La pintura en el periodo Edo, la madurez del grabado ukiyo-e, I
Después del artículo anterior consagrado a Suzuki Harunobu y el ukiyo-e polícromo, hoy hablaré de otro artista coetáneo que también supo extraer muchas de las posibilidades de esa nueva técnica.
Después del artículo anterior consagrado a Suzuki Harunobu y el ukiyo-e polícromo, hoy hablaré de otro artista coetáneo que también supo extraer muchas de las posibilidades de esa nueva técnica.
Katsukawa
Shunshō
Katsukawa
Shunshō (1726-1792) ocupó durante
dos décadas un puesto indiscutible como ilustrador del mundo del kabuki y en concreto de sus actores más
famosos. Sus grabados consiguieron impregnar a sus personajes de un exuberante
realismo (entendido este calificativo de manera distinta a cómo se interpreta
en Occidente) y de una presencia que incluso parecía situarles fuera del soporte del papel.
En la reproducción siguiente se aprecia una de las características de la obra de Shunshō, su intención
explícita de dejar bien claro quién era el actor retratado y qué papel representaba
en una determinada obra, algo que la escuela de Torii
no había tenido en cuenta. Esa decisión convirtió a sus láminas en el objeto
del deseo de los aficionados al kabuki,
una forma teatral que por esas fechas ya había generado a su alrededor un importante
mercado de objetos relacionados con su mundo y demandados por un público
ansioso de recibir cualquier tipo de novedad de sus actores favoritos.
Katsukawa
Shunshō: Ichikawa Danjurō V
en Shibaraku, 1781, xilografía, 32x15 cm. Foto: Wikimedia Commons. |
En la
ilustración de la izquierda vemos que Shunshō retrata al protagonista de una de las
más espectaculares obras del repertorio de kabuki:
la titulada Shibaraku. La gigantesca
vestimenta que envuelve al célebre Danjurō V no es en absoluto una licencia del
pintor, sino la exacta reproducción del vestuario que utiliza el personaje que
encarna ese actor en escena. El logotipo formado por tres franjas
cuadrangulares no es más que el emblema de la familia Ichikawa, una estirpe que
ha llegado hasta nuestros días con Ichikawa Danjurō XII (1946-2013), y que en
esta obra de kabuki aparece estampado
a una escala enorme en el impresionante kimono del protagonista.
Tanto ese emblema como el
color del kimono y del hakama, con sus larguísimas perneras que el el actor arrastra por el escenario cuando se desplaza, como la gigantesca insignia estampada en unas no menos inverosímiles mangas, dejaban claro para el aficionado que se
estaba retratando a un Ichikawa representando Shibaraku. Para acabar de situar la función, en el fondo de la
estampa aparece el logotipo del teatro donde se llevaba a cabo la función, el
Nakamura-za de Tokio.
A los
interesados en el teatro, les recuerdo que en este blog pueden encontrar una serie
de diez artículos dedicada el kabuki,
donde se incluyen varios vídeos de una representación en la que actúa
precisamente el último descendiente de esa estirpe de actores, Ichikawa Danjurō
XII. El enlace a su primera entrada es este.
En la
siguiente xilografía, Shunshō retrata de nuevo a Danjurō V. Esta vez, su
personaje está comenzando a desenvainar la espada que oculta bajo su negra
vestimenta, sobre la cual aparece el ideograma kin,
es decir, oro, en referencia al nombre del héroe, Kintoki o de forma completa, Sakata no Kintoki. Shunshō ejecutó varias estampas de este mismo personaje con ligeras variantes en su postura y los colores del vestuario.
Katsukawa
Shunshō: Ichikawa Danjurō V e
n el papel de Kintoki, 1777, xilografía, 32x15 cm. Foto: Wikimedia Commons. |
Kintoki
es uno de los cuatro guerreros que en esa escena de la obra se preparan para atacar al
monstruo araña. Estamos hablando de Tsuchigumo,
otra de las más espectaculares y conocidas piezas de kabuki. Precisamente, esos cuatro soldados son una referencia a la
iconografía budista y en concreto a los reyes celestes que comenté en la serie
dedicada a la escultura japonesa.
En el
grabado de la siguiente ilustración, una vez más, la vestimenta se convierte en
un elemento importante de la composición. Una mujer, claramente una cortesana según
se deduce por el número de agujas en su tocado, está acabando de peinarse. Para
colocarse la última, ha apartado su kimono
negro del hombro y desplazado su brazo para sacarlo por debajo del segundo kimono, una maniobra frecuente en
hombres cuando han de realizar según qué tareas, pero mucho menos en mujeres, excepto si se encuentran en privado.
Katsukawa Shunshō: Mujer de pie, 1780-1790, xilografía, 55x26 cm. Foto: Wikimedia Commons. |
Los
diferentes kimono demuestran que la
joven se está vistiendo para un acto formal. Dirige su mirada al suelo, donde
seguramente se encuentra un espejo en el que contempla los últimos detalles de
su vestimenta y peinado. El discreto diseño de su atuendo exterior negro realza
el tono gris del segundo kimono con un
estampado de flores de cerezo. Entre las diferentes capas no puede faltar una de
color rojo que remata el cuello y vemos aparecer en la zona baja. El obi escarlata complementa un conjunto
muy sobrio en el que el toque encarnado indica la belleza de mujer, quizás ya no muy joven.
Con la
obra de Harunobu que vimos la semana pasada y la de Shunshō de hoy, hemos podido comprobar la importancia que comenzaban
a tener los grabados de mujeres hermosas, un tema que llevarán a su máximo
nivel dos artistas de los que hablaré los dos martes próximos.
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