La arquitectura
moderna japonesa: Tange Kenzō, la primera obra maestra
Tras el artículo de la semana pasada
sobre los inicios de la carrera de Tange Kenzō en los años cincuenta,
hoy toca hablar de la que, en mi opinión, es su primera gran obra maestra: el
edificio para la sede del gobierno de la
prefectura de Kagawa.
La sede del gobierno de la prefectura de
Kagawa, 1958
En el año 1955 Tange
comienza a trabajar en un proyecto para la sede gubernamental de la prefectura
de Kagawa a construir en la ciudad de Takamatsu. Cuando en 1958 se inaugura el edificio, no
tarda en ser reconocido internacionalmente como un hito en su carrera,
aunque con ciertas reticencias por parte de algún colega. Me explicaré.
Tange Kenzō: Sede del gobierno de la prefectura de Kagawa, 1958, Takamatsu. Foto en Alfred Altherr: Three Japanese Architects/drei Japanische Architekten. Verlag Arthur Niggli, 1968. |
Las críticas europeas
En el año 1959, entre
el 7 y el 15 de septiembre, se celebró en la ciudad holandesa de Otterlo el que
sería último Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, más conocido por
su acróstico CIAM. En él Tange presentó su recién finalizada obra de Kagawa, la cual se vio involucrada en una discusión sobre la validez del vocabulario del
revivalismo histórico frente al genuino lenguaje moderno de la denominada nueva
arquitectura. El “catalizador” de dicho enfrentamiento fue la Torre Velasca en
Milán, una obra de 1958 del arquitecto Ernesto Rogers cuyo remate brutalista
recibió las críticas de Peter Smithson y Jaap Bakema por sus demasiado
evidentes referencias a la tradición italiana.
En el fervor de la
discusión, la obra de Tange también se vio involucrada con reproches semejantes por
parte de Smithson, quien cuestionó la validez de esas miradas al pasado que no
descubrían los verdaderos “principios de la naturaleza humana”. Como vemos,
discusiones sobre el sexo de los ángeles que hoy día pierden su interés especialmente
si se refieren a obras como esta de Tange, aunque quizás no tanto respecto a la
de Rogers. Véase en la fotografía siguiente el característico perfil de la
Torre Velasca sobresaliendo por encima de los edificios de Milán.
Ernesto Rogers y BBPR: Torre Velasca, 1958, Milán.
Foto: Wikimedia Commons, encuadre parcial. |
De cualquier manera,
creo que los años han dado la razón a Tange. Su obra en Takamatsu es, todavía hoy, una de las
más valoradas de su carrera y meta de peregrinación de arquitectos de todo el
mundo que visitan Japón. Pero veamos cuáles fueron las aportaciones del edificio
del arquitecto nipón.
El definitivo reconocimiento
El proyecto de Tange fue muy pronto conocido en todo el mundo gracias a las numerosas
publicaciones que se hicieron eco del inesperado resultado obtenido con el
hormigón armado. Incluso tuvo algún que otro “hijo de padre conocido" que
pretendió emular su planteamiento. Me refiero al edificio que Eller Moser Walter construyó en 1968 en la
universidad alemana de Bochum, una obra que se acerca peligrosamente a la copia del original de Tange, aunque no le llega ni a la suela del zapato.
Para justificar esta
mi opinión, propongo comparar las dos fotografías siguientes: a la izquierda la
obra japonesa y a la derecha, la alemana, construida diez años más tarde cuando la de Tange ya era famosa en todo el mundo
Tange
Kenzō: Sede del gobierno de la prefectura de Kagawa, 1958, Takamatsu. Foto: Wikimedia Commons. |
Eller
Moser Walter: Edificio ND, Universidad Ruhr de Bochum , 1968. Foto: Flicke, usuario: Marc Schneppensief. |
Esquema del proyecto
Tange desarrolló su
proyecto en dos cuerpos. El de mayor volumen es un bloque casi cuadrado, con ocho pisos
destinados a oficinas y una planta baja orientada a un
vanguardista jardín también diseñado por el arquitecto japonés. El segundo, con un desarrollo rectangular y alineado con la vía pública, solo tiene un piso y gracias a su planta baja
totalmente abierta a modo de porche sirve de acceso al edificio de oficinas y crea una suave transición entre la calle y el jardín interior. El
material que domina claramente todo el conjunto es el hormigón de su
estructura, dejado visto sin ningún tipo de revestimiento.
En esa planta baja
porticada Tange situó unas escaleras exentas que conducen a los auditorios
situados en su piso y unos pocos bancos que permiten disfrutar de la visión del
jardín a la sombra. Un curioso elemento que aparece en este espacio es una
pantalla de piedra y forma elíptica que oculta, solo parcialmente, una serie de
conductos de instalaciones.
En toda esa zona, a
medio camino entre la vía pública, el jardín y la planta baja del bloque de
oficinas, el arquitecto japonés empleó un lenguaje muy contundente, con un
techo en el que se manifiestan claramente los descuelgues de sus vigas y un
pavimento acabado con diferentes texturas.
En la fotografía
siguiente se aprecia la mencionada pantalla elíptica de piedra y los conductos
de vivos colores, así como el entramado del techo y los cambios de textura del suelo.
Al fondo, entre las dos escaleras, se vislumbran unos sencillos bancos cerca
del jardín.
Tange Kenzō: Planta libre del bloque menor de la sede del gobierno de la prefectura de Kagawa, 1958, Takamatsu. Foto: Flickr, usuario: Addison Godel. |
Los interiores
La fotografía siguiente es de uno de los auditorios situados en el piso
del bloque bajo que estoy comentando. Los paneles de las paredes laterales, los
inferiores de color verdoso y los superiores de tono gris, son correderos. Los
primeros pueden abrirse fácilmente a mano, pero para deslizar los segundos se
debe utilizar una escalera, dado que a medidados de los años cincuenta no
existían motores para mover postigos como estos. Sin embargo, debo decir que con
solo abrir los de la zona inferior ya se obtiene una muy buena iluminación de la
sala, dado que sus dos fachadas están orientadas al este y oeste. En el vídeo
que incluyo en el siguiente artículo se muestra el funcionamiento de esos elementos. Para verlo doy su enlace al final de esta entrada.
Tange Kenzō: Auditorio en el bloque menor de la sede del gobierno de la prefectura de Kagawa, 1958, Takamatsu. Foto: Flickr, usuario: Jacomejp. |
Tange no dudó en utilizar en esta sala el sistema de paneles o puertas correderas de la arquitectura tradicional japonesa que he comentado en un artículo previo. Compárese la fotografía anterior del auditorio de Tange con la siguiente de uno de los pabellones de la villa imperial de Katsura, donde aparecen unas puertas correderas decoradas con un ajedrezado de color blanco y verde.
Por otro lado, en ambos casos se puede apreciar el valor que adquieren las superficies planas, un hecho que produce un efecto próximo al neoplasticismo de Mondrian, pero que está muy presente en la arquitectura clásica en Japón. Ya comenté esa característica en el primer artículo de esta serie, cuando hablé de la vivienda de Tange.
Villa imperial de Katsura, Kioto, siglo XVII. interior del pabellón Shōkintei. Foto: Flickr, usuario: Evan Chakroff. |
En la fotografía siguiente del vestíbulo del edificio de oficinas se puede constatar su transparencia y luminosidad. A través de la cristalera del fondo se vislumbra el mencionado porche de acceso y la escalera que conduce a uno de los auditorios. A mano derecha se encuentra el jardín diseñado por Tange, con dos estanques y enormes piedras. Las placas del techo para reducir la reverberación y el panel cerámico son las únicas notas de color de un conjunto en el que el hormigón es el verdadero protagonista, como veremos enseguida.
Tange Kenzō: Sede del gobierno de la prefectura de Kagawa, 1958, Takamatsu. Foto: Wikimedia Commons. |
Pero lo que resulta más singular de todo el proyecto, a pesar de lo que decía Peter Smithson, es la imaginativa, simbólica, pero sobre todo magistral forma con que Tange manejó la estructura de hormigón: como un elemento plástico moderno, por su franqueza estructural, y a la vez tradicional, debido a su reinterpretación de métodos constructivos ancestrales.
En mi opinión, no existe en la obra de Tange folclorismo
alguno ni historicismo ni añoranza de un pasado que nunca volverá. Es simple y
llanamente una de las referencias de la arquitectura de la primera mitad del siglo
XX, muy por encima de las ejecutadas por el arquitecto inglés que cuestionó el
proyecto de Tange. Ya se sabe que una cosa es la teoría y criticar el trabajo
del prójimo y otra muy distinta el aplicarla al propio y superar la obra
ajena reprobada.
Pero lo que le ocurría al arquitecto inglés era que solo
veía las referencias a los edificios antiguos japoneses en la estructura
exterior del proyecto de Tange. Las cabezas de las jácenas le recordaban, y con
razón, las ménsulas en los aleros de los edificios en los templos budistas.
Ya comenté en otros artículos la importancia que tenían las
vigas en voladizo de los aleros en la arquitectura tradicional japonesa, especialmente en la budista, y
también la costumbre de pintar de blanco sus testas para remarcar aún más su presencia, como se constata en la fotografía siguiente.
Pues bien, Tange no
tuvo necesidad de hacer eso, pues esa labor la realiza la luz del Sol cuando, gracias al balcón que rodea los pisos, se crea una profunda sombra en todas las
plantas, a la vez que se puntúa sus elegantes
testas dejando clara su función portante. Eso se constata perfectamente en la
siguiente fotografía.
Nigatsu-dō, Tōdai-ji, s. XVII, Nara. Foto: J. Vives. |
Tange
Kenzō: Sede del gobierno de la prefectura de Kagawa, 1958, Takamatsu. Foto: J. Vives. |
Pero lo que Tange había aprendido de las tradiciones constructivas
de su país iba mucho más allá de la simple interpretación que hacía Smithson.
Tange mostraba en su obra el mismo aprecio por los materiales sin revestir y
sin enmascarar que siempre existió en la arquitectura
tradicional japonesa. Ya sabemos que la sencillez y naturalidad son dos de los
rasgos recurrentes en el arte clásico de Japón. En este caso, en vez de madera sin
pintar, Tange utilizó el material
moderno por antonomasia, el hormigón armado, y lo hizo sin enmascarar ni
ocultar su apariencia gris, un color neutro como el de la madera.
Pero el arquitecto japonés también echó mano de las
posibilidades que nacen del movimiento de las
personas; es decir, de las variaciones sensoriales que se van generando cuando nos desplazamos a través de los espacios creados con la buena arquitectura.
Una experiencia que puede vivirse, por ejemplo, en la villa imperial de Katsura en Kioto, paradigma del arte japonés de todos los tiempos que Tange siempre estudió profundamente.
Eso es lo que puede percibirse en la obra de Tange cuando accedemos
desde la vía pública a la luminosa planta baja del edificio de oficinas a
través del umbrío porche. La transición entre esos tres ambientes se remarca de
varias maneras. En primer lugar, la gradación lumínica varía desde la lógica claridad
de la calle a la penumbra de la todavía exterior zona porticada, para acabar en
el amplio vestíbulo de nuevo muy luminoso. En segundo lugar, las tres etapas
de ese recorrido se corresponden con sendos espacios de pavimentos cuya textura los diferencia de forma clara visual e incluso táctilmente.
Algo parecido ocurre al ascender por las escaleras situadas
en el soportal mencionado. Tras subir por sus no muy anchos escalones y atravesar
una antesala, nada más entrar en el auditorio por su parte trasera, el espacio parece expanderse súbitamente al descubrir su amplio interior con paneles correderos de colores que
recuerdan los de Katsura.
Tange Kenzō: la zona porticada entre la calle y el jardín. Foto: Flickr, usuario: Jacomejp. |
Ese recorrido desde la vía pública hasta el interior del auditorio de Tange se muestra en el vídeo mencionado que incluyo en mi otro artículo publicado hoy y del que al final de esta entrada doy su enlace.
Edificio y jardín
Tange utilizó la ancestral tradición
japonesa de integrar exterior e interior cuando proyectó un esquemático pero
rotundo jardín en el espacio definido por los dos bloques. Con su diseño creó
una superficie de agua que prácticamente rodeaba un espacio de rugoso pavimento
de cantos rodados perfilado por un parterre y unos discretos montículos de
césped. En todas esas superficies de agua, hierba y guijarros distribuyó enormes rocas.
Lo novedoso de su concepción se encontraba en la decisión de
situar a lo largo de la fachada del vestíbulo del bloque de oficinas un
estanque de forma rectangular, algo insólito en Japón, que se transformaba en
un estrecho canal que perfilaba la zona porticada y conducía a otro estanque esta vez de orillas onduladas,
como marcan los cánones clásicos. Véase la ilustración de la planta del
conjunto que aparece al principio de este artículo.
Tange Kenzō: Sede del gobierno de la prefecctura de Kagawa, 1958, Takamatsu. Foto: Flickr, usuario: Wdbear. |
El otro planteamiento innovador fue la utilización en su jardín de piedras de formas “no naturales”, es decir, que se habían manipulado. Las afiladas aristas de las situadas en el estanque regular rompían decididamente con toda la ancestral tradición japonesa, del mismo modo que el situar dos de ellas apoyando una sobre otra de manera insólita. Esa concepción vanguardista del jardín fue otro de los valores de la obra de Tange que no supo descubrir Smithson.
En la fotografía anterior se aprecia parte del esa especie de patio o plaza ajardinada tal como se encuentra hoy. En 1958, un muro de hormigón la cerraba por el lado izquierdo. Con la construcción de los dos nuevos bloques que amplían el edificio inicial, el jardín también se ha modificado. Esa variación puede constatarse si se comparan las dos primeras fotos que he insertado en este artículo, una de recién inaugurado el edificio y otra de la primera década del siglo XXI.
Con esto finalizo esta
entrega consagrada al edificio para la sede del gobierno de la prefectura de
Kagawa en la ciudad de Takamatsu, pero como complemento propongo al lector que
vea el vídeo que incluyo en el siguiente artículo. Para verlo clíquese aquí.
La serie sobre el maestro
japonés continuará la próxima semana con más
edificios interesantes.
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