martes, 8 de julio de 2014

Arquitectura japonesa: el castillo japonés, Matsumoto

La arquitectura de los castillos japoneses: Matsumoto
Después de la descripción que hice en el anterior artículo de los elementos más característicos de los castillos japoneses, voy a presentar hoy uno de los más espléndidos ejemplos de arquitectura feudal de Japón.

El castillo de Matsumoto se construyó en 1597 en una gran planicie y es uno de los pocos que han llegado hasta nuestros días. Su bastión principal está formado por una torre de seis pisos y otra de cuatro. No obstante, como ya comenté en el artículo anterior, ambas aparentan tener uno menos, debido a que su planta baja tiene toda su fachada revestida de piedra y sin ventana alguna.  

Castillo de Matsumoto, 1597. Foto: J. Vives.

Un elemento singular del castillo de Matsumoto, que puede observarse en la fotografía anterior, es su galería perimetral de barandillas laqueadas en rojo como las de los edificios residenciales. Lo sorprendente de ese cuerpo es su evidente vulnerabilidad, inapropiada para una fortaleza que se supone debe proporcionar la mayor seguridad posible. En realidad su construcción se llevó a cabo en fecha muy posterior a la finalización del castillo, a mediados del siglo XVII, cuando Japón ya estaba unificado y se vivía en plena época de paz. Su función no era más que disfrutar de la contemplación de la Luna, una afición de gran tradición entre las clases instruidas de Japón.

Castillo de Matsumoto. Foto: J. Vives.
Castillo de Matsumoto, 1597. Foto: J. Vives.

En la fotografía anterior de la izquierda vemos una de las puertas de acceso al recinto, la conocida como taikomon, reconstruida a finales del siglo XX. En la foto de la derecha pueden observarse los refuerzos de esa entrada y los enormes mampuestos de su valla.

Castillo de Matsumoto, 1597. Foto: J. Vives.

Una vez dentro del recinto del castillo de Matsumoto se nos muestra el elegante perfil de sus torreones y la insólita plataforma para contemplar la Luna. Sus plantas por encima del zócalo de piedra van decreciendo a medida que se asciende, otorgándole un aspecto ligero al que también contribuye el juego de hastiales de formas triangulares u onduladas. El último piso de sus tres cuerpos se remata con una cubierta del tipo irimoya, que comenté en este artículo

Un aspecto que no he mencionado hasta ahora es que los castillos y las pagodas budistas son los únicos edificios tradicionales japoneses con más de dos pisos de altura. Las residencias, ya fueran de aristócratas, militares, clérigos o comerciantes y clases urbanas, se han construido a lo largo de toda la historia con solo planta baja y como máximo un piso.

Ese hecho puede interpretarse como una manifestación del poder político de los grandes señores feudales y, por supuesto, de la superioridad religiosa del budismo, pues el sintoísmo no utilizó ese recurso; aunque parece ser que  el santuario de Izumo-taisha había llegado a tener una altura más que considerable. Pero esto merecería otro artículo y por hoy vamos a dejarlo aquí.

Castillo de Matsumoto, 1597. Foto: J. Vives.

En la fotografía anterior de aprecia perfectamente que las fachadas del castillo quedan divididas en dos fajas de diferente color, la inferior, a la altura de las ventanas, de madera lacada en negro y la superior, desde su dintel hasta las vigas del alero, de enlucido blanco. También se observa el interés decorativo que se tuvo en la ejecución de los “frontones” de los tejados. En la teja de remate de su cumbrera se grabó el emblema del clan de los Toda. 

Castillo de Matsumoto, 1597. Foto: J. Vives.

La ilustración anterior muestra el interior de uno de los pisos intermedios del torreón de Matsumoto. En ella se aprecia su robusta estructura de madera con pilares y vigas de dimensión más que notable. Las pequeñas aberturas son las aspilleras, unos elementos que comenté en el artículo anterior y que aquí se sitúan a diferentes alturas.

Obsérvese que el espacio central queda rodeado por un corredor definido por los pilares y las paredes. La anchura de ese pasillo perimetral es la diferencia de superficie entre el piso fotografiado y el superior, cuya fachada queda reculada hasta la vertical de esas columnas, creando el mencionado efecto escalonado en su perfil exterior.

Con esto doy por finalizado este artículo sobre el elegante castillo de Matsumoto. La semana próxima hablaré del más grande y majestuoso de todos: el de Himeji. Hasta entonces.

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