La ceremonia de té en Japón. Un
universo insospechado: el
Empiezo hoy una nueva serie dedicada a la ceremonia de té, aunque quizás se debería decir al camino del té, o chadō en japonés, publicando simultáneamente dos artículos. Además de este, acabo de colgar otro a modo de prólogo con solo un vídeo que se encuentra en YouTube y que me ha parecido muy instructivo. Puedes verlo sin salir de esta ventana si clicas en este enlace.
Sinograma de chadō, literalmente, el “camino del té”. Ilustración: Wikimedia Commons. |
Con los años, a medida que iba
profundizando en el conocimiento de la cultura del Japón tradicional, he ido
descubriendo en su arquitectura, sus jardines, su cerámica, incluso en su
teatro, planteamientos, ideas y elementos que proceden del mundo del té o que comparten con él. Eso es lo que
voy a intentar mostrar, al menos parcialmente, a lo largo de esta serie de
artículos.
Resumiendo mucho, un buen número de las artes y artesanías japonesas comulgan con muchos de los principios que rigen en la ejecución de una ceremonia de té.
Es posible que esto último pueda parecer excesivo, pero puedo afirmar que no pocas de las sensaciones que se experimentan en un encuentro alrededor de un cuenco de té recuerdan las que se sienten cuando se contemplan algunas de las artes visuales de Japón. Y ahora surge la pregunta: la ceremonia de té ¿es un arte?
No tengo la respuesta a esa cuestión, aunque confío que, a pesar de lo alejado que se halla el protocolo de la ceremonia de té de cualquier acto social occidental, al final de esta serie descubramos en la chanoyu, expresión que no es más que otro nombre en japonés, no pocos detalles y situaciones que reflejan perfectamente algunos de los rasgos más singulares y profundos de la cultura artística nipona.
No por casualidad también se habla del camino del té, es decir, el chadō, de forma parecida a otros “caminos” o “vías” como los del kadō (arreglo floral), shodō (caligrafía), kendō (esgrima), kyūdō (arco) o del mucho más internacional jūdō.
Vertiendo el agua con el cazo de
bambú. Foto de fuente desconocida. |
Intentaré
simplificar mucho para no perderme en innumerables detalles, sin duda
importantes, pero que pueden distraer y apartarnos de lo que deseo comentar
aquí: la relación de las artes japonesas con el mundo del té, o viceversa.
Pido disculpas a los entendidos en el tema por las veces en que incurriré en burdas simplificaciones cuando intente explicar el protocolo de una ceremonia de té, y también por algunos comentarios que quizás les parezcan poco ortodoxos o incluso inapropiados, sobre todo a los más puristas.
La ceremonia de té va mucho más allá su protocolo, ciertamente muy sofisticado. Su verdadera razón de ser se encuentra en conseguir transmutar una actividad tan prosaica como el beber una infusión en un acto de contemplación que trascienda hasta convertirse en una profunda exploración en busca del espíritu de los objetos. ¿No será eso arte?
Dicho esto, empecemos por el principio.
Las primeras noticias que se tienen del té en Japón datan
aproximadamente del siglo IX, cuando se importó de China. En esa época solo lo
bebían algunos nobles y monjes, pues parece que su fuerte sabor impidió que se
extendiera entre el resto de los japoneses. Mucho más tarde, a finales del
siglo XII, cuando el bonzo Eisai (1141-1215) regresó de su larga estancia en
China trajo consigo semillas de té de otra variedad.
Té verde en hoja, en polvo y en
infusión. Foto: Wikimedia Commons. |
La infusión que se preparaba con
ese nuevo té, de suave sabor y tono verdoso, la bebían los monjes como tisana
medicinal y para combatir el sueño en las noches de estudio. Poco a poco, los
miembros de la nobleza comenzaron a tomarla en sus reuniones sociales, ya
desligada de su pretendido valor medicinal.
Muy pronto, esos encuentros alrededor de un cuenco de té se convirtieron en actos en los que se realizaban concursos poéticos y juegos intelectuales. Con el tiempo, gracias a los primeros maestros de té, se fue creando una especie de protocolo que especificaba cómo debían llevarse a cabo esas reuniones, cómo tenían que ser los utensilios y el menaje empleados, de qué manera había que manejarlos e incluso cómo habían de ser la habitación o edificio donde se llevaba a cabo y el jardín que lo rodeaba.
En la siguiente ilustración aparecen los objetos necesarios para realizar una ceremonia de té clásica: el hervidor de agua situado en el hornillo empotrado entre los tatami, el cazo para el agua, el contenedor del té en polvo con su cucharilla de bambú, el batidor de la infusión, el cuenco, los diferentes paños e incluso una bandejita con un pequeño pastel. De todos ellos se hablará en próximos artículos.
Sin embargo, esa ilustración merece una explicación. No se trata de una fotografía, sino de una imagen generada por ordenador por el magnífico Cristóbal Vila. Recomiendo entrar en su web y de entre todos sus trabajos mirar este sobre Japón.
Utensilios
para una ceremonia de té. Imagen: Cristóbal Vila, Etérea Estudios |
Es decir, con aquel estricto protocolo y normas que proponían los maestros de té se creó un entorno, aislado del mundanal ruido, que incluía tanto los objetos empleados directamente en la preparación del té que aparecen en la anterior ilustración como los elementos que conformaban el espacio, es decir, la estancia donde se celebraba el encuentro y el jardín que la rodeaba.
En todos los elementos que participan en una ceremonia de té se reflejan algunos de los ideales culturales y sociales japoneses más característicos. Pero eso lo iremos descubriendo a lo largo de esta serie. Mientras tanto, si no lo has visto aún, mira el videoclip que he incluido en el artículo a modo de prólogo que he publicado hoy mismo.