martes, 3 de diciembre de 2024

Curso de arte japonés, art. 13º. Entorno físico, IV

En el anterior artículo se comentaron las características del clima en el archipiélago nipón y su plasmación en el arte japonés. La entrada de hoy tratará de los aspectos más agresivos de la naturaleza en Japón, volcanes, tifones y terremotos, y cómo los han visto sus artistas.

Volcanes, tifones y terremotos

Como consecuencia de la zona geológica en la que se encuentra el archipiélago japonés, a diferencia de la mayoría de los países europeos, en sus islas apenas hay rocas metamórficas y sedimentarias como las areniscas o calizas (mármol), es decir, de fácil talla. En cambio, abundan las rocas volcánicas y plutónicas como el basalto y el granito, todas ellas piedras muy duras de difícil labra.

Esa es una de las razones por la que, hasta finales del siglo XIX y sobre todo en el XX con la llegada la industrialización, no existieron en la arquitectura tradicional japonesa muros de mampostería como en Europa. La única excepción fueron las murallas de los castillos, como veremos en su momento.

Más información sobre terremotos, tifones y volcanes

Una web muy completa en la que puede encontrarse información sobre terremotos, tsunamis, tifones y volcanes de Japón es Datos Mundial, un sitio con una amplísima base de datos geográficos, climatológicos y demográficos de países de los cinco continentes. Este enlace lleva al apartado dedicado a Japón..

Volcanes

Situado en el denominado Anillo de Fuego del Pacífico, el archipiélago nipón no cesa de aumentar debido a los movimientos de las placas tectónicas. Según la Smithsonian Institution, National Museum of Natural History, Global Volcanism Program, el 2 de marzo de 2024 se habían censado en Japón 121 volcanes, de los cuales 62 se consideran que estaban activos desde el año 1800, y 44, desde 1950. Hay que tener en cuenta que un volcán inactivo no es lo mismo que uno extinto, cuya probabilidad de entrar en erupción es casi nula. 

Más información sobre volcanes

Este enlace lleva a la página web de la Smithsonian Institution donde se listan los veinte países con más volcanes que han tenido alguna erupción en los últimos 12.000 años, de los cuales se indican los que han estado activos alguna vez desde 1800 y desde 1950 y los que están en erupción el 17 de octubre de 2021.

Una muestra de que la actividad volcánica en Japón no cesa nunca es que en el siglo XX han aparecido varios volcanes “nuevos”. En 1945 surgió el Shōwa-shinzan en Hokkaidō, y en 1952, el Myōjin-shō literalmente brotó en pleno Pacífico, en las islas Izu, a unos 450 km de Tokio.

Pero de todos los volcanes japoneses, sin duda el más célebre es el Fuji, verdadero símbolo del país. Su simétrico perfil, se ha reproducido innumerables veces en el arte japonés de todos los tiempos y, como no, también en la fotografía moderna. 

El monte Fuji. Foto: JNTO.

De todas las representaciones que se han hecho del Fuji en el arte japonés, seguramente sea la serie de Hokusai Katsushika (1760-1849) titulada 36 vistas del monte Fuji. Dentro de esa colección se encuentra la titulada Gran ola en Kanagawa, sin duda la obra más reproducida de todo el arte japonés y quizás incluso del mundial, la cual por una vez no voy a insertar aquí, sino otra no menos brillante aunque no tan conocida.

Katsushika Hokusai: Tormenta en la cumbre, de la serie 36 vistas del monte Fuji
xilografía, 26,2x38,7 cm, 1831. Foto: Library of Congress.

Más información sobre la obra de Hukusai

Los interesados en estudiar la obra completa de Hokusai, pueden acceder a la web hokusai-katsushika y si desean centrarse en su serie 36 vistas del monte Fuji, no tienen más que seguir este enlace. Allí encontrarán incluso diferentes ediciones de una misma obra. Además, en el año 2015 publiqué un artículo en este blog dedicado a Hokusai y que formaba parte de la serie consagrada al ukiyo-e, formada por diez entradas a las que se puede acceder desde este hipervínculo

Kawabata Ryūshi (1885-1966) fue un artista especializado en pintura de estilo japonés, la llamada nihonga, que en 1944 ofreció, en la obra que muestra la siguiente ilustración, su visión del monte sagrado cuando Japón estaba inmerso en los peores años de la contienda mundial. Se trata de una visión del Fuji, calificado de colérico, muy diferente de la habitual como símbolo de buen augurio. No eran tiempos felices cuando los bombardeos arrasaban casi todo el país.

Kawabata Ryūshi: El Fuji colérico, 253,3x193x2 cm, color y oro sobre papel, 1944. 
Memorial Ryūshi Ota. Foto: Wikimedia Commons.

Hashimuki Makoto: Hojas de otoño y
el monte Fuji
Foto: Instagram del fotógrafo.
Actualmente, de entre los centenares de artistas japoneses que en algún momento de su carrera han plasmado el perfil de la montaña en sus fotografías, debe mencionarse al fotógrafo Hashimuki Makoto (1977-2023), quien como Hiroshige y Hokusai también realizó sus personales Cien paisajes impresionantes del Fuji

Lamentablemente fallecido a los 46 años a causa de un derrame cerebral, Hashimuki era un perfeccionista que literalmente “perseguía” hora a hora la evolución de la climatología para fotografiar al Fuji en momentos realmente fascinantes para enseguida publicar sus tomas en las redes sociales. En febrero de 2021, una de esas fotos se convirtió en viral. Se trataba de una insólita vista en la que la cumbre del volcán quedaba parcialmente cubierta por una nube con forma de sombrero.

Esa foto es una de las que aparecen en su primer libro titulado Shinki. Nuevas vistas del monte Fuji. Tokio, 2021, del que pueden ojearse unas pocas páginas en este enlace.  

Portada del libro de Hashimuki Makoto: Shinki. Nuevas vistas del monte Fuji. Tokio: Impress Books, 2021.

Ese momento, Hashimuki lo grabó en vídeo con su móvil como siempre hacía al tiempo que usaba su cámara. En el canal del fotógrafo en YouTube pueden verse varios de esos clips sobre el monte Fuji en diferentes momentos, todos realmente espectaculares. En los primeros doce segundos de uno de ellos, del que inserto aquí menos de cuarenta segundos, se aprecia el momento en el que la nube con forma de sombrero cubre el Fuji.  Para ver todo el vídeo que dura casi doce minutos basta con clicar en este enlace

Entre los volcanes activos más activos y conocidos, merece mencionarse al de Sakurajima, a escasos cinco kilómetros de la ciudad de Kagoshima en Kyūshū, cuya actividad, aunque de poca intensidad, sigue cubriendo de cenizas sus alrededores. Las últimas erupciones de Sakurajima se produjeron en 2020, 2022 y 2023.

Erupción del volcán Sakurajima el 27 de abril de 2018. 
Prefectura de Kagoshima. Foto: Michael Dalton.

Adjunto a continuación un videoclip del canal de The Telegraph en YouTube en el que se capta la erupción del Sakurajima el 19 de agosto de 2013. Dura apenas un minuto. 

 

Como otros muchos paisajes de Japón, también este volcán se ha retratado innumerables veces en el arte japonés. La siguiente imagen es de una estampa de uno de los más afamados paisajistas del grabado del siglo XX. 

Kawase Hasui: El Sakurakima en Kagoshima, xilografía, 22,7x30,5 cm, 1922. 
Museum of Fine arts de Boston. Foto: web del museo.

Tifones

Los dos únicos intentos de invasión de Japón hasta 1945 los llevó a cabo la flota del mongol Kublai Kan en 1274 y 1281. Ambos se vieron frustrados por sendos tifones. Al último de ellos se le denominó "viento de los dioses" o en japonés kamikaze. La siguiente imagen es de una pintura de Kikuchi Yōsai (1781-1878).

Kikuchi YōsaiInvasión mongol de Japón, tinta y color sobre papel,
22,3x13,9 cm, 1847. Museo Nacional de Tokio. Foto: web del museo.

Desde 1951, el primer año en el que se iniciaron los registros, en Japón se contabilizan entre dos y tres tifones por año, aunque esa cifra sube hasta los siete en Okinawa. Los meses con más frecuencia de tifones son agosto y, sobre todo, septiembre.

Uno de los más grandes y mortíferos fue el llamado Hagibis (solo los tifones de gran potencia reciben nombre) que el 12 de octubre de 2019 llegó a Japón a las 19:00 horas, en concreto a la isla de Izu en la prefectura de Shizuoka, y una hora más tarde al área de Tokio. A su paso se sumó un gran tornado y un terremoto de magnitud 5,7 frente a la costa.

El último tifón importante alcanzó el archipiélago nipón el 29 de septiembre de 2023 y hasta el 10 de octubre estuvo afectando a la isla de Kyūshū. Se denominó Koinu. 

Isshō Yada (1859-1913): El viento divino contra los mongoles, óleo sobre tela, 1896,
de la serie Invasión mongol. Museo Yushukan, Yasukuni-jinja, Tokio. Foto: Nakamura Kōji, National Geographic.

Terremotos

Dado que Japón se encuentra en las líneas de falla de cuatro placas tectónicas, los terremotos son muy frecuentes. Se estima que a lo largo de un año se producen unos mil movimientos sísmicos apreciables por la población, aunque solo unos pocos son realmente violentos, y muchos de ellos apenas se notan.

En los últimos años, en el archipiélago nipón se han producido movimientos sísmicos de más de 7 en la escala de Richter en enero y octubre de 2013, en mayo y noviembre de 2015, en febrero y marzo de 2021 y en enero de 2024. En este siglo ha habido varios terremotos devastadores, incluido el del este de Japón, sucedido el 11 de marzo del 2011 que provocó un enorme tsunami.

Pagoda de Hōryū-ji, Ikaruga,
prefectura de Nara, 
final siglo VII.
Foto: Wikimedia Commons.

Los movimientos sísmicos afectan mucho a los edificios y su sistema constructivo. En su momento veremos que los grandes monumentos del patrimonio nipón, los templos, santuarios, palacios, etc., se han construido con una estructura de pilares y vigas de madera, pero no con paredes de ladrillo, piedra o similares como tradicionalmente se hizo en Europa.

Pues bien, ese método, junto con la ligereza de sus cubiertas, especialmente cuando son vegetales, no de tejas cerámicas, les otorga un cierto grado de flexibilidad que les permite superar los terremotos. Es decir, se comportan como el bambú, se doblan, se deforman pero no se quiebran.

Como ejemplo, pueden mencionarse dos edificios con varios siglos de antigüedad que a lo largo de su vida han resistido numerosos terremotos sin colapsar: la pagoda del templo budista de Hōryū-ji en las afueras de la ciudad de Nara, de finales del siglo VII y que vemos en la ilustración de la derecha, y el castillo de Himeji en la población del mismo nombre, finalizado en 1609 y del que se hablará en su momento.

Concluyo aquí este artículo, en el siguiente hablaré del entorno cultural y religioso de Japón. Será dentro de dos semanas.

Dada la extensión de este larguísimo Curso de arte japonés, para facilitar el acceso a los artículos sobre un tema concreto, doy aquí este enlace que lleva a su índice interactivo, el cual llevará directamente a cada uno de ellos a medida que se vayan publicando.