martes, 2 de diciembre de 2025

Curso de arte japonés, art. 39º. Jardines, I

El anterior artículo fue el último de los dedicados a la escultura en esta larga serie que pretende ser una introducción al arte japonés en general. Hoy iniciamos otro apartado dedicado esta vez al jardín.

Antes de ver la evolución de la jardinería en Japón, voy a insertar un par de cuadros para clarificar las ideas. Por supuesto que, como todos los esquemas que intentan condensar conceptos o hechos históricos, no son ni completos ni perfectos y siempre se pueden ampliar o mejorar.

En el primero intento ver cómo fueron apareciendo los distintos tipos de jardín a lo largo de la historia. A pesar de que en la tabla se ha situado cada estilo de forma concatenada, debemos pensar que en la evolución del arte casi nunca existen límites claros entre tendencias o modelos. Cuadros como este solo sirven para, adoptando un punto de vista más alejado que el que se tiene cuando se habla de un estilo o artista en concreto, tener una visión de conjunto.

Recintos sintoístas

hasta 710

Jardines imperiales

710-794

Jardines aristocráticos y budistas

794-1185

Jardines zen

1185-1603

Jardines de té

1500-1868

Jardines de paseo

1603-1868

Jardines modernos

1868-1945

Jardines contemporáneos

 a partir de 1945

martes, 18 de noviembre de 2025

Curso de arte japonés, art. 38º. Escultura, VII

En el anterior artículo vimos varios escultores que en algún momento de su carrera participaron en el grupo Mono-ha. Hoy acabaremos este apartado dedicado a la escultura japonesa con artistas que a veces se han calificado como pos-Mono-ha.

La escultura de 1980 a nuestros días

Muraoka Saburō (1928-2013)

Muraoka Saburō fue el más veterano de todos los artistas pos-Mono-ha. Durante los años sesenta se integró en el movimiento conceptual formado por artistas japoneses que podían englobarse en la órbita de Fluxus, pero que no viajaron a Estados Unidos como la mayoría de los adictos a esa tendencia internacional. A esa fase pertenece la obra de la siguiente ilustración.

Muraoka Saburō: Entrada. El calor robado, parte delantera; acero, azufre y fuego,
200x200x20 cm; silla: 102x91x45 cm, 1990. Galería 16 de Kioto. Foto: web hfactory.jp

martes, 4 de noviembre de 2025

Curso de arte japonés, art. 37º. Escultura, VI

https://culturanipon.blogspot.com/2025/11/curso-de-arte-japones-art-38-escultura.htmlEn el anterior artículo vimos los comienzos de la escultura “moderna” japonesa hasta los años treinta del siglo pasado. Hoy comentaremos la evolución de esa especialidad artística a partir del final de la Segunda Guerra Mundial.

La escultura de 1945 a 1980

La situación de Japón tras la capitulación era ciertamente desesperada. La carencia de suministros vitales, la falta de vivienda y la dificultad para encontrar empleo conducían a la desmoralización. Como contraste y en comparación, las fuerzas de ocupación norteamericanas exhibían una abundancia de medios y recursos casi insultante. A pesar de todo, la sociedad japonesa iba cambiando de forma más rápida de lo esperado. 

En la capital en ruinas, poco a poco, la actividad empezaba a renacer con muchos esfuerzos. Los primeros restaurantes baratos abrían sus puertas cerca de las estaciones ferroviarias. Los artistas de todas las especialidades reanudaban sus encuentros y exposiciones. Sin embargo, debido a los materiales con los que trabajan, piedra y bronce, los escultores tenían más dificultades para llevar a cabo su trabajo que, por ejemplo, los pintores.

El nacimiento de la escultura japonesa de posguerra la propiciaron dos grupos aparecidos en las primeras décadas de la segunda mitad del siglo XX. El primero de ellos, Gutai, trascendió el mundo pictórico experimentando con el espacio, con todo tipo de objetos y con rompedoras acciones e instalaciones. Los miembros de Gutai a menudo crearon obras de escultura abstracta, aunque ellos mismos no se consideraban escultores, pues su visión del arte buscaba superar las clasificaciones clásicas.

Los miembros históricos de Gutai en la 45ª Bienal de Venecia de 1993. 
Foto utilizada en el artículo XXVI de la serie dedicada al grupo Gutai en este blog.

martes, 21 de octubre de 2025

Curso de arte japonés, art. 36º. Escultura, V

En el párrafo final del anterior artículo dijimos que hoy hablaríamos de la escultura japonesa en el siglo XIX. Fue en el último cuarto de esa centuria cuando, después de abrir sus fronteras a Occidente y enviar a sus artistas más jóvenes a estudiar el arte europeo, se empezaron a ver en Japón imágenes de bronce como no se habían visto desde hacía siglos, aunque esta vez no eran de divinidades religiosas, sino de personajes célebres.

La escultura de 1868 a 1945

Los japoneses no tenían ninguna tradición en la talla del mármol, porque en su país no existía ese tipo de piedra. Además, el sistema de moldear figuras en bronce prácticamente se había perdido cuando los templos dejaron de hacer encargos de imágenes budistas. Así pues, solo había una forma de aprender esas técnicas: recurrir a un artista europeo.

Vincenzo Ragusa (1841-1927)

En 1875, el gobierno japonés contrató al italiano Vincenzo Ragusa para que enseñara la escultura clásica europea en la Escuela Técnica de Bellas Artes de Tokio. Su método comenzaba mostrando a sus pupilos cómo esbozar en lápiz, modelar con yeso y esculpir el mármol, tres actividades desconocidas para los estudiantes japoneses de entonces. Algunos de sus alumnos serán los pioneros de la estatuaria del periodo Meiji.

Las obras que Ragusa creó durante sus años de profesor fueron las primeras esculturas de un europeo que se vieron en Japón. Una de las más representativas es el busto titulado Mujer japonesa. Su modelo resultó ser la futura señora Ragusa.

Vincenzo Ragusa (1841-1927): Mujer japonesa, 61,8 cm, periodo Meiji, 1881,
Museo Nacional de Tokio. 
Foto: web del museo.

martes, 7 de octubre de 2025

Curso de arte japonés, art. 35º. Escultura, IV

Hace dos semanas di por finalizado el apartado dedicado a la escultura budista y dije que hoy empezaría uno diferente. Pues bien, esa diferencia radica en el hecho de que la escuela zen se consolidó como una de las más influyentes, si no la que más, en el arte japonés. En el periodo Muromachi (1333-1573), las órdenes budistas “tradicionales” encontraron en las congregaciones zen unos planteamientos que en muchos sentidos divergían de los ortodoxos. Uno de ellos era el rechazo a las imágenes de divinidades.

La escultura del siglo XIV al XIX

El budismo zen

La influencia del zen en cultura japonesa no tiene parangón. No es tanto la preponderancia que sus creencias religiosas hayan podido tener en el pensamiento social cuanto el haber planteado nuevos criterios de partida en muchas de las manifestaciones artísticas niponas.

Simplificando mucho, el zen no se apoyaba en ningún texto sagrado y huía del culto a las imágenes. Sus adeptos confiaban en su propia capacidad mental para alcanzar la liberación y se apoyaban más en la experiencia que en el estudio. La simplicidad de vida, la autodisciplina y la meditación eran las bases de sus prácticas. 

A partir del siglo XIV, el zen alcanzó una gran popularidad sobre todo entre el estamento militar y los señores feudales. Con los años, su incidencia en la sociedad y cultura japonesas fue incuestionable. Muchos de los grandes maestros de la ceremonia de té, de la jardinería, de la caligrafía y de la pintura fueron monjes zen.

Como consecuencia del declinar del budismo tradicional y el auge del zen, durante la era Muromachi, la escultura perdió toda la pujanza que había disfrutado en épocas anteriores. El florecimiento del zen propició el abandono de la talla de imágenes de divinidades, a las que esa orden no profesaba ningún tipo de veneración, y se orientó hacia una poco intensiva actividad de retratos de personajes o monjes célebres. 

Imagen de Ikkyū Sōjun, madera lacada y policromada, s. XIX. Daitoku-ji. Kioto.
Foto: Gregory P. A. Levine: Daitokuji.
The Visual Cultures of a Zen Monastery.
Seattle: University of Washington Press, 2005.