martes, 13 de julio de 2021

Japón y el mundo del té, III

La ceremonia de té en Japón. Los antecedentes chinos.

En el artículo anterior comenté muy sucintamente algunas ideas sobre la ceremonia del té en Japón. Sin embargo, antes de continuar debo hacer un pequeño paréntesis. Ya se sabe que la cultura japonesa debe mucho a la china. Artes como la pintura, la arquitectura, los jardines, así como el budismo y también la ceremonia de té tienen sus orígenes más remotos en el gran país asiático, China.

Pabellón de té en el Palacio Presidencial de Nankín (Nanjing), 1870. Foto: Wikimedia Commons.

Se considera que el primer maestro de té chino fue Lu Yu (733-804), autor de una obra de referencia: el Cha jing o El té. Ese libro constaba de diez capítulos en los que se detallaba el origen del té, su recolección, su procesado, los utensilios, la preparación del agua, sus propiedades, su historia, las zonas de cultivo, un protocolo simplificado y un resumen final.

La bebida del té en la China clásica se puso de moda durante la dinastía Song (960-1279), mucho antes que en Japón. Sin embargo, un poco como pasó con el budismo, la costumbre de beber el té durante un acto con un protocolo específico desapareció de China hasta bien entrado el siglo XX. 

Estatua del maestro de té chino Lu Yu en Taipei. Foto: Wikimedia Commons.

Tanto en China como en Japón la, para entendernos, “ceremonia” de té tuvo varias escuelas o formas de preparación que reflejaban ciertas ideas del taoísmo y budismo. Pero lo que me interesa mostrar aquí son las diferencias entre el protocolo con el que se bebía el té en la China de hace 900 años y el de Japón de hace 500, aproximadamente.

Pues bien, lo que distingue la manera de tomar el té china de la japonesa es el mayor formalismo, detalle y estricta manera de realizar los movimientos en esta última, tanto por parte de quien ofrece el té como del invitado. En esto los japoneses fueron mucho más metódicos, aunque con los años surgió la denominada sencha, o senchadō, una forma mucho menos protocolaria, de la que hablaré en el penúltimo artículo de esta serie.

 Otro de los rasgos que diferenciaban los dos métodos es que en China la ceremonia se llevaba a cabo sobre una mesa con los participantes sentados en sillas, mientras que en Japón la forma más ortodoxa siempre se realizaba en un espacio sin ningún tipo de mobiliario y con todos los asistentes adoptando la llamada posición seiza, es decir, arrodillados sobre los talones en el tatami

Obviamente, en ese hecho se pone de manifiesto uno de los rasgos más singulares del entorno arquitectónico nipón: su casi total ausencia de muebles y en concreto de sillas con patas. De ese tema hablé hace años en este artículo sobre el estilo shoin de la arquitectura tradicional japonesa.

La ortodoxa posición seiza. Foto de fuente desconocida.

Sin embargo, en el año 1872, poco después de que Japón abriera sus fronteras y los occidentales llagaran al país, un maestro de té ofició en varios templos de Kioto una ceremonia para sus invitados occidentales con un protocolo que fue muy criticado en su momento. El motivo no fue otro que los agasajados estaban sentados en unos taburetes frete a una mesita, en vez de adoptar la ortodoxa posición seiza sobre el tatami. Ese nuevo estilo se conoce con el nombre de ryūtei, del que hablaré en futuros artículos de esta serie.

En la segunda mitad del siglo XX, la escuela Urasenke, dirigida por descendientes de uno de los maestros de té pioneros, llamado Sen no Rikyū (1522-1591), utilizó un protocolo muy similar en las demostraciones que hacía y hace para un público no japonés. El motivo de ese planteamiento era que de esa forma el occidental no “sufría” manteniendo durante todo el tiempo que dura la ceremonia una postura a la que no estaba, ni está, habituado.

Se creía, no sin razón, que cualquiera de nosotros apenas podemos aguantar cinco minutos en esa posición sin que se nos duerman o duelan las piernas. Un inconveniente que se convierte en un obstáculo insalvable cuando lo que se pretende es concentrarse relajadamente en lo que acontece alrededor del cuenco de té. Volveré a tratar este tema en futuros artículos.

Con esto cierro el paréntesis que abrí al principio. Una vez comentados muy someramente los precedentes chinos, vamos a ver los inicios de la ceremonia de té en Japón. Ahora bien, como creo que es mejor dosificar las dosis, voy a dejar este tema para la siguiente entrega dentro de quince días.