La ceremonia de té en Japón. El senchadō frente al chadō
Con el anterior artículo concluyó la primera parte de esta
larga serie dedicada directamente a la ceremonia de té o mejor dicho a la vía
del té, el chadō, mientras que los siete siguientes formarán una especie
de largo epílogo. El de hoy es el primero de ellos y tratará de otra forma de
entender el mundo del té.
Durante el periodo Edo (1603-1868) la ceremonia de té se extendió más allá del restringido círculo de mandatarios, nobles, monjes y samurai ilustrados que la habían practicado hasta entonces. En esa época, poco a poco, empezó a popularizarse entre los comerciantes de las grandes ciudades que por esos años comenzaban a disfrutar de una posición económica holgada.
Como consecuencia de la expansión de las diferentes escuelas del chanoyu surgió una nueva forma de entender el mundo del té que, influenciada por la literatura china y el confucianismo, se convirtió en una alternativa menos sofisticada. Era el senchadō, otra manera de enfocar los encuentros alrededor de un cuenco con la apreciada infusión.
Preparación del sencha. Foto de fuente desconocida. |
En la fotografía anterior se aprecia que los utensilios empleados en el senchadō y su disposición son muy diferentes de los del chadō. Por ejemplo, los cuencos de té son mucho más pequeños que los del chadō y suelen ser de porcelana o cerámica blanca. Compárese esta ilustración con la última del segundo artículo de esta serie.
Tetera moderna
del tipo yokode kyūsu y bol diseñados en 1960 por Mori Masahiro (1927-2005). Foto: Mori Masahiro Desing Studio. |
En un principio, los practicantes del senchadō, el
camino del sencha, estaban en contra de los excesivos protocolos que
imponían los maestros del chadō. En su opinión, la etiqueta que imperaba
en sus reuniones alrededor de un cuenco de té no hacía más que caer en lo que
intentaron evitar los pioneros como Sen no Rikyū. Sin querer se había creado
otro tipo de entorno elitista solo accesible a unos pocos, los iniciados en ese
“arte”.
Discusiones y divergencias entre especialistas
Para los que nunca han asistido a una ceremonia de té
“ortodoxa” e incluso para los que conocen y se desenvuelven bien entre las
diferentes facetas de la cultura japonesa, una ceremonia de té puede resultar
excesivamente rigurosa en las formas, demasiado meticulosa en su coreografía y muy
estricta en la manera de relacionarse el anfitrión y los invitados, por citar
solo algunas de las críticas que suelen hacerse.
En resumen, en una ceremonia de té todo gira alrededor de un protocolo formal y gestual que la aleja de la vida diaria quizás en exceso. Para completar ese distanciamiento, la reverencia que se muestra hacia ciertos objetos, como por ejemplo los cuencos o el contenedor de té, pueden parecer excesivos a mucha gente, sobre todo atendiendo a su reducido tamaño, un detalle que para un occidental suele importar mucho.
Utensilios de sencha.
Museo Nacional de Tokio. Foto en Patricia J. Graham: Tea of the sages. The Art of Sencha. University of Hawai’i Press, 1998. |
Esos son algunos de los reproches que plantearon los
practicantes del sencha y que todavía hoy se hace a la estricta ortodoxia
de una élite de expertos y entendidos representados por las tres grandes
escuelas fundadas por los descendientes de Sen no Rikyū: la Urasenke, la
Omotesenke y la Mushakōjisenke.
La tercera escuela zen
A mediados del
siglo XVII llegó a Japón una oleada de textos procedentes de China sobre su
cultura, el taoísmo y el confucianismo que tuvo una gran influencia en muchos intelectuales.
Todo ese corpus filosófico se introdujo en el archipiélago nipón a través de
monjes chinos zen de la escuela ōbaku, sobre todo de los asentados
en las afueras de Kioto, en el templo de Manpuku-ji en Uji. La entrada de la rama
ōbaku del budismo zen se produjo en 1620 en la ciudad de Nagasaki
y no fue hasta 1661 cuando se fundó el mencionado monasterio en Uji.
El hattō hato de Manpuku-ji, s. XVIII, Uji, prefectura de Kioto. Foto: J. Vives. |
La nueva congregación se distinguía de las otras dos escuelas zen japonesas, la rinzai y la sōtō, por sus diferentes ceremonias, por su mayor interacción con el pueblo y porque bebían sencha. En Manpuku-ji se realizaban muchas prácticas y manifestaciones artísticas originarias de China y por entonces desconocidas en Japón. Una de ellas era beber sencha.
Qué es el sencha
Si bien el matcha se preparaba batiendo polvo de té verde en agua caliente, el sencha se hacía infusionando hojas desecadas y tostadas. Pero las diferencias no acababan ahí.
La bebida del sencha no solo difería, como he dicho, en la distinta forma y preparación del té, sino que los monjes ōbaku no la reservaban únicamente para situaciones especiales como la ceremonia de té. Incluso la comida que se servía cuando ofrecían el sencha era muy diferente del menú kaiseki de la clásica vía del té.
Mientras el chadō estaba íntimamente ligado a la escuela rinzai del budismo zen, en cuyos monasterios se construían salas de té, no ocurría lo mismo con el senchadō. Los templos ōbaku no creyeron necesario levantar casas de té o crear estancias especiales para el sencha. La extrema austeridad del entorno que demandaban los practicantes de la clásica ceremonia de té (nunca mejor empleado el término de “ceremonia”) era sustituida por el ambiente más cotidiano de los eruditos amantes de la cultura china.
Entre los pioneros de esa otra forma de beber el té se encontraba Ishikawa Shōzan (1583-1672), un hijo de familia samurai que sirvió a Ieyasu en las últimas campañas antes de la unificación definitiva de Japón. Tras una serie de incidentes, Ishikawa entró en el monasterio rinzai de Myōshin-ji, donde pudo estudiar poesía y filosofía china. Sin embargo, en 1636, decidió retirarse incluso de la vida monacal para construir en las afueras de Kioto su retiro particular.
Vista del jardín de Shisen-dō, s. XVII, Kioto. Foto: J. Vives. |
A su muerte, su
villa se denominó Shisen-dō, un recinto que mis lectores conocerán bien porque la
fotografía de la cabecera de este blog es del jardín en ese retiro de Ishikawa. Los interesados en ver más fotos de Shisen-dō pueden acceder a este
artículo de mi blog de jardines.
La mayoría de los primeros practicantes del sencha eran samurai de rango medio, mientras que las élites de ese estamento preferían el chadō, que por esos años ya se había convertido en una práctica casi ineludible en su trato con los grandes señores feudales. No obstante, algunos de estos últimos también gustaban del aroma chino que se respiraba alrededor del sencha.
La sala de té para sencha más antigua de Japón es la Sankatei, construida para Maeda Nariyasu (1811-1884) y que en 1949 se trasladó a la residencia que Nariyasu había levantado para su madre en 1863, la villa de Seisonkaku en Kanazawa. Su interior está plagado de detalles chinescos mezclados con elementos nipones, e incluso algunos occidentales, y desde entonces se ha asociado con el senchadō.
En la foto siguiente de esa sala se observa algún “detalle decorativo” que para un practicante de la ortodoxa chanoyu resultará casi escandaloso.
Interior de la
sala de té Sankatei, c. 1854. Seisonkaku, Kenrokuen, Kanazawa. Foto de la web de la City of Kanazawa. |
Como sucedió
con el chadō, el senchadō propició enseguida la creación de un
tipo de cerámica muy diferente. En concreto, la porcelana de tipo kutani asociada a Kanazawa y las piezas realizadas en Kioto de acuerdo con el gusto
de los estudiosos de la cultura china, los llamados bunjin.
A finales del siglo XIX y principios del XX, el chadō era una práctica genuinamente japonesa de la que solo podía decirse que su semilla había sido china. Sin embargo, el senchadō con su incondicional aprecio y respeto por la cultura tradicional china no se veía como verdaderamente nipona. Uno de los que opinaban así era Okakura Kakuzō (1862-1913), el autor de El Libro del té.
Cuando se habla de ceremonia de té, todos pensamos solo en el chadō, sin ser conscientes de que existen otras vías, el senchadō es una de ellas. Curiosamente, aquellos que criticaban y se oponían al elitismo del chadō, no pudieron evitar que con los años ellos también acabaran creado un rito influido por el chanoyu y que, como ellos, también venerasen los utensilios elaborados por artesanos ilustres. Por otro lado, igual que el chadō, con su expansión vio aparecer decenas de pequeñas escuelas.
Al final, lo que claramente diferencia el senchadō del chadō es su irrenunciable mirada hacia la cultura china.
Como vemos, el tema del senchadō merecería una serie casi tan extensa como la del chadō porque a su alrededor también nació una manera de entender la cerámica, la caligrafía y la poesía. Sin embargo, aunque lo voy a dejar aquí, puede resultar interesante ver el corto videoclip de YouTube sobre el senchadō que inserto a continuación para comparar con lo que henos visto hasta ahora. Solo dura dos minutos y medio.
En los próximos artículos vamos a dirigir la mirada a nuestros días para ver algunos ejemplos de casas de té creadas por diseñadores y arquitectos japoneses actuales.