La pintura japonesa de estilo occidental en
el periodo Taishō, Yorozu Tetsugorō
En el artículo anterior hablé de Kishida Ryūsei y hoy lo haré de Yorozu Tetsugorō, un artista cuyo periplo vital cubrió casi
exactamente el periodo Taishō y coincidió casi completamente con el de
Kishida. Con solo dos años de diferencia, ambos fueron víctimas de una prematura muerte por culpa de la misma
enfermedad.
Yorozu
Tetsugorō (1885-1927)
Yorozu Tetsugorō se graduó en la Escuela de Bellas
Artes de Tokio en 1912 con un óleo titulado Belleza
desnuda que se reproduce en la ilustración siguiente. La obra despertó un
gran interés desde el primer momento y se convirtió en un verdadero hito en el
panorama artístico japonés.
Yorozu
Tetsugorō: La belleza desnuda, 1912, óleo sobre tela, 162x97 cm. Museo de Arte Moderno de Tokio. Foto Wikimedia Commons. |
Aunque en esa tela, verdadero pistoletazo de salida
de su corta pero brillante carrera, todavía se podían encontrar rasgos
impresionistas, ya se apreciaba en ella un toque fauvista que rompía con el
estilo de Kuroda Seiki, comentado hace unas
semanas y que por esos años ya se había aceptado oficialmente en Japón.
Yorozu
no dejó nunca de experimentar con los movimientos europeos más vanguardistas de la
época, ya fueran el cubismo, el futurismo o la abstracción. Su Autorretrato con ojos rojos, que se muestra en la siguiente ilustración, es una perfecta muestra de su época
fauvista y el primero de una intrigante serie de autorretratos en los que
siempre aparece con mirada perdida en entornos irreales pero subyugantes.
Yorozu
Tetsugorō: Autorretrato con ojos rojos, 1912,
óleo sobre tela, 60x45 cm.
Museo Nacional de Arte Moderno de Tokio. Foto: Wikimedia
Commons.
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En otros casos, como el de la reproducción siguiente,
incorpora unas enigmáticas nubes semejantes a la que aparecía en su Belleza desnuda.
Yorozu
Tetsugorō: Autorretrato con nubes, 1912, óleo sobre
tela, 59x49 cm.
Museo
Ōhara de Kurashiki. Foto: Wikimedia Commons.
|
Yorozu fue un inquieto artista que no solo estaba al
día de las últimas tendencias europeas, sino que no dudaba en experimentar
constantemente con ellas. Lo meritorio de su caso es que todas sus
investigaciones y estudios los hizo a través de publicaciones y libros, sin
haber viajado nunca a Europa. Su producción está tachonada de jalones
históricos: fue él quien realizó el primer cuadro fauvista japonés, el primero
cubista y el primero abstracto, algo realmente difícil de encontrar en la
historia del arte moderno de cualquier país.
En la ilustración siguiente se reproduce esa obra no
figurativa que Yorozu ejecutó entre 1912 y 1913. Si tenemos en cuenta que las primeras pinturas cien por cien abstractas las realizaron en 1911 el
ruso Kandinski (1866-1944) y el checo Kupka (1871-1957), debe reconocerse el
mérito de Yorozu. Recién comenzado el periodo Taishō, los artistas japoneses ya
no estaban muy atrasados respecto a los movimientos vanguardistas europeos.
Yorozu
Tetsugorō: Sin título, 1913, óleo
sobre tela, 24x35 cm.
Museo de la Prefectura de Iwate, Morioka. Foto: Wikimedia Commons. |
Esa obra abstracta de Yorozu se titulaba Mu dai, es decir, Sin título, algo muy adecuado para un cuadro abstracto. En él y
rompiendo con la tradición pictórica japonesa, Yorozu manipulaba sutilmente la
superficie de óleo para crear una especie de vibrantes oleadas de color, por
una vez no confinadas entre líneas.
El óleo que se muestra en la reproducción siguiente es
otro ejercicio pionero del pintor japonés. En este caso se trata de un sugerente
juego cubista que cuando se expuso por primera vez en 1917 levantó
enfervorizadas críticas.
Yorozu
Tetsugorō: Mujer reclinada, 1917, óleo sobre tela, 162x112 cm. Museo Nacional de Arte Moderno de Tokio. Foto Wikimedia Commons. |
La
importancia de la obra de Yorozu no radica tanto en la forja de un estilo
propio, como en la constante y atrevida experimentación con técnicas y estilos.
Desde el primer momento, cuando
todavía era estudiante, el artista japonés reconoció la influencia que ejercieron en sus planteamientos las obras
de Van Gogh y Matisse, algo que en el Japón de 1912 resultaba
realmente innovador.
En el artículo siguiente seguiré hablando de la pintura del periodo Taishō.
Eso será dentro de catorce días.
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