martes, 4 de julio de 2023

La danza butō, 20

Ōno Kazuo, 1

“La razón por la que danzamos es porque existen muchas cosas que no entendemos.” 
Kazuo Ohno

El anterior artículo solo constaba de una pequeña cronología que iba desde los primeros contactos de bailarines japoneses con la danza moderna europea, en el primer tercio del siglo XX, hasta el nacimiento del butō, en 1959. Era una especie de recapitulación de las dieciocho entradas precedentes en las que fui comentando esa pequeña historia.

Lo que haré a partir de hoy será, primero, presentar a los dos “padres” del butōŌno Katsuo (1906-2010) y Hijikata Tatsumi (1928-1986) y, luego, a unos pocos de los solistas y compañías más reconocidos. En todos los casos me limitaré a artistas nipones. Digo esto porque desde comienzos de este siglo XXI ha habido y sigue habiendo un buen número de bailarines no japoneses que se han especializado en la danza butō. 

En la foto siguiente vemos a los dos "padres" o "maestros", como queramos llamarlos, del butō en una presentación durante el Festival de Butō de Tokio celebrado el año 1985. Hijikata falleció a los pocos meses, en enero de 1986. Ōno, veintidós años mayor, le sobrevivió casi veinticinco.

Ōno Kazuo (izquierda) y Hijikata Tatsumi en el vestíbulo
del Marion Asahi Hall durante el Festival de Butō de Tokio en 1985.
Foto: Yamamoto Munesuke en la Colección Hijikata Tatsumi,
Archivo de la Universidad de Keio, Tokio.

De donde surgió el butō

Si se me acepta la simplificación, se podría decir que la energía creativa que generó el butō fue el resultado de la colaboración de dos hombres con personalidades opuestas. Ōno Kazuo era la luz; Hijikata Tatsumi, la oscuridad. Ambos fueron necesarios para que naciera la danza butō. Mientras Ōno encontraba su inspiración en la vida y en la perennidad del espíritu, Hijikata se deleitaba con la negrura de la muerte y la belleza de lo deforme.

En la década de los cincuenta del siglo XX, tras la experiencia de las dos bombas atómicas que pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial, si bien todo el planeta vivía bajo una hipotética pero inquietante amenaza nuclear, los japoneses todavía contemplaban las terribles secuelas que la radioactividad había producido en muchos habitantes de Hiroshima y Nagasaki que supervivieron a su explosión. 

De todas las contribuciones japonesas a las artes escénicas modernas, el butō se encuentra en una posición sorprendentemente privilegiada. A finales de los años cincuenta, Hijikata y Ōno crearon un nuevo tipo de danza que, si bien bebía en el dadaísmo y surrealismo europeos, obviamente filtrado por su propio criterio artístico, expresaba muy bien el ambiente social en el Japón de la época. 

En la siguiente fotografía vemos a nueve de los más notables artistas europeos surrealistas posando de cara "a la galería". En ese momento ya eran muy conscientes de cuál sería su papel en la historia del arte moderno.

Artistas surrealistas en París, 1933. De izquierda a derecha: Tristan Tzara, Paul Éluard,
André Breton, Hans Arp, Salvador Dalí, Yves Tanguy, Max Ernst, René Crevel y Man Ray. Foto: Anna Riwkin-Brick.

Los pioneros de la danza moderna japonesa estudiaron su técnica en el Viejo Continente con profesoras como la alemana Mary Wigman, quien curiosamente “miraba” a Japón y en concreto al teatro para inspirarse cuando creaba sus coreografías expresionistas. Cuando regresaron a su país, esos primeros bailarines nipones transmitieron lo aprendido en Occidente a sus alumnos, entre los que se encontraban Ōno Kazuo y Hijikata Tatsumi. Fueron estos quienes crearon el butō a finales de la década de los cincuenta del pasado siglo XX, unos cuarenta años después de aquellos contactos en Alemania. Finalmente, desde comienzos de la actual centuria, son los bailarines occidentales quienes viajan a Japón para aprender la técnica del butō. Se ha cerrado el círculo.

Los padres del butō

El origen del butō es cien por cien nipón a pesar de que su inspiración, como ha ocurrido tantas veces, partió de mucho más allá de sus fronteras. Las dos fotos siguientes son de los dos “padres” del butō: Ōno Kazuo y Hijikata Tatsumi, a ambos les dedicaré varios artículos profusamente ilustrados con fotografías y videoclips.

Hijikata Tatsumi. Foto: Archivo Hijikata, 
Keio University Art Center, Tokio.
Ōno Kazuo.
Foto de fuente desconocida.













Dos grandes compañías de butō

Las dos fotografías siguientes son de sendas obras de las compañías japonesas de butō más antiguas y todavía hoy en activo. La primera en crearse fue Dairakudakan, fundada en 1972 por Maro Akaji (1943-). Murobushi Kō (1947-2015) y Amagatsu Ushio (1949-).

Escena de la obra Paradise de Dairakudakan, 2016. Foto: Nogi Kazuhiro via Getty Images.

Tres años más tarde, en 1975, Amagatsu se independizó para crear su propia troupe: la Sankai juku. Tanto Dairakudakan como Sankai juku son grandes compañías, en calidad y número de integrantes, en esto último Dairakudakan se lleva la palma, y ambas, año tras año, presentan nuevas obras. 

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Escena de la obra Umusuna,de Sankai juku, 2012. Foto: web de la compañía.

Por su parte, Murobushi, uno de los tres fundadores de Dairakudakan y fallecido en 2015, también se independizó para dedicarse a ofrecer actuaciones en solitario.

Murobushi Kō en la obra Edge (2001). Foto: Miro Itō en la web de Murobushi Kō. 

Definición de butō舞踏

El vocablo butō se compone de dos caracteres que literalmente significan, el primero “bailar" y el segundo "pisar". Sin embargo, igual que en Occidente, en Japón existen diferentes interpretaciones de la palabra danza. Buyō se usa para referirse a los bailes tradicionales de las obras de teatro kabuki, mientras que el término butō suele emplearse para referirse a los de culturas extranjeras y en concreto a los de origen occidental.

Cuando Hijikata Tatsumi creó la primera obra de lo que hoy denominamos danza butō, empleó la expresión ankoku buyō, que enseguida cambió por la de ankoku butō, frase que suele traducirse como “danza de las tinieblas” o en inglés “dance of darkness”. En todos los casos, esa expresión casi siempre se simplifica para convertirla simplemente en butō.

Hijikata Tatsumi en una escena de la obra Veintisiete noches para cuatro estaciones, 1972. Foto: Senya Hitoshi.

Para tener una idea clara de cómo ha evolucionado el butō en sus más de sesenta años de vida, voy a insertar un tráiler de la obra Kagemi, estrenada en París el año 2000 por la compañía Sankai juku y que se encuentra en su canal de YouTube. Fijémonos en la sugerente imagen de los nenúfares suspendidos en el aire como si se vieran desde el fondo de un estanque. El clip dura menos de un minuto y medio.

En su momento comentaré varias obras de esa compañía y su historia. Mientras tanto creo que lo que se ve en ese clip ya es suficientemente sugerente para, sin entender nada (ni falta que hace, pues eso es uno de los méritos del butō), disfrutar de un espectáculo realmente fascinante.

Pero entremos en materia hablando de los dos fundadores del butō: Hijikata Tatsumi y Ōno Kazuo. Aunque fue Hijikata quien estrenó la que se considera primera obra de butō, comenzaré a hablar de Ōno.

Ōhno Kazuo (1906-2010)

Ōno Kazuo nace en Hakodate, una población portuaria del sur de la isla de Hokkaidō. Durante sus estudios, finalizados en 1925, destaca en el club de atletismo de su instituto. Después de trabajar durante un año como sustituto en una escuela primaria de su ciudad, en 1926 se traslada a Tokio para estudiar en la que hoy es la Universidad de Ciencias del Deporte Nippon (Nippon taiiku daigaku).

Dos espectáculos catalizadores

En enero de 1929, un poco antes de graduarse, un amigo le propone ir a ver la actuación en el Teatro Imperial de Tokio de una bailarina española que estaba de gira por Asia. Era La Argentina, nombre artístico de Antonia Mercé (1890-1936). Ese encuentro casi fortuito de Ōno con un baile desconocido para él tuvo una enorme trascendencia en su carrera, como veremos en los siguientes artículos. Así describió su vivencia.

“Estábamos sentados en la última fila del tercer piso del Teatro Imperial y desde el primer momento quedé fascinado con la danza de La Argentina, su magia me golpeó como un rayo. Nunca olvidé esa experiencia.” 

Antonia Mercé, La Argentina.
Foto sin datos de fuente desconocida.

Inserto a continuación un vídeo que se encuentra en YouTube de una actuación de La Argentina acompañada con unos “palos”. Se llaman “palos” a los distintos estilos de cante, toque o baile flamencos. En este este caso lo que se escucha es un tanguillo de Cádiz, del compositor cubano-español Joaquín Nin (1897-1949), interpretado por un piano acompañado por las castañuelas de la bailaora. Dura poco más de un minuto.


La impresión que causa en Ōno la actuación de La Argentina es tan fuerte que en ese momento decide que debe consagrarse a la danza, deseo que de momento no puede cumplir. 

Cuando finaliza sus estudios, Ōno entra como profesor de educación física en la escuela baptista Kantō Gakuin de Yokohama, en la que permanece hasta 1933, pues al año siguiente debe trasladarse al colegio Sōshin, afiliado a su anterior centro y también femenino. Como una de sus funciones es enseñar danza a las alumnas, decide acudir al estudio de Ishii Baku durante un año con la idea de aprender los rudimentos del baile. Sin embargo, allí no es más que un principiante mucho mayor que el resto de alumnos, por lo que muy pronto se encuentra incómodo.

Del 26 de abril al 14 de mayo de 1934, el alemán Harald Kreutzberg (1902-1968), uno de los más célebres alumnos de Mary Wigman, se presenta junto con la americana Ruth Page (1889-1991) en el Teatro Imperial de Tokio. Su actuación en la capital nipona es el primer espectáculo de danza expresionista alemana que se ve en Japón y Ōno tiene la oportunidad de asistir a una de las funciones. 

Ruth Page y Harald Kreutzberg en Bacanal, Chicago, 1934.
Foto: Maurice Seymour en Newberry Library.

El japonés queda de nuevo profundamente impresionado, aunque en este caso no tanto por el empuje personal de los bailarines, como le había ocurrido con La Argentina, sino por lo que describe como manera de reflejar el “interior”. Esa será una de sus intenciones cuando años más tarde cree sus personales coreografías.

Concluyo aquí este artículo introductorio sobre Ōno Kazuo. Hemos visto que, siendo aún joven y sin saber que se dedicaría a la danza, asistió a dos espectáculos que le hicieron replantearse muchas cosas. ¿Qué hizo a partir de ese momento? Lo veremos dentro de dos semanas.