martes, 15 de junio de 2021

El jardín seco de Tōfuku-ji en Kioto

Esta entrada es una especie de interludio entre la serie de 20 artículos dedicados al ryokan japonés, que he ido publicando cada dos semanas desde el 8 de septiembre de 2020 hasta el pasado 1 de junio de 2021, y la también extensa que dedicaré a la ceremonia del té que empezará dentro de quince días.
 
Hoy hablaré del que modestamente creo que es el jardín seco más importante de todos los construidos en Japón en la primera mitad del siglo XX y una de las cumbres de toda la historia de su jardinería. Me refiero a los cuatro que rodean la residencia del prior del templo de Tōfuku-ji en Kioto. 

Debo decir que cuando visité por primera vez este jardín seco en 1979, no tenía ninguna referencia sobre él. En aquella época ya había leído reseñas y estudios sobre Ryōan-ji, por entonces muy conocido internacionalmente, pero el de Tōfuku-ji no existía para mí. 

El jardín seco frente a la residencia del prior de Tōfuku-ji. Foto: J. Vives.

Voy a decir algo que quizás escandalice a muchos, lo siento: el jardín seco que rodea la residencia del abad de Tōfuku-ji me impresionó mucho, muchísimo más que el célebre, y hoy agobiantemente atiborrado de turistas, Ryōan-ji. Tōfuku-ji siempre me ha embelesado más que Ryōan-ji, y ambos los habré visitado no menos de una decena de veces.

Que el lector decida cuál de estos dos magníficos jardines secos le resulta más sugerente, impactante o como quiera decirlo. Ya sé que las fotografías no pueden sustituir a una sosegada contemplación in situ, pero de momento es lo que tenemos. En mi otro blog sobre jardines podrá ver  bastantes fotos de ambos: más de cuarenta de Tōfuku-ji y otras tantas de Ryōan-ji.

El jardín seco frente a la residencia del prior de Ryōan-ji. Foto: J. Vives.

La guía turística que llevé en aquel viaje de 1979 fue la dedicada a Japón de Les guides bleus de la editorial francesa Hachette, la única que pude encontrar en mi ciudad. En ella se mencionaba el jardín de la residencia del prior diciendo: "... redessiné en 1938 par Shigemori Mire [sic]: l'artiste réussit une composition moderne influencée par l'esprit Zen".

Antes de continuar, si el lector dispone de poco tiempo, puede ver este clip fotográfico sobre los cuatro jardines que rodean la residencia del prior de Tōfuku-ji que publiqué en su día en mi canal de YouTube. Dura poco más de dos minutos.


Los párrafos siguientes que dedico a esos cuatro jardines secos son similares a los que aparecen en mi libro Historia y arte del jardín japonés, publicado por Satori Ediciones y del que próximamente se espera lanzar al mercado su segunda edición, pues la primera se ha agotado hace ya meses.

En 1938, el templo de Tōfuku-ji en Kioto decidió conmemorar sus seis siglos de existencia. Una de las acciones previstas para la ocasión fue encargar a Shigemori Mirei (1896-1975) el diseño de un jardín que debía desarrollarse alrededor de la residencia del prior. Su construcción se finalizó en 1939.

El espacio situado frente a la galería sur de ese edificio era el mayor de los cuatro que lo rodeaban y donde Shigemori empleó grandes rocas de manera más rotunda. En los otros tres combinó hábilmente formas orgánicas con geométricas y objetos pétreos con vegetales. 

El jardín situado frente a la fachada sur de la residencia del prior de Tōfuku-ji en Kioto. Foto: J. Vives.

Así, en la fachada oeste, hizo que azaleas podadas en volúmenes paralelepipédicos dialogaran con los bordes curvos del musgo. 

El jardín situado frente a la fachada oeste de la residencia del prior de Tōfuku-ji en Kioto. Foto: J. Vives.

En el jardín norte, distribuyó unas losetas encima de un mullido tapiz de muscíneas creando una cuadrícula ajedrezada.

El jardín situado frente a la fachada norte de la residencia del prior de Tōfuku-ji en Kioto. Foto: J. Vives.

Por último, en la zona este, asentó unas piedras cilíndricas, procedentes de antiguos cimientos del monasterio, sobre un lecho de gravilla siguiendo el esquema de la constelación de la Osa Mayor.

El jardín situado frente a la fachada este de la residencia del prior
de Tōfuku-ji en Kioto. Foto: J. Vives.

Pero fue en el jardín meridional donde la maestría de Shigemori explotó con una osadía e imaginación sorprendentes. Allí, en la superficie rectangular definida por dos muros, un pasillo cubierto y el propio edificio, extendió una capa de grava sobre la que desplegó una procesión de enormes rocas que parecían dirigirse hacia uno de los rincones.

El jardín situado frente a la fachada sur de la residencia del prior de Tōfuku-ji en Kioto. Foto: J. Vives.

El gran portal situado en el centro de la valla meridional, que podía haber sido un elemento demasiado dominante, encontró el contrapunto adecuado en la importante masa de peñascos utilizada. Shigemori colocó las piedras en tres grupos a la izquierda de dicho portón y uno a su derecha, cercano este a los montículos de musgo con los que formó el quinto punto focal del conjunto. 

El jardín situado frente a la fachada sur de la residencia del prior de Tōfuku-ji en Kioto. Foto: J. Vives.

La resuelta presencia de las oscuras rocas, unas erguidas y otras reclinadas, rememora la azorada historia del templo y su capacidad para superar guerras e incendios manteniendo su magnífica apostura. A pesar de que la composición no parece reflejar ningún paisaje determinado, se han hecho varias interpretaciones a posteriori.

El jardín situado frente a la fachada sur de la residencia del prior
de Tōfuku-ji en Kioto. Foto: J. Vives.

Además de la recurrente simbología de las islas de los inmortales, también se ha querido ver en los cinco montículos de musgo ubicados en la esquina oeste una parábola de los cinco templos zen situados en la cúspide de la jerarquía budista, los gozan o «cinco montañas», a los que pertenecía Tōfuku-ji.

El jardín situado frente a la fachada sur de la residencia del prior de Tōfuku-ji en Kioto. Foto: J. Vives.

Cuando se habla de Tōfuku-ji vienen a la memoria otros jardines secos como Daisen-in y Ryōan-ji. Al igual que ellos su diseño marcó un hito, un antes y un después, aunque esta vez en pleno siglo XX. Sin dejar de estar conectado con la verdadera tradición, el conjunto de Tōfuku-ji es el paradigma perfecto de cómo puede crearse una obra moderna sin concesión alguna al pasado, pero sin desertar de él. Y todo eso en 1939, en plena crisis social y política japonesa.

Con esto finalizo este artículo, que por una vez no lo he incluido en una serie. En este enlace podrás ver muchas más fotos de este jardín seco. Y si deseas compararlo con el de Ryōan-ji, clica aquí.

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Dentro de quince días comenzará una larga serie dedicada al mundo del té en Japón y sus relaciones con su cultura y artes. No os lo perdáis.