Hijikata Tatsumi, 3
“Estudié con Andō Mitsuko, considero a Ōno Kazuo un hermano y adoro a San Genet.” Hijikata Tatsumi
En el anterior artículo vimos los comienzos de Hijikata y su
relación con el entorno agrario de su región natal en el norte de Japón. También
supimos que Hijikata Tatsumi adoptó este nombre artístico en 1958 y que en mayo
del siguiente año estrenó la que se considera primera obra de butō
de la historia. Toda esta entrada la dedicaré a esa representación.
En esa época, Hijikata estaba desencantado con la danza que se hacía en Japón, una simple copia de la occidental, y buscaba afanosamente un lenguaje dancístico nipón. Para ello prefirió inspirarse en movimientos que no fueran artificialmente artísticos, sino naturales, incluso toscos, alejados de cualquier refinamiento y casi siempre muy apegados al terreno. Esto último era algo consustancial a la manera de sentase del pueblo japonés en el suelo de tatami, nunca en una silla. Toda esa gestualidad la podía observar en los lugareños del entorno rural de su Akita natal, tanto cuando trabajaban en el campo como cuando descasaban de sus labores.
El cuerpo humano siempre fascinó a Hijikata, en especial el
de los aldeanos de la región donde pasó su juventud. Una de las características
de esos grajeros especializados en el cultivo de arroz eran sus piernas curvadas
(ganimata) y la forma de andar (nanba): desplazando hacia delante a la vez la mano y pierna del mismo lado. Esos gestos fueron la semilla de la que
nacieron los característicos movimientos de sus coreografías, como veremos en
los diferentes videoclips que iré insertando a medida que presente sus obras.
El color prohibido (Kinjiki), 1959
El 25 de mayo de 1959, la Asociación de Danza Artística de Todo
Japón (Zen nihon geijutsu buyō kyōkai), más tarde llamada Asociación de Danza
Contemporánea (Gendai buyō kyōkai), organiza en el Dai-ichi Seimei Hall de
Tokio un festival, dedicado a jóvenes promesas, en el que Hijikata presenta su obra Kinjiki, la primera pieza de butō
de la historia. Su duración no alcanzó los quince minutos.
El vocablo Kinjiki se ha traducido casi siempre como Color prohibido, aunque algunos especialistas prefieren el de Placer prohibido o incluso el de Amor prohibido. La trama de la pieza se basa en la novela del mismo título de Mishima Yukio (1925-1970) publicada en 1951. El relato de Mishima plantea el tema de la homosexualidad y se centra en la manipulación de un joven por un hombre mayor.
Hijikata no pidió permiso a Mishima para utilizar su texto.
El escritor solo supo por un conocido que en el estudio de Tsuda Nobutoshi (1910-1984)
se estaba preparando el estreno de una obra titulada Kinjiki, pero no
pudo asistir a la función. Sin embargo, en julio de ese año conoció a Hijikata
cuando acudió a ver algunos ensayos en la escuela de danza de Tsuda. A partir
de ese momento se estableció una buena relación entre ambos.
Tsuda Nobutoshi era otro de los japoneses que en 1935 había
viajado a Alemania para entrar en la escuela de danza de Max Terpis (1889-1958),
quien había estudiado en la década anterior con Mary Wigman. Cuando en 1939 regresó
a Japón, abrió una academia de danza a la que dio su nombre y donde Motofuji
Akiko (1928-2003), su futura esposa y más tarde consorte de Hijikata, entró en 1950.
Cuando Tsuda y Motofuji se casan dos años más tarde, esta
recibe como regalo de boda una importante cantidad de dinero, parece ser que un
millón y medio de yenes, que le permite comprar un viejo local, situado en un
callejón sin salida en el distrito de Meguro de Tokio, que convierten en su estudio y bautizan como Instituto de Danza Moderna Tsuda Motofuji. Sin embargo,
cuando el matrimonio se separa en 1959, Hijikata y Motofuji se hacen cargo del
local renombrándolo Estudio Asbesto (Asubesuto-kan) en recuerdo del padre de
ella y su trabajo como importador de ese material. Asbestos es “amianto”
en inglés. Ambos se casarán en 1968.
A partir de ese
momento y hasta su muerte, Hijikata no solo usará el local como vivienda, estudio de
danza y cuartel general, sino que también servirá de dormitorio para muchos de
sus futuros colaboradores y de escenario para sus ensayos e incluso para algunas representaciones.
El nombre de Asbesto-kan ha quedado indisociablemente
asociado a los orígenes del butō como escuela de danza y teatro, aunque
también se utilizó como cine y bar nocturno. El local se clausuró en el año
2003, poco antes de la muerte de Motofuji.
Ōno Yoshito y Hijikata Tatsumi en un ensayo de Kinjiki en el Estudio de Tsuda, 1959. Foto de Ōtsuji Kiyoji, Archivo Hijikata Tatsumi, Centro de Arte de la Universidad de Keiō, Tokio. |
En pocos años, Hjikata creó una concepción del arte y en concreto de la danza muy personal. Por un lado, rechazaba todas las formas de baile japonesas, tanto las más populares como el kagura como las características del teatro nō o kabuki. Por otro, sentía una especial afinidad con el surrealismo.
Todo ello
conformó su visión de la danza como un ejercicio que repudiaba los presupuestos
sociales más convencionales al tiempo que se obsesionaba con la idea de la
muerte y la transformación del cuerpo en el sentido más amplio. Pero volvamos a
la obra Kinjiki y su estreno.
En la sociedad de finales de los años cincuenta del pasado siglo, el tema “prohibido” al que alude su título de Kinjiki era el del amor entre hombres. No parece que ese fuera un asunto muy apropiado para un espectáculo organizado por una asociación oficial de danza. Con su obra, Hijikata emuló las propuestas de los más avanzados artistas japoneses del teatro, pintura o arquitectura de esos años.
Para tener una idea de esas vanguardias en esos tres ámbitos, recomiendo ojear las series que he publicado en este blog sobre el teatro moderno, el grupo de artistas Gutai y el arquitecto Tange Kenzo.
Respecto a la formación que poseía Hijikata en 1959, habría que decir que tenía una mínima educación en ballet y danza moderna o jazz, ninguna experiencia como director artístico y escasísima como bailarín. En consecuencia, la puesta en escena de Kinjiki, con su rompedora concepción del baile, la violencia de la trama y la inesperada presencia de una gallina en la obra, debió ser una experiencia inaudita para quienes asistieron a su estreno y posterior reposición unos meses más tarde.
Ōno Yoshito y Hijikata Tatsumi en la segunda versión de Kinjiki,
septiembre de 1959. Foto: Kurahara Shashinkan, Archivo Hijikata Tatsumi, Centro de Arte de la Universidad de Keiō, Tokio. |
En el estreno de la obra solo intervinieron dos bailarines: el
propio Hijikata y Ōno Yoshito, el hijo de Ōno Kazuo. Ōno Yoshito recordaba que apenas
hubo ensayos y que las instrucciones que le daba Hijikata se limitaban a decirle
donde debía situarse y que en determinado momento mantuviera las rodillas bloqueadas
y los brazos a la altura del pecho.
En Kinjiki, la escena
apenas estaba iluminada y en consecuencia lo que hacían los dos bailarines, en
concreto Hijikata, apenas era visible y solo se oían sus pasos en la penumbra.
Los protagonistas de Kinjiki son dos hombres. El
mayor lleva pantalones acampanados, el torso y cara embadurnados con grasa
oscura y la cabeza afeitada. El otro es un joven con una bufanda negra al
cuello, bañador amarillo y tez blanca. Ambos van descalzos.
Las poses de Hijikata en las dos fotografías siguientes recuerdan ligeramente ciertos pasos del baile flamenco español. Si
bien, es discutible deducir tal relación de una instantánea, se debe recordar
que, en 1952, Hijikata había asistido a clases de flamenco en el Instituto de Danza de Andō Mitsuko.
Ōno Yoshito y Hijikata Tatsumi en la 2ª versión de Kinjiki, 1959. Foto: Ōtsuji Kiyoji, Archivo Hijikata T. Centro de Arte de la Universidad de Keiō, Tokio. |
El bailaor Antonio
Gades. Foto: Archivo Fundación Antonio Gades. |
A pesar de que, dada la poca información que existe, los especialistas no tienen muy claro el significado de la obra, voy a dar una idea general de lo que aconteció en su estreno.
Al poco de entrar en escena el joven, aparece el hombre con una gallina. El chico se pone rígido, se agarrota y se desplaza al pequeño círculo del escenario iluminado por un foco. El hombre lo mira, se le acerca y le ofrece el ave. El muchacho la sostiene a la altura del pecho, luego la coloca entre sus muslos y poco apoco se va poniendo en cuclillas. Arrodillado se inclina hacia atrás hasta que su espalda y cabeza tocan el suelo. La gallina queda entre sus piernas. El hombre sigue mirándolo. Los dos jadean. Se apagan los focos.
Ōno Yoshito en el ensayo de Kinjiki,
1959. Foto: Ōtsuji Kiyoji, Archivo Hijikata Tatsumi, Centro de Arte de la Universidad de Keiō, Tokio. |
La segunda parte de la obra se desarrolla casi en la oscuridad. Solo se escuchan respiraciones y gemidos. El joven corre, el hombre lo persigue y lo agarra mientras repite la frase je t'aime. Se ilumina tenuemente el escenario y se oye música de jazz. El muchacho hace mutis arrastrando los pies y llevando consigo la gallina.
Ōno Yoshito (derecha) y Hijikata Tatsumi
(izquierda) en la 2ª versión de Kinjiki, 1959. Foto de Ōtsuji Kiyoji, Archivo Hijikata Tatsumi, Centro de Arte de la Universidad de Keiō, Tokio. |
Ante tal espectáculo, no solo la audiencia quedó impresionada sin apenas entender nada de lo que había visto, sino que la asociación de danza que organizaba la sesión criticó duramente la obra, lo que hizo que Ōno, Hijikata y otros artistas la abandonaran.
No existe filmación alguna de ese estreno, escasas fotografías y solo algunos comentarios de unos pocos testigos. Los testimonios
que nos han llegado de las personas que asistieron a esa función de Kinjiki pueden
ayudar a que nos imaginemos lo que sucedió en el escenario. Motofuji, la futura
esposa de Hijikata, recordaba que “sentí cómo la electricidad recorría mi
cuerpo.” Y un crítico teatral escribió en un artículo: “la representación hizo que
temblara y que mis manos sudaran.”
El público que estuvo en el estreno de Kinjiki, no contempló un espectáculo más o menos convencional,
como lógicamente esperaba al estar patrocinado por una asociación de danza, sino
que apenas vio a dos hombres que se perseguían en la oscuridad y una conclusión
en la que parecía que se daba muerte a un pollo.
Por cierto, a pesar de lo que se dice en algunos textos, la gallina, o pollo, no murió en el escenario. Cada vez que se preguntaba a Ōno Yoshito sobre ese particular siempre respondía que no se acordaba qué fue de ella, pero que seguramente acabó en algún puchero.
Ōno Yoshito y Hijikata Tatsumi en un ensayo de Kinjiki
en el estudio Tsuda Nobutoshi, 1959. Foto de Ōtsuji Kiyoji, Archivo Hijikata Tatsumi, Centro de Arte de la Universidad de Keiō, Tokio. |
En la reposición de Kinjiki el 5 de septiembre de ese mismo año, Hijikata introdujo en la obra bastantes variaciones que aumentaron su duración. En su primera parte actuó Ōno Kazuo ataviado con un vestido femenino, un hecho que a partir de ese momento será recurrente en toda su carrera, como vimos en los artículos que le consagré en esta serie. En la segunda, bastante parecida a la versión inicial, parece ser que participaron otros bailarines además de Yoshito.
Durante la corta carrera de Hijikata, sus obras recibieron
muy poca atención de la crítica especializada. En 1959, año del estreno de Kinjiki,
solo se publicaron dos comentarios en los diarios tokiotas. En 1961, sus
coreografías únicamente tuvieron un par reseñas; en 1966, una, y en 1968, tres.
Es decir, fuera de su estrecho círculo de colaboradores, los primeros
espectáculos de butō despertaron muy poca atención.
En el año 2009, como celebración del quincuagésimo
aniversario de la creación de Kinjiki, Ōno Yoshito reconstruye Kinjiki
y la vuelve a montar en escena
Con esto doy por finalizado este artículo. Dentro de dos semanas seguiré hablando de las creaciones de Hijikata.