martes, 15 de agosto de 2023

La danza butō, 23

Ōno Kazuo, 4

“Escuchad la música con vuestro corazón y alma.” Ōno Kazuo

Hace dos semanas nos despedimos con la intención de que hoy presentaría la obra más representativa de Ōno Kazuo, la titulada Admirando a la Argentina.

Aquella extraña sensación que Ōno experimenta en 1976 ante el cuadro abstracto de Nakanishi es la responsable de su retorno al escenario. (Comenté ese momento en esta entrada y también hablé de su primer y único encuentro con la danza española en este otro artículo). Un año más tarde, en noviembre de 1977, con 71 años y bajo la atenta dirección de Hijikata, estrena en el Dai-ichi Seimei Hall de Tokio Admirando a La Argentina, un sentido homenaje a la bailarina española. Antonia Mercé había fallecido cuarenta años antes y habían transcurrido casi cincuenta desde que Ōno la vio por primera y última vez en 1929. Sin embargo, la huella que dejó en el japonés se convirtió en una semilla que germinó durante más de veinte años en los cientos de representaciones que ofreció de esa obra por todo el planeta. 

Ōno (izquierda) y Hijikata en un ensayo de Admirando a La Argentina
estrenada en el Dai-ichi Seimei de Tokio el 1 de noviembre de 1977.
Foto de Ikegami Naoya en Odette Aslan y Béatrice Picon-Vallin (eds.):
Butō(s). París: CNRS Editions, 2002.

Tras aquella inspiradora sensación frente al cuadro de Nakanishi, Ōno pidió a Hijikata y a su hijo que lo ayudaran en la concepción de la estructura general y del vocabulario adecuado a cada escena de lo que sería Admirando a La Argentina. Sin embargo, la ejecución la decidiría él mismo improvisando determinados momentos o movimientos. Aunque la coreografía de la obra en el estreno la creó y dirigió Hijikata, con los años, el solo de Ōno se convirtió en el mejor reflejo de su concepción de la danza. Sus reiteradas representaciones fueron mucho más allá de lo previsto por sus autores.

A pesar de tratar un tema que geográfica y culturalmente se encuentra en las antípodas el universo japonés, la interpretación de Ōno es uno de los ejemplos más incuestionables de una visión sensible y emotiva de lo que une a todos los seres que pueblan este planeta.

Ōno Kazuo en una función de Admirando a La Argentina
en el Joyce Theater de Nueva York, noviembre de 1985.
Foto: Jack Vartoogian, vía Getty Images.

La concepción del mundo de Ōno era genuinamente japonesa y se plasmaba formalmente de manera también cien por cien nipona. En este sentido, nunca sintió la necesidad de crear sus obras para satisfacer el gusto euroamericano.

Pero entremos ya en materia y veamos mínimamente la estructura de esta obra fundamental en la historia del butō y cuyo personaje encarnará Ōno de forma recurrente centenares de veces en todos los escenarios del planeta. Será una forma de explicarnos su visión de la vida.

Hijikata ajustando el tocado a Ōno antes de salir a escena
para Admirando a La Argentina, 1977. Foto Tsukamoto Hiroaki.

Admirando a La Argentina (Ra Aruhenchiina shō), 1977

Antes de que los espectadores entren en la sala, Ōno se dirige al patio de butacas para sentarse en una de ellas. Está ataviado como una anciana que no es más que la reaparición del personaje de la Divina que estrenó en 1960. Lleva un vestido largo oscuro y un tocado con una flor roja. Su cara es blanca con un toque de color en los labios.

Cuando el público comienza a acceder a la sala, el intemporal personaje quizás cambie de butaca si es necesario porque la deba ocupar alguna persona. Se mueve lentamente y en silencio.  Muchos de los asistentes se sorprenden al encontrarlo en su espacio. Una vez todos los espectadores están en su sitio, la Divina recorre el pasillo para dirigirse al escenario. En ese momento empieza la representación propiamente dicha.

Ōno Kazuo en Admirando a la Argentina en el Dai-ichi Seimei hall,
noviembre de 1977. Foto: Hosoe Eikō en Dance Archive Network.

A lo largo de los noventa minutos que dura la obra solo interviene Ōno. Debido a su estructura no siempre se ha representado completa, pues tanto su desarrollo como el personaje que encarna permiten, si se considera necesario, ofrecer únicamente algunas de sus secciones. La coreografía completa consta de seis escenas que se agrupan en dos partes o actos, denominados Divinariane y La Argentina, que pueden representarse independientemente.

El primer acto, el más extenso, constaría de cuatro escenas: Muerte y resurrección; El pan de cada día; El matrimonio del cielo y la tierra, y Tango: flor, pájaro y quejas de bandoneón. El segundo lo integrarían Memorias de La Argentina y Epílogo con gratitud. Algunos especialistas consideran que la obra se dividía en dos partes de tres escenas cada una.

En la primera escena, titulada Muerte y resurrección, se retrata la muerte de una vieja dama inspirada en el personaje de la Divina de la obra Nuestra señora de las flores de Genet. Cuando Ōno se retira del patio de butacas para dirigirse al escenario, se escucha música de órgano de Johann Sebastian Bach, la Toccata en re menor

Desde su creación en 1959, la Divina se convirtió en un arquetipo recurrente en las actuaciones de Ōno hasta la última de 1996 cuando, con noventa años, bailó unos extractos de Divinariare, otro nombre por el que se conoce al personaje.

Me he tomado la licencia de insertar un videoclip de solo un minuto del conocido inicio de esa obra musical del compositor alemán que se escucha al comienzo de la obra. En él veremos a la organista rusa Liudmila Matsyura en el órgano de la Catedral de Alcalá de Henares desplazarse de un teclado a otro y mover los pies por el pedalero de las notas más graves; todo un espectáculo en sí mismo que el público generalmente no puede ver en los conciertos. Quien desee escuchar la interpretación completa de esta obra, unos diez minutos, no tiene más que clicar en este enlace.


Pero volvamos a la obra que nos ocupa. Lentamente, como ensimismado, Ōno mueve los brazos y las manos. A pesar de la grandilocuencia de la música de órgano, sus gestos no lo son. No intenta imitar los movimientos de la joven bailaora; no ha lugar, tiene 71 años. Sube las escaleras del escenario. Su imagen es frágil. Se desplaza como una nube. Cuando se mueve o se agacha parece una hoja de arce  a punto de caer al suelo. Sus apenas perceptibles movimientos presagian la muerte. Finalmente, fallece en escena.

Ōno Kazuo en el estreno de Admirando a La Argentina,
1977. Sección inicial, “muerte”, de la escena Muerte
y resurrección de la Divina. Foto: Tsukamoto Hiroaki
en Dance Archive Network.

Inserto a continuación un vídeo que se encuentra en el canal O Núcleo Experimental de Butō de YouTube que conocimos en el anterior artículo. Se trata del inicio de la obra con la música de órgano de Bach. La grabación es de una representación que Ōno dio en el centro cultural SESC Pinheiros de São Paulo, Brasil, en 1997. Tenía 91 años. En cierto momento de la grabación (3 min 25 s.), se ve la expresión de un joven del público mirando a la Divina claramente emocionado. El clip dura algo más de ocho minutos y vale la pena verlo tranquilamente. El final, obviamente cortado, de la blanca cara de Ōno con una rosa roja es un momento para no olvidar.


La conclusión de esa primera escena, “resurrección”, comienza después de oscurecerse el escenario. Ōno ha cambiado su vestido oscuro por uno blanco y porta una gran flor de papel en su cabeza. En versiones posteriores, el atuendo es un magnífico traje largo negro y blanco, como el visto en el vídeo anterior, Tras su muerte acaecida en la sección previa, ahora renace convertida en una joven. Esta escena del primer acto refleja el ciclo de la vida contemplado desde el punto de vista, nunca pesimista, de Ōno.

Ōno Kazuo en el estreno de Admirando a 
La Argentina1977. Sección final, “renacimiento”, 
de la escena Muerte y resurrección de la Divina
Foto: Tsukamoto Hiroaki en Dance Archive Network.

En la siguiente escena titulada El pan de cada día, Ōno aparece con un traje negro o con solo un bañador de ese color, dependiendo de las versiones. La mayor parte de sus movimientos los ejecuta en el suelo.  

Ōno Kazuo en el estreno de
Admirando a La Argentina.
Escena El pan de cada día,
Foto: Tsukamoto Hiroaki
en Dance Archive Network.
Ōno Kazuo en Admirando a La Argentina.
Escena El pan de cada día.
Actuación en el Joyce Theater de Nueva York,
noviembre de 1985.
Foto: Jack Vartoogian, vía Getty Images.

En la tercera escena del primer acto, titulada El matrimonio del cielo y la tierra, Ōno solo lleva un bañador negro y muestra todo el cuerpo blanco. A menudo coloca los brazos extendidos y la cabeza hacia atrás. Parece esperar encontrarse con la inmortal La Argentina. Su presencia física en el escenario va más allá de una simple evocación de la bailarina española, se ha transformado en ella, es su espíritu, baila para ella y con ella.

Ōno Kazuo en el estreno de Admirando a La Argentina,
noviembre de 1977. Escena El matrimonio del cielo y la tierra.
Foto: Ikegami Naoya en Dance Archive Network.

La cuarta escena consta de dos apartados: Flor y pájaro y quejas de bandoneón. En ella, Ōno aparece con un vestido largo de volantes que cuando concluye su danza cambia por un traje negro masculino. 

Ōno Kazuo en el estreno de
Admirando a La Argentina, 1977.
Escena La flor y el pájaro. 
Foto: Tsukamoto Hiroaki
en Dance Archive Network.
Ōno Kazuo en el estreno de
Admirando a La Argentina, 1977.
Escena La flor y el pájaro.
Foto: Tsukamoto Hiroaki
en Dance Archive Network.

Inserto un vídeo del canal del Estudio de Danza Kazuo Ohno en YouTube de un fragmento de esta escena con música de bandoneón. Dura algo menos de cuatro minutos y medio y no incluye la sección final en la que Ōno viste traje masculino. 

La obra concluye con un epílogo de gran emotividad danzado sobre una vibrante aria de ópera: “In quelle trine morbide” de Manon Lescaut de Puccini cantada por Maria Callas. En el solo que baila Ōno, esa aria se repite dos veces. Las dos fotos siguientes son de sendos momentos de ese final de Admirando a la Argentina. La primera es de una imagen de su danza y la segunda de cuando el artista recoge las flores que se le entregan al concluir su solo, un momento que en las actuaciones de Ōno siempre alcanza un nivel de sensibilidad y comunión con el público que nunca nadie ha sabido superar.  

Ōno Kazuo en el estreno de
Admirando a La Argentina,
noviembre de 1977. Escena final.
Foto: Tsukamoto Hiroaki
en Dance Archive Network.

Ōno Kazuo en el estreno de
Admirando a La Argentina, 1977.
Saludo y aceptación de flores del público.
Foto: Tsukamoto Hiroaki 
en Dance Archive Network.

Inserto a continuación un clip del final de Admirando a La Argentina que se encuentra en el ya conocido canal Núcleo Experimental de Butō de YouTube. En este caso y como ya he dicho, la música que acompaña a Ōno es de ópera. El video, a pesar de que su imagen no es perfecta, transpira emoción. Se escucha la presencia del público, el clic de las cámaras. Ōno se mueve como llevado en volandas por el precioso canto de la Callas. Fijémonos en el minuto 2:44, es un corto silencio, previo a que la soprano reanude el aria, en el que Ōno da un golpe con el pie antes de arrodillarse. Y luego, el momento cuando un ayudante entre el público le acerca unas flores (minuto 3:50). Aplausos. ¡Qué forma de recibirlos! El vídeo dura cinco minutos.


La manera en que Ōno lleva los vestidos femeninos queda muy lejos del travestismo occidental. Su cuerpo envejecido refleja sus temas preferidos: la vida y la muerte; la ilusión y la realidad; lo masculino y lo femenino; lo profano y lo sagrado. 

Admirando a La Argentina fue la obra más paradigmática de Ōno y la que más veces representó por escenarios de todo el planeta. Incluso su hijo, Yoshito, ejecutó su primera parte, Divinariane, tras fallecer su padre.

Cuando en 1980, Ōno Kazuo presenta en el Festival de Nancy Admirando a La Argentina, su fama se extiende por todo el planeta definitivamente. Occidente, sorprendido, descubre el mensaje más profundo del butō. Entre 1977 y 1994, representó esta obra 119 veces en decenas de países de todo el mundo.

Inserto aquí otro video que se encuentra en el canal de YouTube de la Embajada de España en Japón y en el que el señor Mizohata Toshio del Kazuo Ohno Dance Studio, explica la relación de Ōno Kazuo con Antonia Mercé, La Argentina. El clip dura seis minutos y medio, está subtitulado en español y los tres últimos son un extracto de la actuación de Ōno en Admirando La Argentina.


Cuando Ōno se retira de su trabajo en la escuela Shōsin, tiene tiempo para sus compromisos internacionales. El primero fue el mencionado Festival de Teatro de Nancy de 1980, su 14ª edición. A continuación, en los meses de junio y julio actúa en Estrasburgo, Londres, Stuttgart, París y Estocolmo. En agosto participa en un simposio en Montreal y presenta "su" Argentina en Quebec. La década de los ochenta del pasado siglo es muy fructífera para él. Y en sus solos casi siempre se presenta con su Admirando a La Argentina, su más sentida y emotiva tarjeta de presentación. 

Ōno Kazuo en la recepción en el
Ayuntamiento de Nancy, 1980.
Foto: Ohno Dance Studio Archives.

Con esto concluye este artículo dedicado íntegramente a una sola obra de Ōno Kazuo. Quizás haya sido un poco largo, pero no deseaba dividirlo en dos entregas. En el siguiente seguiremos viendo la actividad de Ōno en esos años ochenta.