martes, 3 de septiembre de 2013

Arquitectura japonesa: arquitectura budista, I

Arquitectura japonesa: edificios de un templo budista, primera parte
Los días 11 de mayo y 15 de mayo hablé de conceptos muy generales de los edificios japoneses, por lo que creo necesario empezar ya una serie de artículos dedicados a la arquitectura clásica japonesa y en concreto a la budista. Los interesados en la arquitectura moderna de Japón, lamentándolo mucho deberán esperar; pero que no desesperen.

Para empezar comentaré las características de los templos budistas japoneses. De momento no hablaré de la arquitectura de los santuarios consagrados al sintoísmo, la religión autóctona de Japón, aunque su singular tipología ejerció no pocas influencias en la construcción de los edificios budistas.

Como ocurrió en Europa durante siglos, las instituciones religiosas en Japón también tuvieron recursos más que suficientes para levantar imponentes estructuras que han perdurado hasta nuestros días. Sin embargo, en el País del Sol Naciente, todos los edificios se construían de madera, en vez de piedra o ladrillo como era costumbre en el Viejo Continente, hecho que los hacía muy vulnerables a incendios y guerras.

Antes de hablar del más antiguo recinto budista de Japón, el famoso Hōryū-ji, creo conveniente explicar mínimamente los nombres y usos de los diferentes tipos de edificios que se encuentran en la mayoría de los templos nipones. Espero que esto no resulte demasiado farragoso. Mi intención no es otra que facilitar la comprensión de conceptos que irán surgiendo irremediablemente a lo largo de esta serie dedicada a la arquitectura budista japonesa. De todas formas, si el lector lo desea puede “saltarse” este primer artículo para ir directamente a la entrada dedicada específicamente a Hōryū-ji y que publicaré dentro de dos semanas.

Aunque en las siguientes descripciones menciono los nombres japoneses de los edificios, en mis artículos intentaré no emplearlos, porque pienso que no solo no aportarían nada a los comentarios, sino que incluso harían farragosa una lectura que intento sea lo más clara y fácil posible.

No pretendo en absoluto convertir este blog en un texto académico, sin embargo, dado que la mayoría de los libros y escritos sobre este tema utilizan frecuentemente esos vocablos, creo necesario que, al menos una vez, haga mención de ellos aquí y, sobre todo, explique el uso para el que se construyeron  los diferentes tipos de edificios.

Templos y santuarios
Debo hacer notar que en mis textos siempre distinguiré entre los centros pertenecientes a congregaciones budistas de los correspondientes a la religión nativa japonesa, el sintoísmo. Para los primeros utilizaré los términos “templo” o “monasterio”, este último aplicado casi siempre a los complejos en los que se encuentran varias congregaciones asociadas. La palabra "santuario" la emplearé únicamente cuando me refiera a recintos sintoístas.

Sufijos
La primera aclaración que debo ofrecer se refiere a los omnipresentes sufijos que acompañan a los nombres de los monasterios budistas cuando se transcriben a lenguas occidentales. En general, para los templos japoneses se utiliza la terminación “ji”, normalmente precedida de un guion. Por ejemplo, “Hōryū-ji” podría traducirse literalmente como “templo de "Hōryū". En algunos textos aparece escrito “Hōryūji”, sin el guion.

También existen otros sufijos como “in” o “dera”, normalmente empleados cuando se trata de templos mancomunados y distribuidos en el mismo recinto que uno principal, cuyo nombre sí incluye el sufijo “ji”. Como ejemplo de esto último, cuando hablé del jardín de Daisen-in en el artículo del 20 de agosto dije que era un templo asociado al conjunto monacal de Daitoku-ji.

Pero entremos ya en materia comentando las principales construcciones que se encuentran en los monasterios budistas.

Pagoda de Ishite-ji, s. XIII-XIV, Matsuyama. Foto: J. Vives.
Pagoda
Empecemos por el edificio budista más familiar: la pagoda. Aunque su nombre en japonés es  casi nunca se emplea en los textos occidentales, excepto cuando se refiere a pagodas de cinco o tres pisos, en cuyo caso aparece respectivamente como gojū no tō y sanjū no tō. En mis artículos las mencionaré simplemente como pagodas.

Las pagodas eran construcciones de origen indio en las que se custodiaban reliquias budistas, como cenizas, huesos o dientes del Buda histórico. Sin embargo, casi siempre, en su lugar había simplemente algún tipo de objeto simbólico. Su construcción fue extendiéndose por Asia desde India, China y Corea hasta llegar al archipiélago nipón.

Las pagodas en Japón son edificaciones de madera levantadas alrededor de un pilar central que, en la gran mayoría de los casos, atraviesa todos sus pisos. Las más extendidas tienen tres o cinco niveles, aunque existen incluso de trece. En algunos jardines pueden verse pequeñas pagodas de piedra sin espacio interior y que se utilizan más como elemento compositivo que religioso. Las pagodas japonesas son muy diferentes de las chinas y algo más parecidas a las coreanas. 

Kon y hon
El denominado kondō era el edificio más importante de un templo budista. Suele traducirse literalmente como “pabellón dorado” o "salón dorado”, seguramente debido a que en su interior se custodiaban imágenes revestidas de pan de oro. Su función era albergar las estatuas más significativas de la congregación. Debido a esto último también se conoce como butsuden.

Los primeros kondō, como consecuencia del espacio que ocupaban las esculturas de divinidades budistas, no eran suficientemente grandes para permitir que los fieles accedieran a su interior. Sin embargo, para solventar tal inconveniente, con los años se les incorporó una especie de atrio cubierto o simplemente se construyeron de mayor tamaño.

El pabellón dorado (kondō) de Tōshōdai-ji, 764, Nara. Foto: J. Vives.

A partir del siglo IX, el vocablo kondō fue sustituido por el de hondō, que puede traducirse como “pabellón principal” o "salón principal”. Ese cambio se produjo con la expansión de las nuevas sectas budistas aparecidas durante el periodo Heian (794-1185). En mis artículos, me referiré al kondō hondō como “pabellón dorado” o “pabellón principal” indistintamente.

Kodō y hattō
Otro de los edificios importantes de un templo japonés era el kōdō, que podría traducirse como “pabellón de rezos" o "salón de plegarias”. En su interior se realizaban las lecturas de los sutras u otro tipo de culto comunitario. Junto con el kondō formaba la pareja de edificios más representativos de un recinto budista. En las congregaciones de la orden zen se prefirió usar el término hattō, por ser donde los monjes practicaban la meditación. En mis artículos me referiré a ellos como “pabellón de rezos”.

El pabellón de rezos (hattō) de Kenchō-ji, 1647, Kamakura. Foto: J. Vives.

Estos tres tipos de edificios budistas comentados se incluyen en la tipología de arquitectura religiosa por su específico uso, pero lógicamente en un templo se levantaban otras construcciones. De ellas hablaré la semana próxima.

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