El teatro nō japonés, introducción a la obra Kantan
Tras el vídeo introductorio que publico hoy mismo,
comienzo con este artículo una serie consagrada al teatro japonés, en
este caso al teatro nō (muchas veces escrito
noh). Su esquema será el mismo que tuvo la que dediqué hace meses al kabuki: en las dos primeras
entregas comentaré algunos aspectos del texto de la obra, que en este caso se titula Kantan, para que se pueda captar mejor su mensaje, y en las
siguientes incluiré clips videográficos de una representación con su correspondiente traducción.
En mi opinión, asistir a una representación de teatro nō sin una mínima información previa
puede resultar desalentador para muchos, aunque reconozco que otros quedarán
fascinados por el ambiente que se genera en la escena. Lo curioso es que esto último puede producirse aunque no se entienda absolutamente nada de los diálogos ni del argumento de la obra, esa es la magia del teatro.
Al escribir esto último, me acuerdo de un comentario que solía repetir
Ohno Kazuo, el gran artista de la danza butō y de quien prometo hablar otro día. Cuando tras su actuación se le acercaba algún espectador, si le decía que había entendido lo que había visto, se desanimaba
irremediablemente; mientras que si otro le explicaba que se había emocionado
sin saber por qué, se sentía reconfortado.
Algo parecido puede suceder cuando se contempla por primera vez una
representación de teatro nō, o
quedamos impresionados sin más o nos deja totalmente desconcertados. A quien se
haya encontrado en este último grupo le digo que no se desanime y que si dedica
un poco de su tiempo a informarse y ver más representaciones, hoy día mucho más
fácil que hace solo unos pocos años, gracias una vez más a internet, seguramente irá descubriendo las sutiles esencias del teatro nō.
Mi intención con los dos primeros
artículos de esta serie es comentar algunos aspectos de los diálogos de la obra que veremos dentro de dos semanas, en concreto los que se refieren a temas de la cultura
japonesa y china poco conocidos en Occidente. De esa manera confío que se disfrutará
más de los videoclips que iré incluyendo a lo largo de las semanas.
Los interesados en profundizar un poco más en las características del teatro nō, pueden consultar mi libro El teatro japonés y las artes plásticas.
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editorial. También en la parte derecha de esta pantalla, en color amarillo, tienen los enlaces directos a sus datos, índice y un extracto.
La
obra Kantan
La pieza de teatro nō que he
elegido para esta ocasión se titula Kantan,
igual que el nombre de una población de China. Como su argumento se basa en una antigua
leyenda de ese país, la obra está plagada de referencias al entorno cultural
chino más que al nipón. En estos primeros artículos
comentaré mínimamente unas pocas de ellas.
Entorno cultural chino
y japonés
Es bien conocida la influencia de las culturas del Asia continental en la japonesa,
especialmente las más próximas: la china y la coreana. Así pues, no debería
resultar extraño que algunas leyendas y tradiciones niponas tengan su origen en
esos países. Esto lo veremos en la obra que presento en esta serie.
El
país de los inmortales
El protagonista de la obra Kantan, como ya he dicho ambientada en China, sueña
que vive en un reino donde sus gentes son inmortales. Esa trama toma como
referencia ancestrales leyendas taoístas, según las cuales al este de la costa
china, en un lugar nunca visto, perdidas en el mar, flotaban cinco islas apoyadas sobre el
caparazón de una enorme tortuga y en las que vivían seres inmortales que volaban
sobre grullas.
El mito del país de los inmortales nació mucho antes de la
llegada del budismo a China y es posible que ese tipo de creencias basadas en
paisajes fantásticos e imaginarios, se inspiraran en lugares reales de singular belleza y
espectacularidad como, por ejemplo, los de Guilin o Huangshang.
Resulta fácil entender la misteriosa fascinación que podía provocar hace más de dos mil años ver aparecer y desaparecer bajo la niebla picos tan majestuosos como los de la ilustración siguiente, los de Huangshang, la reina de las montañas chinas. Paisajes como este no solo dieron lugar a mitos y leyendas, sino que inspiraron a innumerables artistas plásticos a lo largo de los siglos.
Resulta fácil entender la misteriosa fascinación que podía provocar hace más de dos mil años ver aparecer y desaparecer bajo la niebla picos tan majestuosos como los de la ilustración siguiente, los de
Huangshang, China. Foto: fuente desconocida. |
Esa idílica imagen se trasladó a la mitología japonesa
reinterpretándola para conformar la idea del paraíso budista que, curiosamente,
también se creía que estaba situado en el mar, más allá del horizonte y hacia
el oeste. Es decir, en ambas culturas ese olimpo mítico-religioso se encontraba
en el océano que separaba China del archipiélago nipón. Un intento de representación de ese
cielo budista se encuentra en el denominado Pabellón del Fénix, situado en las
afueras de Kioto y que comenté hace meses en este artículo.
Pues
bien, en ese mito se encuentra el origen de que en Japón se considere a la
grulla y a la tortuga como símbolos y augurios de longevidad.
Hago
notar que esos dos animales también se mencionan en la obra de kabuki a la que dediqué una serie de
diez artículos. Este es el enlace al que habla de ello.
Fuentes de la obra
El tema la obra de teatro Kantan
se basa en el mito de que la vida es un mero sueño. La versión más antigua que se conoce
de esa leyenda china aparece en una narración titulada El cuento de la almohada del escritor Li Pi (722-789). Seguramente,
el autor de Kantan debió de
conocer alguna versión china posterior, pues la primera mención japonesa de ese cuento data de 1456, trece años después de la muerte de Zeami (1363-1443), antiguamente considerado el autor de Kantan.
Otra fuente de inspiración de Kantan, esta vez japonesa, puede ser el libro XXV del Taiheiki (Crónica de la gran
paz), de finales del siglo XIV. En su capítulo titulado “El sueño de Ōryō”, el protagonista también tiene un
sueño, aunque en su caso no busca la iluminación, como veremos que pretende el de Kantan, sino el éxito y la riqueza. Por
otro lado, la descripción del palacio imperial en Kantan parece basada en la que se hace del palacio de Kan'yō en el Heike monogatari.
La leyenda china
El argumento de la versión china de la leyenda es el
siguiente. Un joven ambicioso se dirige a la capital en busca de fortuna. A
medio camino, decide descansar en el pueblo de Kantan. Allí, un viejo sabio taoísta
le presta una almohada que, según él, proporciona sueños maravillosos. Al
acostarse sobre ella, el muchacho sueña que es recibido por el rey. Asombrado este por su enorme saber, le convierte en su consejero favorito. Al cabo de
treinta años, el monarca, poco antes de morir, le concede la mano de su hija.
Tras el sepelio real, sus vasallos le coronan como nuevo soberano. Transcurridos cinco
decenios, la reina le da un hijo, pero tres años más tarde este y su madre fallecen
ahogados. En ese momento, el joven se despierta y observa que sólo ha pasado un
instante desde que se acostó.
Con su sueño, el joven se ha convencido de que el éxito muy
pronto es desbancado por la desgracia. Así pues, decide volver al pueblo de
donde había partido.
El joven protagonista de Kantan, ya convertido en rey y sentado en el baldaquino, dos ministros y una bailarina de la corte, a la izquierda. Foto de la representación. |
Adaptación a la obra
Para adaptar la leyenda china en que se basa Kantan a la estructura de una obra de teatro nō, su trama se ha simplificado enormemente, dejando solo los elementos
imprescindibles que permiten crear una atmósfera onírica.
Tres son las diferencias principales de la historia de Kantan respecto al mito original. El sabio-chamán es simplemente mencionado sin aparecer en escena. Sin que nada lo justifique, el protagonista se ve convertido rápidamente en emperador. Poco después, celebra sus cincuenta años de reinado, tras lo cual despierta de su sueño y constata que este apenas ha durado el tiempo que tarda en cocerse el mijo, mucho menos que el necesario para el arroz.
Tres son las diferencias principales de la historia de Kantan respecto al mito original. El sabio-chamán es simplemente mencionado sin aparecer en escena. Sin que nada lo justifique, el protagonista se ve convertido rápidamente en emperador. Poco después, celebra sus cincuenta años de reinado, tras lo cual despierta de su sueño y constata que este apenas ha durado el tiempo que tarda en cocerse el mijo, mucho menos que el necesario para el arroz.
Para no alargar
demasiado este primer artículo, creo conveniente dejar para la semana próxima la explicación de algunas de las
referencias a conceptos o tradiciones orientales que aparecerán en los
videoclips que insertaré en las siguientes entregas.
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