Este es un artículo en el que llevo pensando desde hace años y que finalmente me he decidido a publicarlo hoy, cuando se cumplen, no me atrevo a decir se celebran o se conmemoran, ochenta años del lanzamiento de la primera bomba atómica de la historia sobre la ciudad japonesa de Hiroshima.
No hay duda de que las bombas atómicas lanzadas el 6 de agosto de 1945 sobre Hiroshima y el 9 de ese mismo mes sobre Nagasaki marcaron un punto de inflexión en la historia de la humanidad. Lamentablemente, parece que no hemos aprendido de esa atroz experiencia y de nuevo la espada de Damocles de una guerra generalizada de imprevisibles consecuencias pende sobre nuestras cabezas, como amenazan las preocupantes situaciones en Ucrania y Gaza.
Todos mis seguidores saben que en este blog solo hablo de aspectos relacionados con las artes plásticas o visuales japonesas. Pues bien, hoy y el próximo 9 de agosto lo haré de música, de música que tiene relación con las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. En ambos artículos comentaré algunas composiciones creadas por sus autores en memoria de las víctimas de los artefactos nucleares lanzados sobre dichas ciudades en agosto de 1945. En 2015, cuando se cumplían setenta años de esa triste efeméride, ya publiqué varios artículos relacionados con las bombas atómicas a los que se puede acceder clicando en este enlace. En dos de ellos hablé de pinturas cuya temática era la guerra.
En concreto, en este artículo, publicado el 6 de agosto de 2015 y dedicado a la bomba de Hiroshima, comenté tres óleos de artistas japoneses inspirados en la Segunda Guerra Mundial. Ahora voy a hacerlo de composiciones musicales basadas en las bombas atómicas lanzadas sobre Japón.
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Explosión de la bomba de Hiroshima, 6 de agosto de 1945. Foto: Wikimedia Commons. |
Empezaré por la que, en mi opinión, es la más importante de todas las composiciones dedicadas a las víctimas de las bombas atómicas y que no es la obra de un japonés, sino de un músico polaco: Krzysztof Penderecki. Polonia sufrió, y mucho, en la Segunda Guerra Mundial y no fue hasta 1954 cuando, tras la muerte de Stalin en el año anterior, experimentó una apertura en las artes que en el caso de la música produjo un ramillete de compositores y obras que han pasado a la historia.
Krzysztof Penderecki: Treno a las víctimas de Hiroshima
El Treno a las víctimas de Hiroshima se estrenó en 1961 y su autor, el polaco Krzysztof Penderecki (1933-2020), dijo de ella: "En el treno dejé expresada mi firme creencia de que el sacrificio de Hiroshima nunca se olvidará ni abandonará".
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Krzysztof Penderecki en 2008. Foto: Wikimedia Commons. |
La obra de Penderecki dedicada a Hiroshima es ciertamente innovadora y sus densas texturas, disonancias, cuartos de tono, clusters y demás recursos vanguardistas le otorgan una expresividad escalofriante que hace que se nos erice el vello.
Cuando escuché por primera vez el Treno a las víctimas de Hiroshima por la radio, eran los años sesenta del pasado siglo, me impresionó enormemente. Desde entonces he seguido con especial interés la carrera de Penderecki, sobre todo su primera época, antes de que el compositor polaco considerara que la experimentación vanguardista era un camino sin salida que, llegado a un punto, ya no permitía soluciones expresivas. Fue en ese momento cuando decidió dar un giro en su carrera hacia una etapa que se calificó de posromanticismo.
En 1959, solo un año después de su graduación en la Academia de Música de Cracovia, Penderecki presentó al Segundo Concurso Nacional de Nuevos Compositores tres obras: Strophen, Salmos de David y Emanaciones. A las tres se les concedieron los tres primeros premios, uno de los cuales consistía en una beca para viajar a Italia. Allí fue donde esbozó su Treno a las víctimas de Hiroshima.
Inicialmente, su composición se titulaba 8'37", es decir, el tiempo que duraba su ejecución, un poco a la manera de la célebre pieza silente de John Cage 4'33". En su obra para 52 instrumentos de cuerda (24 violines, 10 violas, 10 violoncellos y 8 contrabajos), Penderecki introdujo nuevas formas de tocar esos instrumentos: clusters, golpes en el cordal (donde se fijan las cuerdas inferiormente) o en la tapa, incluso con la nuez del arco (la parte inferior por donde se sujeta el arco). Durante varios años y en más de una ocasión, parece ser que los músicos de algunas orquestas se mostraban reacios a interpretar la partitura porque temían dañar su instrumento.
Pero lo mejor es escuchar la obra de Penderecki. De las muchas versiones existentes, incluso con el propio autor dirigiendo, yo recomiendo la versión que Krzysztof Urbański (1982-) hizo en el concierto celebrado en Varsovia el 23 de noviembre de 2013 como homenaje al compositor con motivo de su 80 cumpleaños, quien al final del concierto sube al escenario para felicitar a su joven tocayo que, por cierto, dirige la obra de memoria e incluso en muchos momentos con los ojos cerrados. Supongo que así visualiza en su interior todo el desarrollo de esta espeluznante y emotiva pieza. La responsabilidad de dirigir una obra ante el compositor es enorme y me parece que en esa ocasión, Urbański salió muy bien parado.
Ese concierto puede verse íntegro en YouTube y lo inserto aquí mismo. La duración total del vídeo es de diez minutos y medio.
Para los que deseen investigar un poco más en esta fascinante obra, también en YouTube existe un vídeo en el que puede seguirse la partitura sincronizada con la escucha. Esta vez, versión del Treno a las víctimas de Hiroshima es la del propio Penderecki dirigiendo a la Orquesta de la Radio Nacional Polaca. El vídeo completo ronda los diez minutos y medio, y también lo inserto aquí.
Ōki Masao: Sinfonía nº 5, Hiroshima
La primera obra musical de un compositor japonés dedicada a la tragedia de Hiroshima fue la Sinfonía nº 5 de Ōki Masao (1901-1971), subtitulada Hiroshima y estrenada en 1953 en Tokio. Inicialmente, la obra se denominaba A los paneles de Hiroshima, pues Ōki se había inspirado en una serie de seis pinturas que la pintora Maruki Toshi (1912-2000) junto con su marido, Maruki Iri (1901-1995) crearon entre 1950 y 1952. Toshi nació en Hokkaidō y se especializó en pintura al óleo, mientras que Iri, oriundo de Hiroshima, prefería la tradicional tinta china. Seguramente por eso, algunos paneles son monocromos, mientras que en otros se emplea el color de forma muy contenida pero efectiva.
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Toshi e Iki Maruki. Foto: web de la galería Maruki. |
Entre 1950 y 1982, Toshi e Iri Maruki pintaron quince Paneles de Hiroshima, pero cuando Ōki se inspiró en ellos para su sinfonía, solo habían finalizado seis titulados Fantasmas, Fuego, Agua, Arcoíris, Niños y niñas y Desierto atómico. Los tres primeros los crearon en 1950; Arcoíris y Niños y niñas, en 1951, y el último, en 1952.
La siguiente ilustración es del primer panel de los Maruki, el titulado Fantasmas, como el segundo movimiento de la sinfonía de Ōki. Entre 1953 y 1956, a medida que se creaban, los Paneles de Hiroshima se fueron exponiendo no solo en Japón, sino también en Dinamarca, Hungría, Países Bajos, Italia, Reino Unido, China y Oceanía.
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Maruki Iri: Fantasmas, tinta china y carboncillo sobre papel, 180x720 cm, 1950. Galería Maruki, prefectura de Saitama. Foto: web de la galería. |
Cuando Ōki vio la obra del matrimonio Maruki, la impresión que le causó fue tal que decidió tomarla como punto de partida para su nueva sinfonía y utilizar sus títulos en los seis movimientos centrales, los cuales flanqueó con una tranquila introducción en crescendo y una larga conclusión que, tras un explosivo climax, finaliza con una corta coda en diminuendo.
La sinfonía consta de ocho movimientos: Preludio, Fantasmas, Fuego, Agua, Arcoíris, Niños y niñas, Desierto atómico y Elegía, y en su orquesta se incluye abundante percusión y una celesta. El estilo de la obra de Ōki se puede calificar de expresionista por el empleo de disonancias, incipientes clusters y explosivos efectos en los vientos que contribuyen a que sus cuarenta minutos de duración impacten en el público por su franca expresión del terror y destrucción provocados por la explosión nuclear.
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Ōki Masao. Foto de fuente desconocida. |
Hay que tener presente que, a principios de la década de los cincuenta del siglo pasado, apenas existían contactos entre los músicos japoneses y la vanguardia occidental. Para conocer someramente los pocos contactos con la música europea que se produjeron en Japón, véase este artículo, incluido en la serie dedicada a la danza butō, que publiqué en 2023 en este blog.
La ocupación norteamericana no finalizó hasta el 20 de abril de 1952, mientras que el estreno de la sinfonía de Ōki se produjo el 1 de noviembre de 1953. Un año o dos antes, posiblemente la censura estadounidense no hubiera permitido estrenarla. Para conocer un poco el ambiente que se respiraba en Japón en los primeros años de posguerra, recomiendo ojear este artículo que publiqué hace años en la serie dedicada al teatro moderno.
Hasta 1955, los contactos de los músicos japoneses con sus colegas occidentales fue muy limitado. Todavía se vivía de las enseñanzas de los pocos que habían viajado a Alemania antes de la guerra. Uno de ellos fue Yamada Kōsaku (1886-1965), quien estudió en ese país entre 1910 y 1913. Hablé de él en este artículo.
En YouTube pueden verse varios vídeos de la sinfonía de Ōki Masao. De todos ellos, inserto aquí el que utiliza de fondo fijo los seis paneles que dan nombre a los movimientos centrales de la sinfonía. La duración de la grabación es de poco más de treinta y nueve minutos.
En 1970, Ōki Masao estrenó su Sinfonía nº 6, a la que dio el subtítulo de Vietnam, pues como la quinta, también se basaba en las atrocidades cometidas en una guerra en la que Estados Unidos intervino durante ocho años, entre 1965 y 1973.
Takemitsu Tōru: Réquiem para cuerdas
El Réquiem para orquesta de cuerda de Takemitsu Tōru (1930-1996) se estrenó en 1957, es decir, casi cuatro años antes de la obra de Penderecki, una partitura que como la del polaco también es para instrumentos de cuerda y dura algo más de ocho minutos.
En este caso la pieza estaba dedicada al maestro, amigo de Takemitsu y también compositor Hayasaka Fumio (1914-1955). En 1955, Takemitsu había empezado a componer una obra que pensaba titular Meditación. Sin embargo, cuando conoció el fallecimiento de Hayasaka decidió cambiar su título por el de Réquiem. En cualquier caso, no puede decirse que la partitura de Takemitsu estuviese motivada por los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki como la de Ōki Masao. A pesar de ello, voy a comentarla someramente.
En esos años Takemitsu se encontraba en los comienzos de su carrera, pero ya tenía una idea clara de sus intereses. En 1951, había sido cofundador del Taller experimental (Jikken kōbō), un grupo pluridisciplinar de vanguardia formado por más de una docena de artistas, liderados por el escritor Takiguchi Shūzō (1903-1970) y entre los que se encontraba el pianista y también compositor Ichiyanagi Toshi (1933-1922). Ichiyanagi vivió entre 1954 y 1960 en Nueva York, donde pudo entrar en contacto con la vanguardia artística del momento, entre otros con John Cage (1912-1992). De 1956 a 1962 estuvo casado con Ono Yōko (1933-).
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Takemitsu Tōru. Foto de fuente desconocida. |
En los años cincuenta, Takemitsu estaba centrado, más que en las obras clásicas europeas, en un tipo de música abstracta muy próxima a la música concreta del francés Pierre Schaeffer (1910-1995). Parece ser que en esa época aún no había escuchado ninguno de los réquiems clásicos de Mozart, Verdi, Brahms o Fauré. La partitura de su Réquiem la finalizó en mayo de 1957 y el 20 de junio la estrenó la Orquesta Sinfónica de Tokio con poco éxito de crítica.
Cuando Ígor Stravinsky (1882-1971) visitó Japón en 1958 escuchó por casualidad el Réquiem del joven Takemitsu y quedó muy impresionado. Parece ser que la NHK, la televisión nacional japonesa, tenía pensado mostrar a Stravinsky, además de los últimos adelantos técnicos de sus instalaciones, algunas composiciones de autores japoneses del momento grabadas en cinta magnetofónica, pero no la de Takemitsu. Cuando, empezó a sonar por error el Réquiem de Takemitsu, los técnicos de la NHK intentaron interrumpir su reproducción. Sin embargo, Stravinsky les dijo que deseaba escucharla hasta el final. Al día siguiente, el compositor ruso invitó a almorzar al veinteañero Takemitsu.
El Réquiem de Takemitsu se ha interpretado en muchas ocasiones y una de ellas fue después del gran terremoto y tsunami de Fukushima en 2011. En el canal de YouTube de la Filarmónica de Nueva York puede verse la interpretación de la obra realizada el 17 de marzo de 2011 para recaudar fondos para los damnificados por ese desastre. Inserto a continuación ese vídeo. Dura poco más de once minutos.
Los interesados, podrán ver en este enlace de YouTube un vídeo en el que, como con la obra de Penderecki, se muestra la partitura de Takemitsu sincronizada con el sonido.
Este artículo finaliza aquí con la promesa de reanudarlo el próximo día 9 de agosto, cuando se cumplan los ochenta años del lanzamiento de la bomba atómica sobre Nagasaki. Entonces veremos otras obras de compositores japoneses y también de un ruso inspiradas en ese acontecimiento.