En el anterior artículo vimos imágenes budistas japonesas del Buda histórico y
de divinidades del primer nivel; hoy lo haremos de las de segundo y tercer
nivel.
Divinidades del segundo nivel: bosatsu
En el segundo escalafón budista nos encontramos con los
denominados bosatsu. Un
bosatsu (a menudo escrito en sánscrito, bodhisattva) es un ser que pospone su entrada en el nirvana para a salvar a
la humanidad. En el budismo japonés
abundan los bosatsu que se representan como ayudantes de otros budas. Los
principales bosatsu son: Kannon, Miroku y Jizō.
Kannon
Kannon es la divinidad de la misericordia. Suele representarse con once cabezas y mil brazos que simbolizan las mil maneras de salvar a las personas.
Solo algunas esculturas de Kannon tienen realmente mil brazos. En la mayoría, como la que vemos en la ilustración anterior, solo se han tallado 40 brazos que sostienen diferentes objetos necesarios para su labor salvadora. Se dice que gracias a ellos multiplica por 25 su fuerza, es decir que con solo esos 40 brazos su poder es el mismo que con mil.
Miroku
La foto siguiente, que ya incluí en su día en
un artículo anterior de este blog, es de la espléndida talla de Miroku que se conserva en
el templo de Kōryū-ji de Kioto. Sin duda es una de las obras maestras de la
escultura japonesa de todos los tiempos, aunque parece que podría ser obra de
un artista coreano. El nivel de concentración y serenidad que transpira el Miroku
bosatsu de Kōryū-ji es excepcional, y su contemplación, una experiencia
gratificante.
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Miroku bosatsu, madera, 133 cm, inicio s. VII. Kōryū-ji. Kioto. Foto: postal-folleto del templo. |
El Miroku de Kōryū-ji está sentado con la pierna derecha cruzada sobre el muslo de la otra mientras apoya en la primera el codo del brazo que aproxima a la cara. Los dedos relajados todavía no tocan la mejilla. La mano izquierda descansa en el tobillo derecho y los ojos semicerrados se dirigen hacia el suelo en actitud meditativa.
Jizō
Jizō es el bosatsu que permanece en nuestro mundo para proteger y defender a los niños y caminantes. Se representa con la cabeza rapada y una especie de joya en su mano izquierda. Existe la costumbre de colocarle baberos rojos o blancos en agradecimiento por su protección de los niños.
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Kaikei: Jizō, madera lacada y dorada con ojos de
cristal, 55,9 cm, ca. 1202. The Metropolitan Museum of Art de Nueva York. Foto: web del museo. |
A continuación voy a comentar algunas imágenes budistas de altísimo nivel que no mencioné en la serie dedicada a la escultura que publiqué en este blog en el año 2013 y a la que enseguida daré varios enlaces directos para los que deseen completar lo que aquí se ha dicho. A pesar de que en la anterior entrada y en esta haya comentado el mismo tipo de divinidades que en esa serie, he intentado que las reproducciones fuesen de otras obras, para que de esta forma se tenga más información sobre la escultura budista japonesa creada a lo largo de sus años de esplendor, unos cinco siglos.
La ilustración siguiente es de un monje, de
nombre Kūya, que vivió a mediados del periodo Heian y que dedicó su vida a ayudar
a los pobres en lo espiritual y en lo cotidiano; tanto tradujo sutras como cavó pozos para los necesitados. Se dice que mientras realizaba esas labores no
cesaba de recitar la jaculatoria Namu Amida-butsu. Esa plegaria se simboliza en
la escultura de la siguiente ilustración con esas pequeñas figuras que salen de
su boca.
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Kōshō: El monje Kūya, madera pintada, 118 cm,
periodo Kamakura, inicio s. XIII. Rokuharamitsu-ji, Kioto. Foto: Katō Sūichi: Japan, Spirit and Form. Tokio: Tuttle, 1994. |
La siguiente escultura ya la comenté en otro artículo de este blog, pero no me resisto a incluirla de nuevo aquí, aunque con una imagen tomada desde otro punto de vista. Se trata de una obra que nos muestra al monje chino Ganjin meditando en posición de loto. Esta pieza maestra, que rezuma un especial calor humano, nos muestra al bonzo ciego meditando. Ganjin fundó en el año 759 el templo de Tōshōdai-ji en Nara, donde se conserva esta imagen.
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El monje Ganjin, laca seca hueca policromada, 80 cm,
ca. 763. Tōshōdai-ji, Nara. Foto de fuente desconocida. |
Llegado a este punto, creo que es mejor no repetir la información que aparece en la serie que dediqué a la escultura budista en el año 2013. Esos artículos son de los más visitados de mi blog y lo que voy a hacer para finalizar esta entrada es dar los enlaces que llevan a ellos de acuerdo con los temas que tratan.
Si deseamos introducirnos en el mundo de la
iconografía budista, el primer punto que se debería estudiar es su panteón de
divinidades. Reconozco que sus nombres son el primer obstáculo con el que nos
encontramos, pues en no pocos textos se utilizan indistintamente, incluso
mezclándolos, sus versiones en sánscrito, chino y japonés. Por ejemplo, Rushana
o Rushanabutsu es una transcripción del término en sánscrito Vairocana, que en
el budismo japonés equivale a Dainichi. En este tema intentaré ser lo más accesible
posible y utilizar únicamente vocablos nipones.
Más información sobre la escultura budista
El 29 de octubre de 2013 publiqué el en este blog el primero de mis artículos sobre la escultura budista. Este enlace lleva a esa entrada.
Más información sobre las técnicas escultóricas
El 19 de noviembre de 2013 publiqué el primero de los artículos dedicados a las diferentes técnicas escultóricas en Japón. Este enlace lleva a esa entrada.
Cada una de esas entradas tiene dos enlaces al anterior y siguiente artículo, que permite consultarlos en diferentes pestañas sin que se pierda la primera.
Más
información sobre los diferentes nombres de los dioses budistas
En Wikipedia se ofrece un glosario en inglés de términos del budismo japonés bastante completo. Este enlace lleva a esa página.
Para acabar esta entrada voy a insertar una escultura creada en los años Kamakura que no es de una divinidad budista, sino del primer shōgun de la historia: Minamoto no Yoritomo.
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Imagen tradicionalmente identificada como de
Minamoto no Yoritomo, madera pintada con ojos de cristal, 90,3 cm, periodo Kamakura, ss. XIII-XIV. Museo Nacional de Tokio. Foto: web del museo. |
Con esto finaliza este apartado dedicado a la escultura budista. Dentro de dos semanas veremos cómo evolucionó esa especialidad en Japón en los periodos posteriores al Kamakura.