martes, 29 de diciembre de 2020

Arquitectura del albergue tradicional japonés, el ryokan, IX

Después de que en el artículo anterior hablara de las puertas correderas, hoy acabaré este apartado sobre los rasgos estrictamente arquitectónicos que suelen encontrarse en los ryokan y en la arquitectura tradicional de Japón comentando los diferentes tipos de pavimento y el papel que desempeña ese verdadero altar que es el tokonoma .

Ya he mencionado varias veces en esta serie cuales son los elementos que, en mi opinión, califican una sala o espacio como de estilo japonés, los mismos que deberían estar en la habitación de un ryokan. Digo esto porque pienso que lo que permite considerar que un establecimiento hotelero merece el calificativo de ryokan son las habitaciones de los clientes. Es ahí donde, como mínimo, deben concentrarse esos rasgos. 
 
La foto siguiente es de una habitación que no dudo en calificar de genuinamente japonesa, aunque no tenga cien años, porque incorpora tres elementos genuinamente nipones: tatamitokonoma y unas correderas de papel shōji que se abren a un pequeño jardín. No obstante, también se podría decir que posee otros rasgos menos "palpables" pero igual de importantes en la creación de ese ambiente. Me refiero, entre otros, a la textura y tono de los acabados, a la iluminación o al mobiliario, del que hablaré en el próximo artículo. 

Una de las suites del ryokan Atami Sekitei, prefectura de Shizuoka. Foto de la web del ryokan.

Sin embargo, aunque es posible que la oferta de un ryokan también incluya algunas suites de estilo occidental, no puede renunciar a que en la mayoría de ellas existan unos pocos de los elementos que caracterizan a toda la arquitectura japonesa tradicional y que ya conocemos. Me estoy refiriendo a los tatami, shōji, fusuma, tokonoma, engawa y también a un ofuro (baño de estilo japonés), que puede ser privado en los de mayor categoría. Si un establecimiento no tiene ninguno de esos elementos, sería un simple hotel de estilo internacional.

La ilustración siguiente es de un baño de estilo japonés de un ryokan en el que es posible pasar de su piscina interior a la exterior a través de esa gran cristalera casi siempre abierta.

Vista del baño interior y exterior del ryokan Gora Kadan en Hakone, prefectura de Kanagawa. 
Foto de la web del ryokan

Pavimentos
No pensemos que todas las estancias de una vivienda o de un ryokan tienen el pavimento  cubierto con tatami, pues nunca ha sido así. Como tratamiento de los suelos, tanto en la arquitectura tradicional japonesa como en los ryokan, se emplean tres tipos de acabados que dependen del uso del espacio respectivo. Por regla general, se emplea tatami en las habitaciones y salones; madera en las zonas de paso y en las galerías, y pavimentos compactos, como hormigón, cerámica o piedra, en esa especie de zaguán llamado genkan, en los baños y en las zonas de servicio, cocinas o almacenes.

De esas tres posibilidades, el tatami es el elemento que define un ambiente como inequívocamente japonés. Así pues, resulta comprensible que cualquier ryokan, incluso los más modernos, lo incluya al menos en sus habitaciones o suites, aunque sea solo en una zona. No creo necesario hablar más del tatami pues todo el mundo sabe lo que es. Y como de los shōji y fusuma ya lo he hecho en el anterior artículo, ahora toca explicar ese elemento consustancial a gran parte de la arquitectura tradicional japonesa: el tokonoma.

En la página 150 de mi libro Arquitectura tradicional de Japón explico mínimamente su origen y cómo se convirtió en uno de los elementos fundamentales en la definición del estilo de arquitectura residencial llamado shoin. Ahí digo: “De esa manera surgieron tres de los elementos que definían el estilo shoin, la hornacina o tokonoma, el escritorio o tsukeshoin y los estantes escalonados o chigaidana. Solo faltaba que el suelo de la estancia quedara cubierto en su totalidad por los tatami,…”

Es decir, esos tres elementos calificaban un espacio o sala como de estilo shoin, el más clásico y representativo de lo que es la arquitectura residencial japonesa. 

El tokonoma
Un componente arquitectónico que suele considerarse como imprescindible en las habitaciones de un ryokan clásico, es el tokonoma, una especie de hornacina o rincón donde se expone alguna pintura, caligrafía u objeto artístico y que, como verdadero punto focal de la estancia, genera un verdadero ambiente japonés. En la fotografía siguiente, en el tokonoma se exponen una caligrafía y una pieza cerámica.

Un tokonoma con los estantes escalonados (chigaidana) y una alacena en la parte alta (tenbukuro).
Museo del Folclore de Murotsu, prefectura de Hyōgo. Foto: Wikimedia Commons.

Generalmente, al lado del tokonoma se sitúan unos estantes, que cuando son más de uno suelen ser escalonados (chidaigana) para evitar la simetría (ver este artículo sobre la asimetría en el arte japonés). Además, en la misma zona suele haber un pequeño armario que puede estar apoyado en el suelo (jibukuro), como se aprecia en la foto siguiente, o suspendido en la zona alta (tenbukuro), como se ve en la anterior.

A la izquierda, el tokonoma; a la derecha, los estantes y una alacena baja (jibukuro).  
Pabellón Rishunkaku en el jardín Sankei-en, Yokohama. Foto: J. Vives. 

El tokonoma nació en el periodo Muromachi como elemento que reflejaba la importancia de una determinada sala de una residencia. Pues bien, en los ryokan más clásicos, si no todas, al menos algunas de las habitaciones disponen de un tokonoma. Incluso en los establecimientos de estilo moderno se intenta que lo tengan, aunque a veces su forma se aleje de la tradicional y sea más bien una reinterpretación del modelo clásico realizada por el diseñador de turno. 

Estantes escalonados (chigaidana) y alacena en la parte alta (tenbukuro) al lado de un tokonoma con
una caligrafía. 
Takayama Jin’ya, Takayama, prefectura de Gifu. Foto J. Vives.

El tokonoma es un verdadero “altar” que muestra los gustos del propietario de la vivienda. La foto siguiente nos servirá para comentar algunos aspectos. En primer lugar, como siempre en Japón (no me canso de repetirlo) todo objeto que se exponga en el tokonoma debe estar en sintonía de acuerdo con la época del año, y eso se aplica tanto a la pintura o caligrafía que se cuelgue en él como al arreglo floral o cualquier otro elemento, ya sea una cerámica, una pieza metálica o incluso en algún caso algún elemento textil.

Tokonoma con una caligrafía y un arreglo floral invernal en una
de las estancias de la residencia del prior de Tenryū-ji, Kioto.
Foto: J. Vives.

De la foto anterior me gustaría comentar dos cosas. Primero, su arreglo floral, una simple rama seca, alude a la temporada, pleno invierno, de ahí que no haya flor alguna, ni siquiera hojas otoñales. Segundo, el aforismo de la caligrafía también resulta adecuado a la temporada; dejo para los expertos en caligrafía el sentido de sus sinogramas.

Por último, si nos fijamos, esa caligrafía está colgada de tal manera que su zona central queda a la altura de los ojos si se observa estando sentado en el tatami al modo japonés, así hice la foto. Si estuviéramos de pie, como se suelen contemplar los cuadros cuando se exponen en las paredes de una vivienda o museo en Occidente, nuestros ojos quedarían aproximadamente a la altura del primero de los ideogramas y nos obligaría a inclinarnos para verlo bien.

Con esto finalizo el artículo. En la siguiente entrega hablaré del mobiliario de un ryokan.

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