A lo largo de los seis artículos
anteriores he hablado del trío de directores más importantes de la primera
etapa del teatro underground japonés
nacido en los años sesenta del siglo pasado. Empecé comentando la obra de Terayama Shūji, luego la de Suzuki Tadashi y hace un mes la de Kara Jūrō.
Hoy voy a presentar a un cuarto, Ōta Shōgo, llegado un poco más tarde a la
escena japonesa, pero que a partir de principios del nuevo milenio ha visto su
obra representada en el extranjero innumerables veces.
Ōta Shōgo (1939-2007)
Ōta Shōgo. Foto de fuente desconocida.
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Ōta Shōgo nació en China, donde vivió hasta el final de la
Segunda Guerra Mundial. Su etapa de universitario en Tokio coincidió con el turbulento
cambio de década de los cincuenta a los sesenta. Fue entonces cuando participó
activamente en las protestas estudiantiles y en los movimientos iniciales del
teatro underground. Sus primeras
experiencias profesionales, entre 1962 y 1968, no le resultaron especialmente
gratificantes, por lo que ese mismo año fundó junto con Hodoshima Takeo (1906-1983),
el Tenkei Gekijō o Teatro de la Transformación, del que se convirtió en director en 1970. Tras la disolución de su compañía en
1988, Ōta trabajó como promotor independiente de teatro, gestor artístico de
instituciones públicas y profesor universitario. En 1990 fue nombrado director del Centro Cívico de Shōnandai en Fujisawa,
prefectura de Kanagawa, cargo que ostentó durante una década.
El Teatro de la
Transformación o Tenkei Gekijō
Al igual que otros directores de compañías teatrales de la
época, Ōta Shōgo fue también el motor de su troupe, el Teatro de la
Transformación. Para ella escribía sus obras, dirigía sus montajes e incluso
actuaba. Entre 1970 y 1988, cuando se disolvió su grupo por problemas
económicos, Ōta llegó a montar con sus actores veintiuna piezas. Durante esos años,
presentó sus producciones en Europa, América, Australia y Corea.
En muchas de las obras de Ōta se muestran las privaciones de
la vida y la constante presencia de la muerte. En sus montajes, el ser humano
aparece perdido en un desolador paisaje que intenta atravesar portando sus
depauperados y escasos enseres. Ese es el ambiente de su trilogía formada por La estación del agua (Mizu no eki) (1981), La estación de la tierra (Chi no eki) (1985) y La estación del viento (Kaze no eki) (1986). De las tres hablaré
en el próximo artículo.
Ōta Shōgo mostró siempre un gran interés por el mundo del
teatro nō. Eso le llevó, en 1977, a
representar en un escenario clásico de nō
de Tokio su obra Las memorias de Komachi
contadas por el viento o más brevemente La
historia de Komachi (Komachi fū-den,
a veces transcrita como Komachi kaze-den).
Su montaje original duró dos horas y media, de las cuales más de una y media se
desarrollaban sin que se emitiera palabra alguna. Su producción se estrenó en
Londres y Estocolmo en 1981 y en París en 1987.
A continuación ofrezco una breve sinopsis de La historia (o leyenda) de Komachi e inserto
fotografías de un montaje moderno realizado en el Medium Hall del Centro
Cultural de la ciudad de Busan, Corea del Sur, por la compañía Engidan
Koripe para el Busan International Performing Arts Festival del año 2012. Esa
misma troupe presentó su montaje en el Komaba Agora Theater de Tokio en 2013.
Todas las fotografías proceden de la web de
dicho festival.
La historia de Komachi
se basa en la obra de teatro nō titulada
Sotoba Komachi. La pieza comienza con
la lentísima entrada en escena de una anciana. Lo hace a través de la
característica pasarela de todo escenario de teatro nō. Porta una larga cabellera y va ataviada con un kimono cuyos bajos arrastra al
caminar. Su atuendo indica que se trata de una legendaria dama del periodo
Heian, llamada Komachi. Se desplaza de manera irreal, parece encontrarse en una
nebulosa, en otro mundo. Suena una música de Vivaldi mientras unos personajes
acarrean varios muebles que sitúan en el centro de la escena.
El espacio antes vacío se convierte en una habitación
convencional. Finalmente, ya han pasado varios minutos, la mujer llega
al centro del escenario, se despierta pausadamente. Se lava la cara, calienta
agua y prepara unos fideos para desayunar. Se escucha el sonido de la brisa y
en el gramófono suena La vie en rose
cantada por Edith Piaff. La música despierta en ella recuerdos de su juventud y
sus amores con un apuesto capitán.
La leyenda de Komachi de
Ōta Shōgo producida por la compañía Engidan Koripe y dirigida por
Lee Youn-Taek, Busan, Corea del Sur, 2012. Foto de la web mencionada. |
Se oye otra canción de la Piaff, Sombre dimanche, y en ese momento aparece en escena un personaje con uniforme militar. El oficial es Fukakusa, un general que en la obra de teatro nō, en la que se basa el montaje de Ōta, visitaba cada noche a Komachi. Su presencia le hace salir de su ensimismamiento.
La anciana se encuentra sola, sin amigos, sin dinero para
pagar el alquiler. Por eso el propietario de su vivienda la visita cada día
para ver cuando fallece. En sus visitas diarias no para de hablar con ella y preguntarle,
pero la anciana nunca le responde. A pesar de su situación, Ōta logra con su
singular humor que el ambiente no sea melodramático. Aparecen en escena una
familia de actores ambulantes. La mujer tiene un sueño, se imagina que disfruta
de un encuentro amoroso con el más joven de ellos.
La leyenda de Komachi de
Ōta Shōgo producida por la compañía Engidan Koripe y dirigida por
Lee Youn-Taek, Busan, Corea del Sur, 2012. Foto de la web mencionada. |
De nuevo su sueño es interrumpido por el propietario que
esta vez llega con un médico y una enfermera. Se inicia un extraño diálogo
entre ellos sobre por qué la mujer tarda tanto en morir y si está a punto de
hacerlo. En el gramófono se escucha una canción folclórica americana y el
doctor y la enfermera comienzan a bailar.
La leyenda de Komachi de
Ōta Shōgo producida por la compañía Engidan Koripe y dirigida por
Lee Youn-Taek, Busan, Corea del Sur, 2012. Foto de la web mencionada. |
En ese momento empieza a soplar un fuerte viento. Los
ayudantes de escena retiran los muebles. Desaparece la habitación. La anciana, de
nuevo, se queda sola. Se desploma.
La leyenda de Komachi de
Ōta Shōgo producida por la compañía Engidan Koripe y dirigida por
Lee Youn-Taek, Busan, Corea del Sur, 2012. Foto de la web mencionada. |
La leyenda de Komachi
de Ōta abrió un nuevo camino para el teatro contemporáneo japonés, aunque no
muy transitado después por otros. Su pieza no es cautiva del diálogo, ni de la
danza, ni es fusión de nada. Su obra es a la vez sensible, humorística y
crítica. Con ella, Ōta demostró que el característico y simbólico espacio
escénico del teatro nō puede ser
también muy adecuado para obras contemporáneas.
De nuevo prefiero no hacer demasiado largo este artículo y
dejar para el siguiente el comentar otras obras de Ōta. Además de ofrecer sus
sinopsis y adjuntar fotografías de sus montajes, incluiré un vídeo de una de
ellas. Eso será dentro de quince días.
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