martes, 5 de agosto de 2014

Arquitectura moderna japonesa: Tange Kenzō, IV

La arquitectura moderna japonesa: Tange Kenzō, la primera obra maestra
Tras el artículo de la semana pasada sobre los inicios de la carrera de Tange Kenzō en los años cincuenta, hoy toca hablar de la que, en mi opinión, es su primera gran obra maestra: el edificio para la sede del gobierno de la prefectura de Kagawa.

La sede del gobierno de la prefectura de Kagawa, 1958
En el año 1955 Tange comienza a trabajar en un proyecto para la sede gubernamental de la prefectura de Kagawa a construir en la ciudad de Takamatsu. Cuando en 1958 se inaugura el edificio, no tarda en ser reconocido internacionalmente como un hito en su carrera, aunque con ciertas reticencias por parte de algún colega. Me explicaré.

Tange Kenzō: Sede del gobierno de la prefectura de Kagawa, 1958, Takamatsu. 
Foto en Alfred Altherr: Three Japanese Architects/drei Japanische Architekten
Verlag Arthur Niggli, 1968.

Las críticas europeas
En el año 1959, entre el 7 y el 15 de septiembre, se celebró en la ciudad holandesa de Otterlo el que sería último Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, más conocido por su acróstico CIAM. En él Tange presentó su recién finalizada obra de Kagawa, la cual se vio involucrada en una discusión sobre la validez del vocabulario del revivalismo histórico frente al genuino lenguaje moderno de la denominada nueva arquitectura. El “catalizador” de dicho enfrentamiento fue la Torre Velasca en Milán, una obra de 1958 del arquitecto Ernesto Rogers cuyo remate brutalista recibió las críticas de Peter Smithson y Jaap Bakema por sus demasiado evidentes referencias a la tradición italiana.

En el fervor de la discusión, la obra de Tange también se vio involucrada con reproches semejantes por parte de Smithson, quien cuestionó la validez de esas miradas al pasado que no descubrían los verdaderos “principios de la naturaleza humana”. Como vemos, discusiones sobre el sexo de los ángeles que hoy día pierden su interés especialmente si se refieren a obras como esta de Tange, aunque quizás no tanto respecto a la de Rogers. Véase en la fotografía siguiente el característico perfil de la Torre Velasca sobresaliendo por encima de los edificios de Milán.

Ernesto Rogers y BBPR: Torre Velasca, 1958, Milán.
Foto: Wikimedia Commons, encuadre parcial.

De cualquier manera, creo que los años han dado la razón a Tange. Su obra en Takamatsu es, todavía hoy, una de las más valoradas de su carrera y meta de peregrinación de arquitectos de todo el mundo que visitan Japón. Pero veamos cuáles fueron las aportaciones del edificio del arquitecto nipón.

El definitivo reconocimiento
El proyecto de Tange fue muy pronto conocido en todo el mundo gracias a las numerosas publicaciones que se hicieron eco del inesperado resultado obtenido con el hormigón armado. Incluso tuvo algún que otro “hijo de padre conocido" que pretendió emular su planteamiento. Me refiero al edificio que Eller Moser Walter construyó en 1968 en la universidad alemana de Bochum, una obra que se acerca peligrosamente a la copia del original de Tange, aunque no le llega ni a la suela del zapato.

Para justificar esta mi opinión, propongo comparar las dos fotografías siguientes: a la izquierda la obra japonesa y a la derecha, la alemana, construida diez años más tarde cuando la de Tange ya era famosa en todo el mundo

Tange Kenzō: Sede del gobierno de la
prefectura de Kagawa, 1958,
Takamatsu.
Foto: Wikimedia Commons.
Eller Moser Walter: Edificio ND,
Universidad Ruhr de Bochum , 1968.
Foto: Flicke, usuario: Marc Schneppensief.

















Esquema del proyecto
Tange desarrolló su proyecto en dos cuerpos. El de mayor volumen es un bloque casi cuadrado, con ocho pisos destinados a oficinas y una planta baja orientada a un vanguardista jardín también diseñado por el arquitecto japonés. El segundo, con un desarrollo rectangular y alineado con la vía pública, solo tiene un piso y gracias a su planta baja totalmente abierta a modo de porche sirve de acceso al edificio de oficinas y crea una suave transición entre la calle y el jardín interior. El material que domina claramente todo el conjunto es el hormigón de su estructura, dejado visto sin ningún tipo de revestimiento.

Tange Kenzō: Planta baja de la sede del gobierno de la prefectura de Kagawa, 1958, Takamatsu. 
Foto en Alfred Altherr: Three japanese architects/Drei Japanische architekten: Maekawa, Tange, Sakakura. Verlag Arthur Niggli, 1968.

En esa planta baja porticada Tange situó unas escaleras exentas que conducen a los auditorios situados en su piso y unos pocos bancos que permiten disfrutar de la visión del jardín a la sombra. Un curioso elemento que aparece en este espacio es una pantalla de piedra y forma elíptica que oculta, solo parcialmente, una serie de conductos de instalaciones.  

En toda esa zona, a medio camino entre la vía pública, el jardín y la planta baja del bloque de oficinas, el arquitecto japonés empleó un lenguaje muy contundente, con un techo en el que se manifiestan claramente los descuelgues de sus vigas y un pavimento acabado con diferentes texturas.

En la fotografía siguiente se aprecia la mencionada pantalla elíptica de piedra y los conductos de vivos colores, así como el entramado del techo y los cambios de textura del suelo. Al fondo, entre las dos escaleras, se vislumbran unos sencillos bancos cerca del jardín.

Tange Kenzō: Planta libre del bloque menor de la sede del gobierno de la prefectura de Kagawa, 1958, Takamatsu. Foto: Flickr, usuario: Addison Godel.

Los interiores
La fotografía siguiente es de uno de los auditorios situados en el piso del bloque bajo que estoy comentando. Los paneles de las paredes laterales, los inferiores de color verdoso y los superiores de tono gris, son correderos. Los primeros pueden abrirse fácilmente a mano, pero para deslizar los segundos se debe utilizar una escalera, dado que a medidados de los años cincuenta no existían motores para mover postigos como estos. Sin embargo, debo decir que con solo abrir los de la zona inferior ya se obtiene una muy buena iluminación de la sala, dado que sus dos fachadas están orientadas al este y oeste. En el vídeo que incluyo en el siguiente artículo se muestra el funcionamiento de esos elementos. Para verlo doy su enlace al final de esta entrada.

Tange Kenzō: Auditorio en el bloque menor de la sede del gobierno de la prefectura de Kagawa, 1958, Takamatsu. Foto: Flickr, usuario: Jacomejp.

Tange no dudó en utilizar en esta sala el sistema de paneles o puertas correderas de la arquitectura tradicional japonesa que he comentado en un artículo previo. Compárese la fotografía anterior del auditorio de Tange con la siguiente de uno de los pabellones de la villa imperial de Katsura, donde aparecen unas puertas correderas decoradas con un ajedrezado de color blanco y verde.

Por otro lado, en ambos casos se puede apreciar el valor que adquieren las superficies planas, un hecho que produce un efecto próximo al neoplasticismo de Mondrian, pero que está muy presente en la arquitectura clásica en Japón. Ya comenté esa característica en el primer artículo de esta serie, cuando hablé de la vivienda de Tange.

Villa imperial de Katsura, Kioto, siglo XVII. interior del pabellón Shōkintei. Foto: Flickr, usuario: Evan Chakroff.

En la fotografía siguiente del vestíbulo del edificio de oficinas se puede constatar su transparencia y luminosidad. A través de la cristalera del fondo se vislumbra el mencionado porche de acceso y la escalera que conduce a uno de los auditorios. A mano derecha se encuentra el jardín diseñado por Tange, con dos estanques y enormes piedras. Las placas del techo para reducir la reverberación y el panel cerámico son las únicas notas de color de un conjunto en el que el hormigón es el verdadero protagonista, como veremos enseguida.

Tange Kenzō: Sede del gobierno de la prefectura de Kagawa, 1958, Takamatsu. Foto: Wikimedia Commons.

Pero lo que resulta más singular de todo el proyecto, a pesar de lo que decía Peter Smithson, es la imaginativa, simbólica, pero sobre todo magistral forma con que Tange manejó la estructura de hormigón: como un elemento plástico moderno, por su franqueza estructural, y a la vez tradicional, debido a su reinterpretación de métodos constructivos ancestrales.

En mi opinión, no existe en la obra de Tange folclorismo alguno ni historicismo ni añoranza de un pasado que nunca volverá. Es simple y llanamente una de las referencias de la arquitectura de la primera mitad del siglo XX, muy por encima de las ejecutadas por el arquitecto inglés que cuestionó el proyecto de Tange. Ya se sabe que una cosa es la teoría y criticar el trabajo del prójimo y otra muy distinta el aplicarla al propio y superar la obra ajena reprobada.

Pero lo que le ocurría al arquitecto inglés era que solo veía las referencias a los edificios antiguos japoneses en la estructura exterior del proyecto de Tange. Las cabezas de las jácenas le recordaban, y con razón, las ménsulas en los aleros de los edificios en los templos budistas.

Ya comenté en otros artículos la importancia que tenían las vigas en voladizo de los aleros en la arquitectura tradicional japonesa, especialmente en la budista, y también la costumbre de pintar de blanco sus testas para remarcar aún más su presencia, como se constata en la fotografía siguiente.

Nigatsu-dō, Tōdai-ji, s. XVII, Nara. Foto: J. Vives.

Pues bien, Tange no tuvo necesidad de hacer eso, pues esa labor la realiza la luz del Sol cuando, gracias al balcón que rodea los pisos, se crea una profunda sombra en todas las plantas, a la vez que se puntúa sus elegantes testas dejando clara su función portante. Eso se constata perfectamente en la siguiente fotografía.

Tange Kenzō: Sede del gobierno de la prefectura de Kagawa,
1958, Takamatsu. Foto: J. Vives.
Más allá de la apariencia
Pero lo que Tange había aprendido de las tradiciones constructivas de su país iba mucho más allá de la simple interpretación que hacía Smithson. Tange mostraba en su obra el mismo aprecio por los materiales sin revestir y sin enmascarar que siempre existió en la arquitectura tradicional japonesa. Ya sabemos que la sencillez y naturalidad son dos de los rasgos recurrentes en el arte clásico de Japón. En este caso, en vez de madera sin pintar, Tange utilizó el material moderno por antonomasia, el hormigón armado, y lo hizo sin enmascarar ni ocultar su apariencia gris, un color neutro como el de la madera.

Pero el arquitecto japonés también echó mano de las posibilidades que nacen del movimiento de las personas; es decir, de las variaciones sensoriales que se van generando cuando nos desplazamos a través de los espacios creados con la buena arquitectura. Una experiencia que puede vivirse, por ejemplo, en la villa imperial de Katsura en Kioto, paradigma del arte japonés de todos los tiempos que Tange siempre estudió profundamente.

Eso es lo que puede percibirse en la obra de Tange cuando accedemos desde la vía pública a la luminosa planta baja del edificio de oficinas a través del umbrío porche. La transición entre esos tres ambientes se remarca de varias maneras. En primer lugar, la gradación lumínica varía desde la lógica claridad de la calle a la penumbra de la todavía exterior zona porticada, para acabar en el amplio vestíbulo de nuevo muy luminoso. En segundo lugar, las tres etapas de ese recorrido se corresponden con sendos espacios de pavimentos cuya textura los diferencia de forma clara visual e incluso táctilmente.

Algo parecido ocurre al ascender por las escaleras situadas en el soportal mencionado. Tras subir por sus no muy anchos escalones y atravesar una antesala, nada más entrar en el auditorio por su parte trasera, el espacio parece expanderse súbitamente al descubrir su amplio interior con paneles correderos de colores que recuerdan los de Katsura.

Tange Kenzō: la zona porticada entre la calle y el jardín. Foto: Flickr, usuario: Jacomejp.

Ese recorrido desde la vía pública hasta el interior del auditorio de Tange se muestra en el vídeo mencionado que incluyo en mi otro artículo publicado hoy y del que al final de esta entrada doy su enlace.

Edificio y jardín
Tange utilizó la ancestral tradición japonesa de integrar exterior e interior cuando proyectó un esquemático pero rotundo jardín en el espacio definido por los dos bloques. Con su diseño creó una superficie de agua que prácticamente rodeaba un espacio de rugoso pavimento de cantos rodados perfilado por un parterre y unos discretos montículos de césped. En todas esas superficies de agua, hierba y guijarros distribuyó enormes rocas.

Lo novedoso de su concepción se encontraba en la decisión de situar a lo largo de la fachada del vestíbulo del bloque de oficinas un estanque de forma rectangular, algo insólito en Japón, que se transformaba en un estrecho canal que perfilaba la zona porticada y conducía a otro estanque esta vez de orillas onduladas, como marcan los cánones clásicos. Véase la ilustración de la planta del conjunto que aparece al principio de este artículo.

Tange Kenzō: Sede del gobierno de la prefecctura de Kagawa, 1958, Takamatsu. Foto: Flickr, usuario: Wdbear.

El otro planteamiento innovador fue la utilización en su jardín de piedras de formas “no naturales”, es decir, que se habían manipulado. Las afiladas aristas de las situadas en el estanque regular rompían decididamente con toda la ancestral tradición japonesa, del mismo modo que el situar dos de ellas apoyando una sobre otra de manera insólita. Esa concepción vanguardista del jardín fue otro de los valores de la obra de Tange que no supo descubrir Smithson.

En la fotografía anterior se aprecia parte del esa especie de patio o plaza ajardinada tal como se encuentra hoy. En 1958, un muro de hormigón la cerraba por el lado izquierdo. Con la construcción de los dos nuevos bloques que amplían el edificio inicial, el jardín también se ha modificado. Esa variación puede constatarse si se comparan las dos primeras fotos que he insertado en este artículo, una de recién inaugurado el edificio y otra de la primera década del siglo XXI.

Con esto finalizo esta entrega consagrada al edificio para la sede del gobierno de la prefectura de Kagawa en la ciudad de Takamatsu, pero como complemento propongo al lector que vea el vídeo que incluyo en el siguiente artículo. Para verlo clíquese aquí.

La serie sobre el maestro japonés continuará la próxima semana con más edificios interesantes.

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