martes, 1 de diciembre de 2020

Arquitectura del albergue tradicional japonés, el ryokan, VII

En el anterior artículo empecé a hablar de los elementos arquitectónicos de un ryokan y hoy seguiré haciéndolo, aunque antes me gustaría comentar algo sobre la idea de elegancia en el entorno nipón.

La sencilla elegancia de un ryokan
Un ryokan nunca muestra excesos decorativos ni en los espacios comunes ni en las habitaciones. La sobriedad es un rasgo siempre presente en la arquitectura japonesa que no presupone carencia de refinamiento, sino todo lo contrario. En Japón. la elegancia siempre ha sido frugal en las formas (excepto si hablamos del teatro kabuki), pues es más una disposición o porte de la persona que una mera exhibición visual.

Es muy importante tener esto en cuenta para que no nos sorprenda la austeridad de muchas estancias de un ryokan de lujo, donde entre otros muchos detalles nunca veremos un cuadro colgado en las paredes. Eso es así porque, en un entorno clásico japonés, el único lugar donde debe exponerse una pintura o un objeto decorativo es en el tokonoma o, en los casos más “atrevidos”, en alguna interpretación moderna de esa especie de hornacina ornamental. Expliqué qué es un tokonoma y su función hace algunas semanas en este artículo. Pero volvamos al tema de los elementos arquitectónicos.

Espacios de transición
A grandes rasgos, al igual que ocurre en las viviendas japonesas, en los ryokan también existen unas determinadas zonas que, por sus características, sirven para realizar suavemente las transiciones de un ambiente a otro. En algunos casos, antes de acceder al interior del estableciendo se debe recorrer un corto pasaje que recuerda los caminos de acceso a los edificios residenciales en los templos budistas. Eso es lo que vemos en la siguiente fotografía.

Acceso al ryokan Kyo no Yado Ishihara, Kioto. Foto de fuente desconocida.

Cuando el ryokan se encuentra en pleno casco urbano, como el de la fotografía anterior, lo reducido del solar no impide que se intente crear esa transición con una especie de pasajes, siempre minúsculos, en los que se utilizan todos los recursos del arte de la jardinería, especialmente los del mundo del té. 

Por cierto, aprovecho la oportunidad para informar a mis sufridos seguidores que cuando finalice esta serie dedicada al ryokan empezará otra dedicada al mundo del té, que garantizo será muy interesante y con la que veremos los elementos del jardín de té que suelen emplearse en esos accesos a ciertos ryokan.

El genkan
La primera de esas zonas de transición, o segunda si hay un camino exterior previo, se encuentra justo en la entrada y en algunos aspectos podría compararse con el zaguán español. Es el denominado genkan, un espacio que desempeña un papel tanto funcional como simbólico. 

Por un lado, se sitúa a un nivel inferior respecto al de la residencia, o en el caso que nos ocupa al del ryokan, una solución que permite diferenciar perfectamente el pavimento exterior del de las estancias interiores. 

Por otro, en él se lleva a cabo el rito de la sustitución del calzado, un acto que deja claro el cambio de situación que se produce al acceder a un ambiente privado, que todavía hoy se sigue realizando en los modernos apartamentos de Japón y que ritualiza el sentido de la limpieza tan presente en la cultura japonesa: la suciedad del exterior no debe penetrar en el interior. 

El mencionado desnivel entre el suelo del genkan y el pavimento del interior propiamente dicho se salva con un peldaño denominado shikidai, gracias al cual cuando antiguamente llegaba al establecimiento una persona de cierto nivel social en un palanquín o carruaje podía acceder directamente al entarimado sin pisar tierra. 

Genkan del ryokan Hatago Isen, Yuzawa, prefectura de Niigata. Foto de la web del ryokan.

La engawa
Otro de los espacios de transición sería la denominada engawa, una especie de galería abierta o veranda que se encuentra en todos los edificios tradicionales japoneses y también en las habitaciones de muchos ryokan, incluso en los de diseño moderno. No pocas veces, su función de filtro espacial se complementa con los sudare, unas persianillas de finas cañas de bambú que tamizan las vistas y la iluminación cuando los paneles correderos o shōji están abiertos. 

En la fotografía siguiente se aprecia esa galería, pavimentada con tablas de madera en vez de tatami, que abraza por dos lados a la habitación y de la que se separa mediante los preceptivos shōji. Fijémonos que la engawa se cierra exteriormente con unas modernas cristaleras de vidrio, una concesión a la funcionalidad difícil de prescindir hoy día.
   
A la izquierda, la engawa con pavimento de madera en una habitación del ryokan Hiiragiya, Kioto. 
Foto de la web del ryokan.

Cerramientos correderos, fusuma y shōji
En la arquitectura clásica japonesa, la gran mayoría de las divisiones entre las estancias son puertas correderas, denominadas fusuma, como las que vemos en el centro de la siguiente ilustración. Se trata de un elemento cuyo uso se generalizó definitivamente a partir de mediados del periodo Muromachi (1333-1573), cuando nació el estilo shoin

Correderas interiores (fusuma) y exteriores (shōji) del pabellón de estilo sukiya del Yokokan kōen en Fukui. 
Foto: Wikimedia Commons.

De la misma época datan los paneles correderos translúcidos, denominados shōji, que cierran las aberturas de las fachadas en los edificios tradicionales. Gracias a ellos, es posible abrir totalmente las habitaciones al exterior, casi siempre a través de la mencionada engawa. En algunos casos, para separar dos salas contiguas se emplean shōji con papel translúcido en vez de fusuma opacos.

Los shōji siguen utilizándose en los modernos ryokan por su capacidad de tamizar la luz y proporcionar una iluminación muy agradable. En la actualidad, su tradicional papel washi suele sustituirse por vidrios translúcidos que imitan su textura. 

Fusuma y shōji en una suite del ryokan Tawaraya de Kioto. Foto: Shichifuku Jin, Flickr.

En la fotografía anterior de la suite llamada Midori del ryokan Tawaraya de Kioto, se utilizan varias formas para dividir el espacio y filtrar las vistas, ambas cosas siempre realizadas muy sutilmente. 

A la derecha vemos unos shōji que parecen suspendidos en el aire. Esa manera de encuadrar el pequeño jardín suele emplearse para cuando se está sentado en el tatami, no en una silla convencional o de pie, y se desea ocultar la parte alta de la vista exterior. En el centro vemos un fusuma que divide las dos estancias de la suite, una de ellas será el dormitorio en el que se extenderá el o los futon. A la izquierda vemos suspendida una persianilla sudare y, al lado del fusuma abierto, una corredera que en vez de papel se cierra con finas cañas de bambú.

Para no hacer demasiado largo este artículo, voy a dejarlo aquí. En el siguiente continuaré hablando de los elementos arquitectónicos de un ryokan.

¿Estas interesado en la arquitectura clásica japonesa?, pues en mi libro Arquitectura tradicional japonesa encontrarás lo que buscas. Mira en estos enlaces sus datos, su índice, su introducción y un extractoPuedes comprarlo en cualquier librería o en Amazon.