martes, 8 de octubre de 2024

Curso de arte japonés, art. 9º. Panorama histórico, VII

El anterior artículo finalizó con un par de ejemplos de japonismo en la cerámica y hoy concluiré el tema hablando de cómo se manifestó en el cartelismo y el teatro europeos.

El japonismo en el diseño y teatro

La influencia japonesa en lo que denominamos artes decorativas alcanzó a todas las especialidades, aunque no siempre al mismo nivel. El ámbito de la publicidad de productos de consumo fue uno de ellos. En algunos casos, como el de la siguiente ilustración, me pregunto, ¿qué tendrá que ver el chocolate con el Japón tradicional?, dado que el chocolate no llegó al archipiélago nipón hasta finales del siglo XIX.

Cartel de chocolates Amatller, 1913. 
Foto: web de la Fundación Instituto Amatller de Arte Hispánico. 

Incluso Salvador Dalí (1904-1989) no dejó escapar la moda del japonismo en alguna obra de circunstancias como el biombo de la siguiente foto.

Salvador Dalí: biombo, 1918-1923. Colección particular.
Foto de fuente desconocida.

El japonismo en el teatro

La influencia de la moda del japonismo en el teatro europeo fue algo más tardía. Creo que la razón es simplemente que un montaje de una obra escénica abarca varias especialidades y podríamos decir que  no es tan manejable como un grabado, una cerámica o un biombo.

Más información sobre el primer teatro japonés visto en Occidente

Para conocer un poco las primeras actuaciones de una compañía japonesa de teatro en América y Europa y la influencia que tuvieron sobre los artistas occidentales, véase este artículo que publiqué en septiembre de 2016 en este blog.

En esa entrada, comento que los montajes de la primera gira de actores japoneses por Occidente no eran muy ortodoxos, sino más bien adaptaciones para satisfacer lo que ellos creían que era el gusto occidental.

Hay que tener presente que la primera compañía de teatro kabuki que actuó en Occidente lo hizo en agosto del año 1928 en los teatros MXAT II y Bolshoi de Moscú y en el Pequeño Teatro Académico de Ópera de Leningrado. Entre otras, se vieron las siguientes obras: Narukami, Dojoji, Sajimusume, Musume Dōjōji y Kanadehon Chūshingura. Inserto aquí el cartel de las funciones en la entonces llamada Leningrado. 

Cartel del Pequeño Teatro de Ópera Académico de Leningrado,
 donde se vieron varias obras de kabuki en 1928. Foto de fuente desconocida.

En consecuencia, a principios del siglo XX, solo los pocos viajeros occidentales que habían viajado a Japón podían tener una idea de cómo era el teatro japonés, aunque no todos ellos asistieron a alguna representación durante su estancia en el país. En Occidente, no se volvió a ver una compañía de teatro kabuki hasta 1960 en Nueva York, Los Ángeles y San Francisco. Y en Europa, hasta 1965, en Berlín, París y Lisboa.

Si hablamos de la otra forma escénica clásica, el teatro no se vio en el Viejo Continente hasta 1957, en París. Por cierto, esas representaciones fueron un fracaso, pues la audiencia aún no estaba preparada para ese encuentro. No fue hasta 1965 cuando una compañía de teatro actuó con gran éxito de público y crítica en Europa. Eso fue en Atenas, Roma, Viena y Ulm.

Sin embargo, en 1885, Arthur Sullivan (1842-1900) ya había estrenado El mikado, una ópera cómica en la que se criticaba a las instituciones británicas de forma indirecta situando la acción en un pueblo de Japón, en un pasado sin determinar. 

El cartel de la ópera cómica de Arthur Sullivan: El mikado, 1885.
Foto: Wikimedia Commons.

Giacomo Puccini (1858-1924) tampoco pudo escapar de la moda del japonismo y en 1904 estrenó su Madama Butterfly.

En 1900, cuando Puccini se encontraba en Londres con motivo del estreno de Tosca, asistió a una dramatización teatral de David Belasco (1853-1931) sobre una obra titulada Madama Butterfly de John Luther Long (1861-1927). La representación impresionó hasta tal punto al italiano que pidió en ese mismo momento a Belasco que le permitiera utilizar su texto para una nueva ópera. 

Durante el proceso de su composición,  Puccini también se inspiró en la novela de Pierre Loti (1850-1923) Madame Chrysanthème, de 1887, y tuvo la oportunidad de ver, en 1901, a la actriz Sadayakko, integrante de la primera compañía japonesa que actuó en Occidente y de la que, hace años, hablé en este artículo. Todo eso le sirvió para crear esa obra maestra que es Madama Butterfly. 

El cartel para su estreno en Milán lo diseñó Leopoldo Metlicovitz (1868-1944), un artista muy influenciado por el japonismo.

Leopoldo Metlicovitz: cartel de la ópera de Giacomo Puccini: 
Madama Butterfly, 1904. Foto: Wikimedia Commons.

El siglo XXI y el neojaponismo

Para acabar esta sección introductoria, más larga de lo previsto inicialmente, solo voy a comentar muy rápidamente lo que hoy día se está llamando neojaponismo. En este caso se trata de un movimiento que no cesa de crecer fuera de Japón y que se centra en las manifestaciones artísticas actuales más populares en el país oriental que se empezaron a conocer en Occidente en los años noventa de la pasada centuria y que en este siglo XXI se han difundido por todo el mundo de manera imparable entre una juventud deseosa de encontrar algo totalmente nuevo.

Del mismo modo que los grabados ukiyo-e maravillaron a los artistas occidentales a finales del siglo XIX y principios del XX, cien años más tarde, Occidente descubrió especialidades como el manga, el anime y otras formas de entretenimiento como el cosplay que han cautivado a un entusiasta y juvenil público.

Con esto finaliza el segundo capítulo de esta serie. Dentro de dos semanas, empezaremos a hablar del entorno físico de Japón y su reflejo en el arte.