martes, 29 de noviembre de 2022

La danza butō, 5

El descubrimiento del butō en Occidente, 4 

En los dos anteriores artículos comenté las primeras actuaciones en Occidente de unos bailarines-coreógrafos japoneses que por sus estudios y formación podían considerarse emparentados con los fundadores del butō. Finalmente, en la entrada de hoy veremos la que, en mi opinión, fue la primera y verdadera obra de butō representada fuera de Japón.

Después de aquellos dos primeros espectáculos de 1977 en Nancy y París, al año siguiente se presentó en la capital gala un pequeño grupo de bailarines de verdadero butō. En la fotografía siguiente vemos el cartel que anunciaba su actuación.

Cartel de El último edén. Puerta al más allá, espectáculo de butō
presentado en 1978 en la sala Nouveau Carré Silvia-Monfort de París.
Foto: web de Murobushi Kō.

El primer butō visto en Occidente

El 27 de enero de 1978 se estrena en el teatro Nouveau Carrè Silvia-Monfort de París El último edén. Puerta al más allá. En el espectáculo actúan Murobushi Kō (1947-2015), Carlotta Ikeda (1941-2014) y Yoshioka Yumiko (1953-) bajo el nombre de Sebi y Mesuzakan, las dos troupes que en esa ocasión colaboran en la producción de la función. Esos tres artistas aparecerán muchas veces a lo largo de esta serie. De Murobushi hablaré en este artículo y de Ikeda y Yoshioka lo haré, respectivamente, en los dos siguientes. 

El cartel de esas representaciones, que vemos en la anterior ilustración, merece un par de comentarios. El primero se refiere a que Mesukazan aparece transcrito Meskazan, debido a que esa u es prácticamente sorda. El segundo se refiere a los nombres de Sebi y Mesukazan, las dos compañías que figuran como colaboradoras en el espectáculo. 

Murobushi había fundado en Japón 1976 la compañía Butō-ha sebi en 1976, de cuyo nombre en París se empleó únicamente Sebi. Por otro lado, Mezukazan, la troupe que formaban las únicas dos bailarinas que actuaban en Paris, Carlotta Ikeda y Yoshioka Yumiko, era en realidad el título de una obra de butō

Resulta que esas dos artistas habían creado en 1974 una compañía solo de mujeres llamada Ariadone (aunque algunas fuentes consideran que la fundaron Ikeda y Murobushi), la cual se presentó oficialmente en Tokio en 1975 con una pieza titulada precisamente Mesuzakan, nombre que figuraba en el cartel de París junto con el de Sebi. Más adelante, en los artículos que dedicaré a esas dos artistas, volveré a hablar de la compañía Ariadone.  

Compañía Ariadone: escena de la obra Mesuzakan en su estreno en Tokio, 1975.
En esta ocasión intervinieron varias bailarinas y no solo dos como en París. Foto: web de Murobushi Kō.

Pero la cosa no acababa ahí, sino que en el programa francés de esas funciones, Yoshioka Yumiko aparecía como Mizelle Hanaoka, nombre que, sin embargo, utilizó muy pocas veces posteriormente. Por su parte, Carlotta Ikeda fue siempre el apodo artístico de Ikeda Sanae. Estos cambios de nombre son bastante frecuentes en el mundo artístico nipón. 

Carlotta Ikeda en el estreno de la obra Mesuzakan en Tokio, 1975. Foto: web de Murobushi Kō.

En el espectáculo de París, dividido en diez secciones, se alternan tríos, dúos y solos de los tres artistas. Buena parte de las escenas evocan imágenes de momias, ataúdes y divinidades budistas. La alusión al más allá, implícita en el título de la función, se plasma en el escenario con la fusión de conceptos mitológicos y religiosos tanto japoneses como occidentales. La foto siguiente es de un momento de la representación en el que aparecen los tres bailarines: Murobushi (en el centro), Ikeda (a la izquierda) y Yoshioka.

Ikeda (izquierda), Murobushi (en el centro) y Yoshioka en la obra El último edén. Puerta al más allá
durante su  representación en 1978 en el Nouveau Carré Silvia-Monfort de París. Foto: web de Murobushi Kō.

Esa representación creó un estereotipo que desde entonces se ha atribuido frecuentemente al butō: el del cuerpo maquillado con una textura rugosa que le otorga un aspecto como de piel quemada. Así era como se presentaba Murobushi. La asociación con las víctimas de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki estaba servida.

Sin embargo, el descubrimiento del butō fue más bien fruto el azar. Los japoneses no habían ido a París previamente contratados por ningún teatro, sino que llegaron en otoño de 1977 con la idea de ganar algo de dinero en algún cabaré que les permitiera montar su propio espectáculo. Después de varias semanas sin ningún resultado, casi por azar consiguieron que el teatro Nouveau Carré Silvia-Monfort les cediera su pequeña sala. 

Tras las primeras funciones sin apenas público, al cabo de tres semanas, el patio de butacas rebosaba día tras día. Ante semejante éxito, la dirección del local propuso a Murobushi alargar su actuación seis meses más, algo que no pudo aceptar por los compromisos que tenía en Tokio. La semilla estaba plantada.

Dúo de Ikeda y Yoshioka en El último edén. Puerta al más allá, obra representada
en 1978 en el Nouveau Carré Silvia-Monfort de París. Foto: web de Murobushi Kō.

Butō en París

Ese mismo 1978, de octubre a diciembre, se presentan en el Festival de Otoño de la capital gala Ashikawa Yōko (1947-) y Tanaka Min (1945-) con una obra de Hijikata la primera y un solo de creación propia el segundo. Esta vez desde el primer día, el éxito es espectacular, especialmente por la proximidad del público a la escena. Numerosos intelectuales de la época asisten a las funciones. La prensa generalista y por supuesto la especializada, así como la televisión dedican espacios al evento.  

El encuentro de París con el butō provoca un verdadero terremoto en la crítica y en los coreógrafos. El ballet, la danza neoclásica, incluso el propio Maurice Béjart (1927-2007), descubren asombrados un nuevo mundo. Otro tanto ocurre con los americanos Alwin Nikolais (1910-1993), designado en 1978 director del Centro Nacional de Danza Contemporánea en Angers, o Carolyn Carson (1943-), prima ballerina y coreógrafa de la Ópera de París en 1974. Ambas instituciones, hasta entonces centros de atención de la modernidad dancística francesa, parece que quedan en entredicho ante la inesperada rotundidad de lo que hacen los japoneses.

Murobushi Kō en El último edén. Puerta al más allá, representación de 1978 
en el Nouveau Carré Silvia-Monfort de París. Foto: web de Murobushi Kō.

En la foto anterior se aprecia la textura de la cara, manos y pies de Murobushi, un recurso habitual en muchas obras de butō que, como comenté anteriormente, en Occidente se ha asociado, de forma precipitada y poco fundamentada, con la debacle atómica sufrida por Japón.

Pero veamos un poco la trayectoria de los tres protagonistas de ese primer evento de butō fuera de Japón: Murobushi Kō asentado en Tokio, pero con una notable carrera internacional, Carlotta Ikeda, que muy pronto se traslada a vivir a Francia, y Yoshioka Yumiko, que lo hace a Alemania.

Murobushi Kō (1947-2015)

Uno de los bailarines, además de director-coreógrafo, de aquella obra presentada en la capital gala en 1978 era Murobushi Kō, quien en 1968 había estudiado durante más de un año en el taller de Hijikata. En 1972, junto con Maro Akaji (1943-), Murobushi funda una de las compañías clásicas de butō, la llamada Dairakudakan, todavía hoy en activo y de la que hablaré en los últimos artículos de esta serie. 

En la fotografía siguiente vemos a Murobushi en la obra titulada Arashi con Tamura Tetsurō (en el centro) y Amagatsu Ushio (a la derecha), este último fundador de la compañía Sankai juku, de la que también conoceremos su larga trayectoria en su momento.

De izquierda a derecha: Murobushi Kō, Tamura Tetsurō y Amagatsu Ushio,
en la obra Arashi de la compañía Dairakudakan,
1976. Foto: web de Murobushi Kō.

En 1974, Murobushi comienza a coreografiar las obras de la compañía Ariadone dirigida por sus partenaires en París, Carlotta Ikeda y Yoshioka Yumiko, e integrada exclusivamente por mujeres, la única de ese tipo en Japón en ese momento. Algo más tarde, en 1976, Murobushi crea su propia troupe, la Butō-ha sebi o simplemente Sebi, una de las que se presenta en Nancy en 1978.

A partir de 1990 la actividad de Murobushi se limita casi exclusivamente a ofrecer solos en los que a menudo se desprende de sus pantalones y chaqueta para descubrir su cuerpo pintado de color plateado o dorado. Sus coreografías (quizás este término no sea muy adecuado) rompen todas las reglas, son el paradigma de la antidanza que no solo intentan escapar de cualquier relación con el baile moderno, sino también del propio butō. 

En sus últimas obras, Murobushi asombra por la capacidad para mover su columna, por los temblores de sus miembros, por su inesperada forma de dejarse caer con todo el cuerpo extendido, por sus reiterados saltos.

Murobushi Kō en Tres improvisaciones para el adiós al Asbesto-kan, 2003. 
Una de las características poses de Murobushi “cerca del suelo”. Foto: web de Murobushi Kō.

Uno de esos solos de especial relevancia fue el que ejecutó en el año 2003 cuando se cerró el mítico Asbesto-kan, el estudio-taller donde Hijikata Tatsumi había creado la mayoría de sus obras. Para esa ocasión, los días 20, 21 y 22 de marzo, ejecutó un solo con música de Yas-Kaz, nombre artístico por el que se conoce al compositor Satō Yasukazu (1951-), asiduo colaborador de los coreógrafos de butō. Ese fue el particular homenaje que rindió a la mujer de Hijikata, Motofuji Akiko, con quien, además, bailó un emotivo dúo que vemos plasmado en la siguiente fotografía. 

Murobushi Kō en Tres improvisaciones para el adiós al Asbesto-kan, 2003.
El dúo de Murobushi Kō con Motofuji Akiko. Foto: web de Murobushi Kō.

Las dos fotografías anteriores y la siguiente son de ese evento. Fijémonos en los paneles metálicos que aparecen en la anterior y que cuelgan como fondo. Son los que había empleado Nakanishi Natsuyuki (1935-2016) en varias obras de Hijikata que explicaré en futuros artículos. 

Seguramente muchos notarán que la posición de las manos de Murobushi en la siguiente fotografía les recuerda algo. Pues bien, es una alusión a la coreografía para El preludio a la siesta de un fauno que Nijinsky creó e interpretó para la compañía de Diáguilev en 1912. En su momento comentaré en qué obra de butō se utilizó esa especie de paráfrasis por primera vez. Un gesto (los puristas dirían un kata) que se ha empleado en muchas coreografías de butō como una remembranza de sus raíces.

Murobushi Kō en Tres improvisaciones para el adiós al Asbesto-kan, 2003.
La característica pose de manos de Nijinsky. Foto: web de Murobushi Kō.

Inserto a continuación un vídeo de Murobushi que se encuentra en el canal de YouTube del Festival del Grec de Barcelona. Se trata de un tráiler promocional de su actuación en dicha ciudad el año 2010. En esa ocasión, el japonés presentó un programa formado por Dead 1 para tres solistas y un solo del propio Murobushi titulado Quick Silver, ambas piezas de 2005. El clip es solo de un extracto de esta última obra que permite apreciar los característicos rasgos de su danza: saltos, temblores, cuerpo plateado, gritos y caídas de espaldas. Dura escasos tres minutos.


Quick silver es una de las obras que Murobushi Kō ha presentado más veces en sus giras por Europa y América y que más ha empleado para ilustrar sus talleres. La foto siguiente es de una representación de esa obra cuando Murobushi tenía 59 años. En ella se puede comprobar que su poder de elevación y relajación (las puntas de los pies las tiene perfectamente extendidas después de impulsarse) es más que notable, a pesar de la tradicional minusvaloración, por no decir rechazo, de la técnica que suelen defender los bailarines de butō.

Murobushi Kō en Quick silver, 2005. Foto: web de Murobushi Kō. 

Para ir finalizando este artículo y no hacerlo demasiado largo (aunque me parece que ya lo es), inserto una fotografía del último solo de los muchos que Murobushi realizó a lo largo de toda su carrera. Falleció pocos meses después.

Murobushi Kō en Faux pas, 2014. Foto: web de Murobushi Kō.

Un fragmento de esta obra, Faux pas, puede verse en la web del artista si se clica en este enlace. El clip dura escasos tres minutos y en él se aprecian sus característicos temblores antes de que se quite su traje para descubrir su cuerpo desnudo de color plateado.

Con motivo del fallecimiento de Murobushi en 2015, el Canal 22 de la televisión mexicana emitió un reportaje con declaraciones del artista y extractos de sus actuaciones en el país americano. El videoclip de esa noticia puede verse en el canal de YouTube de dicha emisora, tiene subtítulos en español, dura menos de dos minutos y lo inserto a continuación.

A los interesados en el butō les gustará visitar la página web de Murobushi accesible desde este enlace. En ella encontrarán una ingente información de toda su carrera con abundantes comentarios, fotos y vídeos de sus obras.

Y ahora sí, para concluir, inserto la última foto de los dos grandes colaboradores que fueron Murobushi Kō y Carlotta Ikeda. Se trata de la obra titulada Ai-Amour, que ambos representaron en varios países entre los años 1992 y 1994. Nos servirá para abrir la puerta del siguiente artículo en el que hablaré de esta interesante artista japonesa. Será dentro de quince días. 

Carlotta Ikeda y Murobushi Kō en Ai-Amour, 1992. Foto: web de Murobushi Kō.

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