el buda del Paraíso Occidental y quien, como personificación
de la compasión, consuela a los seres humanos y los acoge en su residencia celestial.
Estas tres
últimas deidades suelen citarse simplemente como Dainichi, Yakushi y Amida.
Yakushi nyorai, 1013, madera, 107 cm. Kōfuku-ji, Nara. Foto en Nara, trésors boudhiques du Japon ancien. Le temple du Kōfuku-ji. Galeries Nationales du Grand Palais, 1996. |
En un
escalafón inferior se encuentran los bosatsu:
seres que, a pesar de poseer los méritos necesarios, posponen su acceso al nivel
superior para salvar a la humanidad. Los principales bosatsu son los siguientes:
·
Miroku bosatsu: es el único bosatsu
que fue discípulo de Buda. Reside en el paraíso, de donde volverá dentro de
millones de años para guiar a los creyentes. Por ese motivo se le conoce como
buda del futuro, por lo que también pertenece a la primera categoría de los nyorai.
·
Jizō bosatsu: es el encargado de salvar a las personas permaneciendo
en nuestro mundo. La tradición le atribuye la misión de defender a los niños o
vigilar los caminos.
·
Kannon bosatsu: es el dios de la compasión y misericordia. En Japón,
a veces se le considera una deidad femenina, aunque no existe ninguna doctrina
que lo certifique de forma clara.
·
Gakkō bosatsu y Nikkō
bosatsu: son sirvientes de una deidad de rango superior a la que suelen
acompañar. Nikkō simboliza la luz del Sol; Gakkō, la de la Luna.
Como en el caso
anterior, casi siempre se citan simplemente como Miroku, Jizō, Kannon, Gakkō y
Nikkō, sin posponer bosatsu.
En el nivel
inferior se sitúan varios grupos de divinidades que, en general, tienen la
misión de vigilar los recintos budistas, escoltar a otras deidades o proteger a
los creyentes. Las principales son:
·
Myō-ō: ayudan con sus poderes a superar las dificultades y
tentaciones de los fieles. De los cinco myō-ō
existentes, el más famoso es Fudō, muy representado en el arte.
·
Shi-tennō: son los cuatro reyes celestes que vigilan los
puntos cardinales de un templo o escoltan a un nyorai.
·
Niō: son la pareja de guardianes que, situados en la
puerta de acceso a un monasterio, impiden la entrada de las fuerzas malignas.
El shi-tennō Tamon-ten, s. XII, madera, 157 cm. Museo Nacional de Nara. Foto en Nara, trésors boudhiques du Japon ancien. Le temple du Kōfuku-ji. Galeries Nationales du Grand Palais, 1996. |
Hay que
insistir en que las divinidades budistas no encarnan a un sexo determinado,
aunque en algunos casos, debido a su aspecto o a las cualidades que simbolizan,
la tradición les ha otorgado uno u otro género.
Llegado a
este punto, y para no hacer demasiada larga esta sesión, creo
conveniente dejar para el martes próximo el
hablar de cómo suelen representarse en la escultura japonesa las divinidades
budistas que he comentado.
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