El Arte moderno
japonés: Gutai, XXVI
Como dije hace quince días, hoy publico el penúltimo
artículo de esta larga serie que he consagrado a Gutai, aquel inquieto grupo de
artistas que entre 1954 y 1972 insuflaron en la escena artística japonesa un
entusiasmo, frescura e ímpetu como nunca antes se había visto de forma tan
constante y, sobre todo, con semejante nivel artístico.
Como en otros muchos casos, ha tenido que pasar mucho tiempo, unas tres décadas, para que museos y galerías de todo el mundo reconocieran el valor artístico de las aportaciones de los miembros de Gutai. Parecen ya superadas las reticencias iniciales, las recurrentes comparaciones o las interesadas interpretaciones que veían a los japoneses como simples epígonos del informalismo europeo o del expresionismo abstracto americano. En lo que llevamos de siglo XXI, se han hecho más exposiciones internacionales sobre Gutai que las que se hicieron desde su nacimiento hasta 1990.
Durante la primera década del siglo XXI, parecía que las
entidades culturales querían aprovechar la que entendían era su última
oportunidad de invitar a los miembros de Gutai todavía en activo para que
recrearan sus acciones. Los más solicitados fueron Shimamoto y Murakami. De
esos actos, hoy ya decimos happenings,
he insertado sendos videoclips en anteriores artículos que pueden verse en este artículo.
Llegado el momento de las despedidas, no me resisto a
“autocitarme” e incluir tres párrafos de mi libro Japón y su arte, III, publicado por
Amazon. Es mi modesto homenaje a Gutai por lo que representó en el
arte japonés entre mediados de los años cincuenta y principios de los setenta
del pasado siglo, cuando
Yoshihara dirigía a sus jóvenes pupilos. Este es el extracto:
Durante diecisiete años Gutai
sobrevivió gracias a Yoshihara. Él decidía quiénes de los que llamaban a las
puertas del grupo podían o no pertenecer a su círculo y juzgaba si las
aportaciones de sus miembros eran o no adecuadas. Yoshihara fue su único apoyo
en los inicios, cuando la incesante planificación de las exposiciones y la
trepidante actividad casi impedía que los jóvenes artistas se dieran cuenta de
lo que estaban haciendo. Su enorme sostén encontró en 1957 un aliado entusiasta
en el crítico francés Michel Tapié, quien con una convicción inexistente en
Japón en esos momentos, publicó su Homenaje a Gutai. A partir de ese
momento, las relaciones con Occidente comenzaron a crecer hasta llegar a su
cenit, en 1960, con el “Festival internacional en el cielo”. Durante esa década
se logró no solo el reconocimiento internacional, sino también el de la crítica
nipona. Pero siempre, a lo largo de todos esos años, Yoshihara siguió
manteniendo su premisa inicial: «concretar» las relaciones sutiles que existen
entre la materia y el espíritu humano.
Tras la disolución de Gutai sus
miembros prosiguen su carrera de forma individual con diferente éxito.
Seguramente los más relevantes son Motonaga, con sus constantes
investigaciones; Shiraga, con una obra de gran energía, y Tanaka, con sus
innumerables descubrimientos.
En junio de 1993, durante la XLV Bienal de Venecia se presenta una
reconstrucción de la Exposición al Aire Libre de 1956 de especial
significación. Para tal acontecimiento se reúnen los miembros primigenios de
Gutai quienes, recordando a Yoshihara, posan juntos para una posteridad que
siempre les reconocerá haber sido los innovadores del arte japonés del siglo
veinte.
Aquí finaliza mi autocita. La fotografía siguiente ya la incluí en el artículo que
cerraba la primera parte de esta serie. Es la última que existe en la que
aparecen once de los miembros históricos de Gutai. Por eso me parece adecuado
incluirla de nuevo aquí. La foto se hizo en 1993 en la mencionada Bienal de Venecia de ese
año.
Para acabar, y ahora
ya definitivamente, voy a insertar una obra de cada uno de los seis artistas a
los que he dedicado un artículo en esta última parte de la serie consagrada a Gutai. Lo hago por orden de “veteranía”, y el primero de todos debe
ser Yoshihara.
Yoshihara Jirō (1905-1972) en 1970 frente a uno de sus
círculos.
Foto en Hirai Yoichi (ed.): What’s
Gutai. Osaka: Bijutsu-shuppan-sha, 2004.
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Murakami Saburō (1923-1996): Obra, 1963. Pintura, yeso, cola,
algodón y madera, 212x153 cm. Colección particular. Foto en
Françoise
Bonnefoy (ed.): Gutai. París: Galerie
Nationale du Jeu du Paume.
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Tanaka Atsuko (1932-2005): Obra, 1962. Laca sobre tela, 220x350 cm. Museo de Arte de Takamatsu.
Foto en Françoise Bonnefoy (ed.): Gutai. París: Galerie Nationale du Jeu
du Paume, 1999.
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A modo de coda final de esta larga “sinfonía” de acciones y
color, titulada Gutai, adjunto un pequeño videoclip en el que se ve al hijo de Murakami recreando la célebre
acción que su padre ejecutó en la inauguración de la “Primera exposición de arte Gutai” celebrada en 1955. Ese día rompió el papel que
había colocado en el hueco de la puerta de entrada al Ohara kaikan de Tokio.
La recreación del hijo de Murakami se hizo con motivo de la
exposición “Destroy the Picture: Painting the Void, 1949-1962” que se realizó
en el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago del 16 de febrero al 2 de junio de
2013. Dura un minuto escaso.
Dentro de quince días finalizaré esta larga serie sobre la
historia de Gutai con un largo vídeo en el que aparecerán casi todas las
acciones y obras que he comentado hasta hoy. Creo que será un buen final.
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