La edad de oro de la cerámica japonesa
Tras el anterior artículo, hoy vamos a entrar de lleno en los siglos dorados de la cerámica japonesa, una época en la que maduraron los estilos más profundamente japoneses de toda la historia de la alfarería nipona.
Tras el anterior artículo, hoy vamos a entrar de lleno en los siglos dorados de la cerámica japonesa, una época en la que maduraron los estilos más profundamente japoneses de toda la historia de la alfarería nipona.
Durante
el siglo XVI la ceremonia de té, hasta entonces practicada exclusivamente por
los más altos estamentos religiosos y militares, se fue popularizando entre las
clases simplemente acomodadas, hecho que produjo una fuerte demanda de
utensilios para su celebración. Como consecuencia, los exquisitos objetos
importados de China empezaron a ser sustituidos por otros fabricados en Japón,
mucho más económicos y accesibles. Poco a poco, primero los hornos de la región
de Seto y luego los de Bizen y Shigaraki comenzaron a ganarse el favor de los
aficionados gracias a sus piezas de texturas variadas y paredes irregulares.
Cerámica shigaraki
A finales del siglo XIII, los hornos de la región de
Shigaraki iniciaron la producción de grandes vasijas que, como consecuencia de
la composición de su arcilla, tenían una textura rugosa generada por la
explosión durante la cocción de pequeños gránulos blanquecinos. Ese aspecto rústico hizo que la cerámica de Shigaraki fuera muy apreciada por los
maestros de la ceremonia de té, quienes gustaban de utilizarla como contenedores
o floreros.
Vasija shigaraki, s. XV, gres,
30 cm. Museo de Cerámica de la prefectura de Aichi. Foto en Yakimono. 4000 Years of Japanese Ceramics. Hawaii Academy of Arts, 2005. |
La deformación del cuerpo de las jarras de Shigaraki, como
la que se muestra en la fotografía anterior, era debida a su modelado manual
con cilindros de arcilla, es decir, los artesanos no empleaban el torno de
alfarero. En esas vasijas de gres, la decoración se limitaba a unas sencillas
incisiones, pero sobre todo a los microestallidos superficiales producidos
durante la vitrificación de la pieza.
Cerámica bizen
Los
hornos de la antigua provincia de Bizen ya eran famosos en la época Heian (794-1185)
por sus recipientes de gran tamaño empleados para almacenar alimentos. Si bien
su funcionalismo no necesitaba mixtificaciones decorativas, las características
de la arcilla de la zona generaba en ellos unos colores rojizos muy
atrayentes. Además, sus artesanos descubrieron muy pronto los aleatorios y agradables
resultados que se obtenían según la posición de las piezas en las cámaras de
cocción, así como los cambios de coloración que se lograban si las envolvían con
paja.
Botella bizen,
final s. XVI, gres, 23 cm. Hornos de
Bizen. Museo de Arte MOA de Atami. Foto en Christine Shimizu: Le grès japonais. Massin, 2001. |
Las
manchas en la botella de la ilustración anterior se consiguieron envolviéndola parcialmente
con paja de arroz. Eso hizo que el fuego produjera dos tonos diferentes: uno
para las zonas cubiertas con ella, que se quemó convirtiéndose en ceniza, y otra para las
descubiertas.
Fuente bizen, final
s. XVI, gres, 26 cm. Hatakeyama Kinenkan, Tokio. Foto en Gabriele Fahr-Decker: Arte Asiático. Könemann, 1999. |
En la
fotografía anterior, las manchas circulares en el fondo de la bandeja se
corresponden con la base de unos recipientes ya cocidos que se habían colocado
ahí antes de hornear la pieza. Con ello, se impidió que las cenizas y las
llamas actuaran directamente sobre esas zonas, mientras sí lo hacían en las
adyacentes, lo que produjo un color más claro y una textura más lisa que en el
resto de la fuente.
Cerámica seto
Un paso
importante en la evolución de la cerámica japonesa se produjo cuando, en el
siglo XVI, se lograron crear piezas con decoración aplicada sobre el acabado
vitrificado. Como sucede casi siempre, el primer descubrimiento se debió a la
casualidad y, paso a paso, tras los tanteos iniciales, los elementos
ornamentales dejaron de ser simples diseños lineales para convertirse en zonas de color diferente al resto de la superficie.
Hoy se
sabe que gran parte de esas vasijas y recipientes se fabricaban en la población de Mino,
aunque seguían denominándose cerámica seto,
como las del antiguo centro alfarero de la época Kamakura (1185-1333).
Hacia 1575 aparecieron las denominadas, dependiendo de su color, seto negro, seto amarillo y seto blanco,
estas últimas más conocidas como shino.
Contenedor de agua shino, principio s. XVII, loza, 18 cm. Hatakeyama Kinenkan, Tokio.
Foto en Kuroda Ryōji y Murayama Takeshi: Classic Stoneware of Japan. Shino and Oribe.
Kodansha, 2002. |
La fotografía anterior muestra un contenedor de agua, uno de los utensilios imprescindibles para la
celebración de una ceremonia de té, del tipo seto blanco. Su discreta decoración de hierbas y el
aspecto irregular y lechoso de su cuerpo le otorgan un aspecto “refrescante”,
muy apropiado para usarlo como recipiente para el agua. La pieza está
catalogada como Importante Bien Cultural.
Cerámica oribe
A
finales del siglo XVI y principios del XVII se puso de moda un tipo de
decoración de formas irregulares y dinámicas que rompió con los patrones
tradicionales. Su promotor fue Furuta Oribe (1544-1615), un maestro de té y
polifacético artista ciertamente innovador. Las piezas de ese estilo se
denominaron oribe, en reconocimiento
a su persona, y sus esmaltes policromos se hicieron muy populares.
Aunque tanto las piezas shino como las oribe marcaron en la cerámica japonesa el paso de la Edad Media
a la Edad Moderna (aplicando ambos términos, más
europeos que nipones, con mucha cautela), existía una diferencia entre ellas:
mientras los objetos shino se usaban
fundamentalmente en la ceremonia de té, los oribe
tuvieron un enorme éxito como menaje para las comidas.
El plato de la fotografía anterior es un buen ejemplo de las
características cromáticas y de diseño de las cerámicas de estilo oribe. En muchos casos, como en este, se
empleaban dos tipos de arcilla para conseguir una base de colores diferentes, casi siempre ocres y verdes, que les otorgaban una apariencia informal y desenfadada.
La
siguiente ilustración muestra una de las vasijas más famosas de la cerámica
japonesa. Un recipiente creado en los hornos de Iga como contenedor del
agua para la ceremonia de té y que fue muy apreciado por Furuta Oribe a pesar
de sus grietas, o mejor dicho, debido a ellas. Es un objeto catalogado
como Importante Bien Cultural.
En el recipiente de la fotografía anterior se encuentran gran parte de las concepciones
y planteamientos artísticos japoneses. Irregularidad hasta extremos de la pura
deformación e incluso rotura, textura que invita a tocar la pieza, ausencia de
pretensiones y presencia de los materiales sin enmascararlos. Todas esas cualidades
no estaban muy lejos del concepto vital budista, una de cuyas manifestaciones
era, por ejemplo, la especial atracción por todo lo bello que fuese perecedero,
como la flor del cerezo.
Muchos de los recipientes que se fabricaron en Japón durante los siglos XVI y XVII, presentaban una gran cantidad de señales producidas aleatoriamente durante su quema. Las burbujas, cráteres, restos de cenizas, fisuras superficiales, cambios de color y un largo etcétera serían considerados por un europeo como inaceptables taras de fabricación. No obstante, esas peculiaridades eran muy apreciadas por los maestros de té, quienes frecuentemente colaboraban con los artesanos ceramistas para que crearan tales efectos en sus piezas. Fueron ellos quienes sancionaron el gusto por lo imperfecto, las texturas rugosas y las formas irregulares, una manera de apreciación que no es exclusiva de la cerámica, sino que es extensiva a todas las artes japonesas.
Llegado a este punto, creo que ya podemos tener una somera
idea del singular pero espléndido universo de la cerámica más genuinamente
japonesa. El próximo martes la ampliaré hablando
de la internacionalmente conocida cerámica raku.
¿Estas interesado en la cerámica japonesa?, pues en mi libro electrónico Historia y arte de la cerámica japonesa descubrirás la sorprendente cerámica japonesa, un mundo que va mucho más allá de las porcelanas con motivos orientales.